Patrimonio en piedra de una villa medieval y renacentista
Sabiote ·
No es tan conocido como Úbeda y Baeza, pero el recinto amurallado de Sabiote atesora un ingente caudal de edificios histórico–artísticos con la huella de Andrés de Vandelvira. Murallas, puertas, fachadas, palacios y casonas medievales invitan a un paseo fascinanteJesús Lens
Granada
Miércoles, 19 de agosto 2020, 00:09
Al viajero que busque pueblos con encanto por la provincia de Jaén le resultará prácticamente imposible huir de los castillos y esquivar sus fortalezas, una de las constantes de una provincia que, como ya comentamos hace unas semanas, atesora la mayor densidad de castillos por kilómetro cuadrado de Europa.
Así, el viajero se decide a descubrir Sabiote porque, aunque tiene un gran castillo en lo alto del promontorio donde se sitúa la villa, su recinto amurallado alberga un sinfín más de edificios de origen medieval y renacentista, lo que contribuye a la que experiencia cultural resulte completa y enriquecedora, además de bella y recreativa.
Sabiote constituye el tercer y menos conocido vértice de un triángulo completado por Úbeda y Baeza, ciudades ricas y feraces en patrimonio histórico-artístico, máximos exponentes del Renacimiento, en las que Andrés de Vandelvira dejó su huella indeleble. Así lo relata la escultura a tamaño real de Don Francisco de los Cobos, señor de la Villa de Sabiote –se la compró a la Orden de Calatrava– y secretario de Carlos V, situada al final del Paseo Gallego Díaz de la localidad, sentado en un banco con sus útiles de escribir en ristre.
Se trata de una soberbia pieza de bronce ejecutada por Juan Cano González que se da la mano con la otra gran escultura de la villa, tallada en piedra, del propio maestro Vandelvira, situada en el centro de la plaza de Sabiote. Una plaza de la villa que permitirá al viajero girar 360 grados y alucinar con la visión de una increíble sucesión de singulares edificios históricos, religiosos y civiles. Y todo ello, acompañado por el rumor del agua de una fuente, algo difícil de ver este año.
Cuando se acerque a la localidad a través de la vertiginosa Autovía del Olivar, el viajero encontrará dos posibilidades: acceder a la Sabiote 'normal' y, desde allí, pasear hasta llegar a su caso histórico, o tomar el desvío que conduce directamente al castillo y al recinto amurallado que atesora los palacios, fachadas y casas señoriales que tan buena y merecida fama le han dado.
En estos tiempos sin apenas turismo, el viajero hará bien en entrar por la Sabiote contemporánea para protagonizar un auténtico viaje en el tiempo tan pronto cambie el asfalto de las calles nuevas por el adoquinado y empedrado de las históricas. Es lo que tienen las ciudades amuralladas: en ellas conviven dos épocas diferentes. En el caso de Sabiote, la ciudad contemporánea con la villa medieval y renacentista.
El viajero hará bien en dejarse llevar libremente por sus pasos, disfrutando de palacios y casa señoriales festoneadas de escudos nobiliarios. De portadas góticas de iglesias como la de San Pedro, del siglo XVI, de relieves románico–góticos que, milagrosamente, aguantan bajo un canalón de la Casa de las Columnas, o de una soberbia portada mudéjar con premio a la 'Fachada restaurada del año 2015'. Que, mientras el viajero ve y fotografía la fachada, la banda sonora la pongan los concursantes de un programa de la tele que han perdido un bote de yo no sé cuantos miles de euros, contribuye a generar esa sensación de confusión espacio-temporal tan habitual del siglo XXI.
El viajero se solazará bajo la soberbia Torre del Reloj, después de acceder a la Casa de la Cultura, situada en el antiguo convento de los carmelitas. Es lo que tienen las ciudades monumentales: muchos de sus edificios institucionales se encuentran enclavados en joyas patrimoniales de valor incalculable.
Resulta encantadora y sorprendente la Travesía de la Señorita Trini, que discurre parejo a la muralla de la ciudad. Y están las puertas, por supuesto: la de la Granada o el Tejar, la de los Santos o Chiringote… ¡y todo un barrio llamado Albaicín! El paseo extramuros, por parques y jardines que rodean el recinto amurallado de Sabiote, resulta igualmente delicioso.
De todas las puertas, rincones y recodos de Sabiote, el viajero no debe perderse el llamado 'Arco en rincón desigual', de acuerdo a la placa que lo acompaña. «Por este arco puesto en obra en Sabiote, pegado a las casas de mi morada, lo pongo aquí en diseño, el cual no deja de ser artista y tiene encima una carga increíble», señala una placa con reminiscencias mágicas, del propio tratado de arquitectura de Alonso de Vandelvira, hijo del mítico Andrés.
¿Y el castillo? Por desgracia, en estos tiempos extraños, se lo encuentra cerrado a cal y canto. Como la oficina de turismo de la localidad y buena parte de sus edificios históricos. Aún así, el paseo resulta delicioso. Consuélese el viajero pensando que, como las tropas napoleónicas destrozaron buena parte del interior renacentista del castillo, todo un palacio diseñado por Vandelvira, lo que ahora no se puede ver no es ni sombra de lo que fue.
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