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Limpieza de malas hierbas en el colegio. A.A.

Así es un día de clase en un colegio de la Granada rural

El Temple atiende a 41 alumnos, de ellos, 16 en la localidad de Agrón y 35 en Ventas de Huelma, y los profesores son itinerantes y se desplaza

Antonio Arenas

Jueves, 20 de febrero 2025, 00:25

El termómetro marca varios grados bajo cero. A pesar de que el frío invernal que cala los huesos ha dejado el campo con un manto de rocío, los primeros escolares van llegando a la puerta del colegio de Agrón, uno de los pueblos con menos habitantes de Granada, situado en la comarca del Temple, a 1.060 m de altitud. Cuando llegan las puertas del centro ya están abiertas y se preparan para iniciar una nueva jornada escolar con sus compañeros que, sumados, apenas llegan a la mitad de lo que sería el grupo de alumnos de un colegio normal. Concretamente son 16 los alumnos que acuden a estas instalaciones, situadas junto a la carretera y cuyo patio se convierte en pista de baile cuando llegan las fiestas patronales. A pesar de ser tan poquitos los escolares agroneños reciben las mismas enseñanzas que los de la capital o de otros núcleos grandes pues cuentan con dos maestros fijos y todos los especialistas que van rotando entre los dos núcleos, desde educación física, impartida por el director, hasta música, pedagogía terapéutica, audición y lenguaje, inglés y religión.

En esta fría mañana su director Gabriel Morente nos abre las puertas para ver cómo es un día normal en su colegio, que está agrupado con el de Ventas de Huelma, situado en la misma llanura que el CITAI de Escúzar, del que se encuentra a escasos kilómetros, y a unos 30 kms. de la capital. Explica que las dos localidades, Agrón y Ventas de Huelma, cuentan con escasa población y que ésta es «más bien mayor». También, que hace unos 15 o 16 años el centro tenía una tercera sede en el anejo de Ácula pero se tuvo que cerrar por falta de alumnos.

«Actualmente en el centro tenemos 41 alumnos, 16 en la localidad de Agrón y 35 en la localidad de Ventas de Huelma, y vamos a menos», explica este director que ya había tenido otra experiencia de este tipo en el CPR Los Castaños de Pitres, Pórtugos y Busquístar, donde estuvo durante tres cursos. Para atender a esta población escolar cuenta con un equipo docente de ocho maestros fijos, él incluido, de los cuales dos permanecen fijos en Agrón y seis en Ventas, de ellos algunos itineran para impartir su especialidad. «Este año de manera adicional y los dos cursos anteriores, gracias al proyecto 'Proa + Transformate', nos dieron una PT adicional, lo que nos permite contar con ella para desdoblar grupos y hacer refuerzos. Además, este curso también contamos con una monitora de integración social que atiende en concreto a una alumna que lo necesita».

Comunidad de aprendizaje

Hace cuatro años el colegio se constituyó en Comunidad de Aprendizaje y como tal, comenzó con la recogida de propues tas para el 'Colegio que soñamos' y hoy toca revisar los sueños cumplidos en su totalidad, a medias e incumplidos. Los propios alumnos van leyendo los deseos. Candela empieza por el de contar con un columpio en el patio que se ha cumplido a medias pues en Ventas ya lo tienen pero no en Agrón, por lo que solo puede poner media estrella. Entre los no cumplidos aparece también contar con un colegio más grande que, en el caso de Agrón, por ahora, no se ve necesario. Otros deseos expresados son los recreos durasen un 'poquito' más, una excursión a Sierra Nevada, ver una película en un cine de la capital, la visita de un futbolista profesional, un huerto escolar o celebrar un encuentro con un escritor; estos dos últimos ya están cumplidos.

En otra aula, los estudiantes más pequeños están aprendiendo a partir de sus propios nombres o la fecha del día. La profesora pide a María que cuente en voz alta los niños que han venido a clase y que escriba la cifra en la pizarra. Después, que señale qué día de la semana es. Y el mes en el que estamos así como el tiempo que hace, para lo que utiliza la pegatina del sol –la mañana avanza y el sol brilla por la ventana–. Su profesora explica que «esto son rutinas que hacemos todos los días por la mañana», al tiempo que pide a Rocío que busque su nombre, cuente cuantas letras tiene y las deletree, así como que rodee la inicial y haga el sonido de cada una de ellas.

De ahí, al aula de Pedro Peinado, un maestro que ha «mamado» la docencia desde pequeño, en cuya familia hay una veintena de profesores. Comenzó a dar clases en 1992, incorporándose al CPR El Temple hace doce años. «En esta clase tengo cinco alumnos de cuarto y de quinto, lo que obliga a trabajar de una manera un poco distinta que también le viene muy bien a todos, porque mientras que estás explicando a los grandes, los chiquititos van cogiendo nociones, y cuando explicas a los pequeños, los grandes van repasando». Está claro que está muy satisfecho pues recomienda a todos los que aprueban las oposiciones e incluso a los interinos que tengan una experiencia en los colegios rurales porque «es bastante gratificante».

Una de sus alumnas de cuarto de Primaria, Claudia, tras presentarnos a sus cuatro compañeros de clase nos muestra lo que están trabajando. «Ahora mismo estamos dando en Lengua los determinantes posesivos, los indefinidos y los numerales. También las partes que tiene un cuento, los géneros: narrativa, poesía y teatro y las palabras antónimas», explica con soltura antes de que el profe anuncie el cambio a matemáticas donde estudiarán las fracciones.

En Ventas de Huelma

En Ventas del Huelma está la otra mitad de la agrupación rural. Como curiosidad, en su muro exterior también una obra del grafitero local, Bady Coloreando. Llegamos en el recreo y el director nos presenta a dos de las madres, Isabel, presidenta del AMPA y madre de un alumno de cinco años, y Analí, con dos, uno en primero y otra en sexto. Además del pertenecer al AMPA también es miembro del consejo escolar y delegada de curso. Coinciden en señalar cómo al ser un centro pequeñito la relación que tienen con los maestros es muy cercana y presumen de tener incluso sus teléfonos particulares, incluido el del director. «Yo recomiendo este cole porque tenemos un montón de facilidades y porque el ayuntamiento siempre está ayudando. Los niños son muy bien acogidos aquí porque somos como una familia».

A renglón seguido relacionan una gran cantidad de actividades en las que participan sus hijos, con especial mención a las dos viajes que realizan cada curso, uno organizado por el centro y otro por el AMPA, que se convierten en una «convivencia espectacular de niños, maestros y padres». Afirmación que ratifica Analí hija, que entró con 3 años y ahora tiene 11 –es la única alumna de 6º, los otros cinco de 5º son chicos– : «Me gusta mucho porque, como es un cole pequeño, los padres pueden venir a participar y cuando vamos de viaje también pueden venir a algunas excursiones con nosotros y eso me encanta», concluye.

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Así es un día de clase en un colegio de la Granada rural