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Santo Domingo. Pepe Marín
Tras la huella | el apóstol de andalucía

Las plazas e iglesias de Juan de Ávila en Granada

Conversiones, argumentos para el concilio de Trento, contenidos pedagógicos o la tradición de solemnidad del Corpus Christi son algunos de los hitos del padre en la capital. Fue el hombre más consultado de España

Andrea G. Parra

Granada

Domingo, 6 de agosto 2023, 23:52

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Dice la historia que fue un sacerdote y escritor ascético. Llevó una vida sobria y modesta. Fue un personaje sorprendente, pero en Granada olvidado. Dejó un interesante legado, a pesar de todo. Juan de Ávila y Gijón, nació en 1499 en Almodóvar del Campo (Ciudad Real). Tras una sólida formación, con 27 años fue ordenado sacerdote. Durante toda su vida permaneció vinculado a la diócesis de Córdoba, aunque su acción y su obra dejaron una importante impronta en toda Andalucía. No en vano se le conoce con el sobrenombre de Apóstol de Andalucía. Murió en Montilla el 10 de mayo de 1569.

Gran predicador, humanista reformista, guía espiritual, confesor y místico, formado en las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares. Fue el hombre más consultado de España durante el siglo XVI. En Granada impartió su religión y recorrió los espacios religiosos de la ciudad. Su ruta está repleta de vestigios de riqueza ornamental y de reuniones con todos los sectores de la sociedad.

En la capital no tiene calle y hay historiadores que reivindican un reconocimiento como tal. María del Mar Giménez, historiadora y responsable de la empresa de itinerarios turístico-culturales Rutas por Granada, resume el recorrido de San Juan de Ávila. El itinerario se desliza por la plaza de Santo Domingo, Casa de los Tiros, Capilla Real, iglesia del Sagrario, Palacio arzobispal, Curia eclesiástica, plaza de las Pasiegas, convento de la Encarnación, colegio de San Pablo, hospital de San Juan de Dios y Puerta Elvira. Su impronta es destacada.

Su impacto fue intelectual y en algunos de esos lugares españoles en los que estuvo se materializó en espacios que están ligados a su nombre y legado de pensamiento y formación, como se ha indicado. Los lugares donde se concentra su labor más representativa son: Baeza, donde fundó su Universidad en 1539; Montilla, desde donde generó una intensa actividad intelectual como la revisión del libro de la vida de Santa Teresa de Jesús o la revisión de su libro 'Audi Filia', uno de los más bellos de la ascética universal; y Granada, donde sus aportaciones dejaron una profunda huella que se hizo extensiva a toda España desde el Concilio de Trento. En Montilla, por ejemplo, hay una ruta Avilista.

Su biógrafo, Fray Luis de Granada, describe a un ser humano «coherente y lleno de fuerza, sencillo y austero, inteligente y asertivo, pedagógico y convincente», que destacó por su gran capacidad de remover conciencias a través de su predicación y de despertar así la dimensión espiritual de aquellos que le escuchaban en homilías o en confesión. Cuentan que siempre se mantuvo atento a las necesidades materiales y espirituales de sus parroquianos, a quienes trataba como a hijos espirituales, desde su condición de sacerdote diocesano, condición en la que permaneció hasta su muerte, rechazando títulos y cargos honoríficos.

El padre Ávila fue un referente indispensable para muchos personajes ilustres del siglo XVI, desde el rey Felipe II, la nobleza y el clero a los parroquianos más humildes, sobre todo, niños y mujeres de la ciudad.

María del Mar Giménez dibuja los principales pasos y recorridos de Juan de Ávila en la Granada de aquellos años. Los materiales y los inmateriales. Escribió los argumentos y comentarios que el arzobispo de Granada, don Pedro Guerrero (siempre con el don), defendió en el Concilio de Trento con respecto a la reforma del clero secular. Fueron un éxito y sentaron las bases de la reforma católica.

Conversión de San Juan de Dios

A él se le atribuye también la conversión de San Juan de Dios al escuchar su homilía en la ermita de los Mártires el 20 de enero de 1539. La conversión de Francisco de Borja al escuchar su homilía en la Capilla Real, durante el entierro de la emperatriz Isabel de Portugal. Y un detalle en lo que a infraestructuras se refiere y pocos conocen: la construcción del hospital de San Juan de Dios fue gracias a sus negociaciones con el prior del monasterio de San Jerónimo y la campaña de recogida de donativos para comenzar su edificación en 1544.

El arzobispo de Granada, Gaspar de Ávalos, le encomendó la dirección y elaboración de los contenidos pedagógicos de los dos colegios que ocupaban lo que hoy es la plaza de las Pasiegas: el colegio imperial de San Miguel y el colegio de Santa Catalina. Ambos colegios estaban dirigidos a la formación de niños y jóvenes moriscos, en la línea de la recién fundada Universidad de Granada.

Fue guía espiritual de una de las mujeres más relevantes de la alta sociedad granadina: doña María Hurtado de Mendoza, hija del marqués de Mondéjar y Conde de Tendilla y esposa de don Pedro Granada Venegas. Y también lo fue, así como protector, de las clarisas franciscanas del todavía convento de la Encarnación de la capital granadina, en la plaza de la Encarnación.

Pilar fundamental para la proliferación de los jesuitas en Andalucía, favoreciendo la fundación del colegio de San Pablo en 1562, actual Facultad de Derecho, en la plaza Universidad de Granada.

La creación desde Granada, de una escuela sacerdotal muy especial, con jóvenes moriscos y judeoconversos en su mayoría, donde una específica y muy cuidada formación consolidaba los fundamentos del sacerdocio, considerado por él como un verdadero don y defendiendo a ultranza, en un tiempo de corrupción y falsas vocaciones, la dignidad y seriedad del ministerio de los sacramentos y de la transmisión de los mensajes de la Biblia.

La tradición de solemnidad de la fiesta y procesión del Corpus Christi, fiesta mayor de Granada, es gracias a las enseñanzas e indicaciones del padre Ávila en el año 1539.

La ciudad del olvido

Granada en la actualidad no recuerda al padre Ávila, e historiadores como Giménez ponen en la palestra que se echa de menos en la ciudad una calle o un monumento conmemorativo que recuerde esas huellas que Juan de Ávila dejó, tan trascendentales, que aún perduran.

Fue beatificado en 1894; declarado patrono universal del clero secular en 1946; canonizado en 1970 y proclamado doctor universal de la Iglesia católica en 2012. Trascendió a Granada, pero esta ciudad recogió su legado que perdura siglos después.

Juan de Ávila estuvo en Granada y vivió Granada. En su semblanza está esta ciudad que tanto admiró y a la que él, cariñosamente, llamaba «Mi Granada». Falta que le recuerde algo más.

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