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Adelina Martínez y José Guardia dentro del garaje de Albolote que han reconvertido en la ONG'Necesidades sin fronteras'. Alfredo Aguilar

«Tengo una ONG en mi garaje de Albolote»

'Necesidades sin Fronteras'. Adelina y José han empleado su jubilación en desarrollar una gran labor asistencial entre los vecinos más necesitados de Albolote con comida y ropa

Miércoles, 26 de mayo 2021, 00:13

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En California los garajes los utilizan para inventar Google o Amazon. Máquinas para cambiar el mundo. En Albolote José Guardia y Adelina Martínez utilizan su cochera para mejorar el mundo. Pollo y galletas para que las personas en vez de buscar se encuentren. José y Adelina han decidido iniciar la revolución por su cuenta desde la calle Cubillas de Albolote.

Ahora tienen 64 años los dos, son del año 56 y están jubilados. Él de profesor y ella de administrativa del SAS. Fue entonces, en coincidencia con el estallido de la pandemia, cuando dieron el paso adelante y montaron la ONG. El nombre oficial es Asociación José Guardia Necesidades Sin Fronteras. «Aquí está metida toda mi familia, mi mujer y mis dos hijos, así como un centenar más de personas que echan una mano, aportan económicamente o simplemente traen alimentos. También está implicado Covirán. Hay mucha gente detrás», explica este profesor jubilado.

Aunque la ONG es de julio del año 2020, hace más de dos décadas que practican el voluntariado. «Hemos estado siete veces en África, en países como Togo, Senegal, Marruecos, o en el Sáhara. También hemos realizado proyectos en Cuba», explican.

Los proyectos que han desarrollado son sobre todo de sanidad y educación. «Por ejemplo, se han electrificado colegios, se han dado cursos a maestros, hemos montado aulas de informática en Senegal, o arreglado un pozo con agua. También se habilitaron consultorios médicos en tres poblados de Senegal, a los que llevamos 20.000 euros en material sanitario, que se repartieron por muchos poblados».

Tras la experiencia acumulada de dos décadas, decidieron crear su propia asociación, «porque sin la ONG tienes todas las puertas cerradas. Ahora puedes ir a tocar puertas a los ayuntamientos, a solicitar subvenciones». Lo que sí hacen siempre, explican, es dar cuenta de cada céntimo recaudado. Lo explican en su página oficial en Facebook con fotografías de lo que recaudan y de lo que entregan y, además, llevan un sistema de cartillas en las que quienes reciben la ayuda son sometidos a un proceso para poder ayudarles de forma personalizada.

'La persona importante eres tú', es el lema de la ONG de este matrimonia de jubilados tan voluntarioso. Alfredo Aguilar

El origen, en el Albaicín

Desde marzo del año pasado hasta hoy han logrado 18.000 euros en donaciones para mascarillas y alimentos. También han ayudado a unas trescientas familias, que supone algo más de un millar de personas que, sencillamente, pasan hambre.

Los orígenes de este compromiso empiezan en el Albaicín, lugar de origen de José Guardia. «Vengo del Albaicín. Mi madre, la Lola, en la calle San Martín en la Cuesta del Chapiz, siempre tenía la olla dispuesta con agua, aceite, sal y papas y luego después le añadía lo que trajera mi padre. Y la olla siempre estaba para todo el que pasara por ahí. Teníamos mucha familia y era para ellos, o para los vecinos, o para el arriero que pasaba por ahí. Los años cincuenta y sesenta fueron una época dura. Por eso lo vuelves a ver ahora y quieres trasladar lo que viviste».

A partir del año pasado se jubilaron, tenían más tiempo y llegó la pandemia. Lo primero fue hacer mascarillas. Fueron más de 20.000, y se han llevado al Materno, al PTS y a los centros de salud. «Fue cuando no había nada de nada, con más de veinte costureras que en sus casas hacían mascarillas. Les proporcionábamos la tela de Toldos Zaidín, y las gomas. Ahora se siguen haciendo pero sobre todo para indigentes de Granada que no tienen para comprarse la mascarilla».

Su Banco de Alimentos funciona gracias a la solidaridad y el trueque. Se han unido varias asociaciones como Calor y Café, Asocim, AAVV Parque Nueva Granada, Fundación Manuela y Casa de la Misericordia. «Con esta gente realizamos trueques, intercambios. Nosotros conseguimos dinero y compramos pollo, que es lo más versátil. Pollos Arenas se portan muy bien y nos dan incluso partidas gratis. Otras asociaciones nos dan perecederos de fruta y verdura y las trocamos por pollo o detergente, lejía. Este es el trueque porque todo queda muy bien, en su sitio».

También han querido fomentar el comercio del pueblo. Y también le han pedido al Ayuntamiento de Albolote un local en condiciones para continuar con su acción social.

Quedan, al final, los usuarios. «Es un tema muy complicado. Muy complejo», reconoce José Guardia. Cuenta que los hay de todo tipo. «La mayoría son gente del pueblo y alrededores como Atarfe, Maracena o Peligros, Pulianas y Pinos Puente. Hay pocos emigrantes, normalmente venezolanos, colombianos, senegaleses o saharauis». El problema, tras más de un año de experiencia es que hay de todo. «Te puedes encontrar todo tipo de gente. La mayoría gente normal que hasta marzo del año pasado tenían la nevera llena y una vida estable, pero a partir de la pandemia todo se torció». Son los grandes beneficiarios de estas personas con corazón que late al ritmo del garaje.

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