Cuando la Vega despertó, el terremoto todavía estaba allí

Cuando la Vega despertó, el terremoto todavía estaba allí. Más suavito, menos estruendoso, pero todas las mañanas se ha presentado desde hace diez días a desayunar, cuando amanece, a la hora de llevar a los hijos al colegio, en el camino al trabajo. Un ejemplo. El Instituto Geográfico Nacional (IGN) registró quince terremotos durante la noche del domingo y las primeras horas de este lunes, dentro del enjambre sísmico que afecta en los últimos diez días al área metropolitana de Granada.

Encarnita lo sabe de carretilla. Tiene 51 años, trabaja en Ayuda a Domicilio del Ayuntamiento de Chauchina y vive con su hermano, su marido y su madre. No puede contener las lágrimas mientras recuerda el miedo que han pasado. «Mi madre tiene un principio de alzheimer y cuando tiembla la casa sale disparada, pero luego y ano se acuerda de nada. Pero mi marido sufrió un ictus, y no puede valerse por sí mismo. Y estamos aterrorizados, porque si pasa algo, no puede salir de la casa». Y sigue llorando. Encarnita resume el llueve sobre mojado de esta Vega que también llora las penas de sus vecinos. «Tomo media pastilla de noséquézepán, y así me tranquilizo. Pero el miedo no se va».

Francisco, de 49 años, vecino de Romilla que vive en la misma calle de un inmueble que se ha caído por los temblores confirma la impresión. «Llevamos unos días más tranquilos, se te mueven menos los pies. Pero la incertidumbre permanece. Siempre está ahí».

En Santa Fe no cambia este cuento. Manolico está sentado ante la Puerta de Loja y saluda y es saludado por todo el mundo. La historia se repite en su relato. «Yo no tengo ya nada de miedo. Pánico es lo que siento». Por si quedaban dudas, la ausencia de seísmos intensos no ha disipado el temor ni la inquietud en unos municipios de la Vega que buscan con ansia la tranquilidad dormir bien por la noche. Respirar.

Conchi también saluda a Manolico en la Puerta de Loja. Va del brazo de su marido, y guarda luto por el fallecimiento de su padre, hace apenas unos días. Creía que con la pandemia tenía suficiente y ahora tiene –taza y media-, los terremotos con su localidad, Santa Fe, como epicentro.

«Se supone que es una ciudad histórica y está fatal. llena de casas vacías que se caen a pedazos. Y ahora más». Entre unas cosas y otras, camina con el corazón encogío, cuenta. «No sabemos qué puede pasar, y tenemos dos hijos pequeños. Así que no descanso nunca».

«Primero tenemos que aliviar el miedo de la gente y ofrecer seguridad y certezas». Estas palabras de José Entrena, presidente de la Diputación de Granada, este lunes a primera hora de la mañana en el salón de plenos del Ayuntamiento de Santa Fe, es el comienzo de la respuesta de la institución ante la actual situación.

Fue la primera declaración dentro de su jornada de visita a los municipios más afectados por los seísmos, que incluyó visita a Chauchina y Atarfe. «La Diputación está aquí cumpliendo el deber de asistencia técnica, económica y jurídica», añadió para recordar que los técnicos de la institución trabajan en la valoración de daños.

También se celebró este lunes una reunión de coordinación presidida por el director general de Protección Civil y Emergencias del Gobierno de España, con todos los responsables del resto de las administraciones.