Las obras de la Catedral de Granada, desde dentro
Un equipo de quince operarios trabaja ya en la restauración de las fachadas de la torre y la eliminación de su tejado invertido, un proyecto de 2,5 millones de euros que se prolongará durante dos años
Fue el 3 de junio de 2023. Cuando miles y miles de personas miraban asombrados al cielo de Granada para ver el paso de los aviones del desfile de las Fuerzas Armadas, unos pocos curiosos observaban, también con asombro, cómo unos señores se aupaban sobre una pluma hasta cerca de sesenta metros para examinar la torre de la Catedral. Había habido pequeños desprendimientos que ponían en riesgo la integridad de los viandantes ahí abajo. En ese examen se encendieron todas las alarmas tras comprobar que tres piedras de unos 2.500 kilos de la cornisa más elevada presentaban fisuras y podían precipitarse –háganse una idea del peligro-.
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Las amarraron con cinchos de acero y el Obispado tomó la decisión de que ya bastaba de parches, que había llegado el momento de acometer la rehabilitación integral, incluido el desmonte del tejado invertido que se construyó en 1644 y que, desde entonces, estaba generando graves problemas de filtraciones. El presupuesto es de 2,5 millones de euros, de los que un millón, el importe que se necesita para acometer la primera fase, lo aporta a pulmón la Diócesis de Granada, sin ningún tipo de ayuda. El plazo de ejecución es de veinticuatro meses.
No es una obra que pase precisamente desapercibida. El colosal andamio de 4.000 metros cuadrados y 11.000 kilogramos es visible desde cualquier punto de Granada. Una estructura, por cierto, que es pura ingeniería. Cuenta con un ascensor montacargas y su seguridad ha sido auditada por una de las empresas más importantes del mundo en este sector, la alemana Layher. No solo se tienen en cuenta los pesos, sino también el empuje de fuerzas laterales como el viento y los posibles terremotos –un asunto no menor si tenemos en cuenta que Granada es el territorio de España con mayor sismicidad–.
Este armazón, que se ha forrado con grandes lienzos de tela plástica, debe soportar muchas cargas. Por las características de la base –calles estrechas– no se puede instalar una grúa fija. Tan solo se colocará una móvil, durante unos pocos días, para subir las vigas de madera laminada de doce metros sobre las que se aposentará el espléndido mirador con visión de 360 grados que se habilitará para el disfrute de grupos de unas veinte personas.
El clima y la contaminación han erosionado la piedra de la fachada hasta 'comérsela' en determinados puntos
Los autores del proyecto son Pedro Salmerón y Diego Garzón, dos arquitectos que conocen la Catedral de Granada como la palma de su mano. Garzón acompañó este miércoles a IDEAL por los trabajos, en los que intervienen quince operarios. La firma encargada de acometer esta importante inversión es Fortress, con una amplísima trayectoria en la rehabilitación de monumentos de Granada –lo último que han acabado es el tramo de la muralla zirí de la placeta de las Minas–. La restauración corre por cuenta de Julia Ramos.
Garzón explica que, «dado el deterioro de las fachadas, había llegado el momento de realizar una gran intervención que, en principio, se prolongará durante unos dos años». «La gente podrá observar cómo progresamos ya que, en la medida que vayamos acabando tramos, iremos eliminando hierros de arriba abajo», indica Garzón, quien agrega que en el interior, en una parte no visible, se ha montado un andamio de otros diecisiete metros de altura para abordar la retirada de esa cubierta de 1644, con las aguas hacia dentro, que tantos quebraderos de cabeza ha supuesto al canalizar las lluvias por el interior de la Catedral y no evacuarlas directamente hacia el exterior.
Trabajos manuales
Ramón Rivero, jefe de obra y uno de los responsables de Fortress, comenta que el desmantelamiento de esta techumbre se tiene que realizar íntegramente de forma manual. Primero retirando una a una todas las tejas –una labor que se está realizando estos días– y posteriormente con mazas y otro tipo de herramientas para sustituir el viejo forjado por uno nuevo que será el basamento sobre el que se hará el oteador.
Fechas
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1523 Comienzan los trabajos de construcción de la torre de la Catedral de Granada, según la traza del arquitecto imperial Diego de Siloé. El diseño inicial contemplaba cuatro pisos y una altura de ochenta metros que se culminaron en 1588.
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1590 La aparición de claras señales de ruina obligan a desmontar treinta de los ochenta metros de la torre. Se demuestra que la cimentación es deficiente.
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1644 Para cubrir el desmoche de la torre, se adopta la solución de construir un tejado invertido que deriva las aguas fluviales hacia el interior, lo que ha provocado históricamente graves problemas de filtraciones.
De forma paralela, el equipo de Julia Ramos también labora ya a pleno rendimiento en la recuperación de todos los elementos pétreos. Hoy, por ejemplo, se encontraban en los impresionantes capiteles corintios situados encima del campanario, a unos cincuenta metros de altura –sobre el techado de la nave del Evangelio–. «Aquí observamos perfectamente la descohesión del material, calcarenita bioclástica extraída de las canteras de Escúzar, lo que provoca a su vez una menor resistencia mecánica y pérdidas volumétricas».
Son varios los agentes que intervienen en la 'erosión'. Julia Ramos apunta a la propia acción de los elementos meteorológicos sobre una roca cuya principal característica es la porosidad. Pero también hay causas antrópicas. La polución atmosférica, provocada por la intensidad del tráfico rodado y por la emisión de partículas procedentes de los sistemas de calefacción, genera una costra negra que interfiere químicamente con la superficie. Todo ello repercute muy negativamente en forma de arenizaciones y alveolizaciones.
¿Qué se está haciendo? Lo primero es la preconsolidación con inyecciones de resinas acrílicas y silicato de etilo. El objetivo es que todo quede bien asido de forma preventiva y que no haya ninguna precipitación. El procedimiento continúa con una limpieza en la que se combinan varios medios. Entre ellos, el método más tradicional de agua y cepillo, pero también el de proyección de microabrasivos con una boquilla de apenas dos milímetros para minimizar el impacto. Tras el fortalecimiento con procedimientos como el cosido con espigas de fibra de vidrio, se procede a la reconstrucción de las faltas y las piezas en peor estado. Para ello se emplean piedras similares. En el caso de la Catedral, procedentes de una explotación situada en Monte Alegre, en la provincia de Albacete. Es, sin duda, la fase más artesanal.
También se llevará a cabo el saneamiento de las doce campanas y cuatro esquilones que componen el carrillón de la Catedral. Entre estos últimos, el que data de la época de los Reyes Católicos, que se localiza justo debajo de la Santa María, el campano más grande de todo el conjunto, fundido en 1778 y que está decorado con motivos de oro. Ninguno de ellos se acciona de forma manual, como antaño, sino con una maza que golpea automáticamente y con toques programados en función del tipo de celebración.
Según Diego Garzón, el recorrido de las visitas contemplará una parada en la antigua casa del campanero, deshabitada desde hace muchos años. Un espacio que tiene el valor histórico de que ahí estuvo el taller del mismísimo Alonso Cano, aunque, por desgracia, no se conserva ningún elemento de aquel estudio.
Originariamente la torre de la Catedral de Granada no era como la contemplamos en estos momentos.Tuvo cuatro plantas y alcanzó los ochenta metros de altura. Se comenzó a erigir en 1523 según la traza y los planos de Diego de Siloé. A la muerte de este continuaron con la empresa otros dos maestros. Juan de Maeda prosiguió hasta el primer nivel entre 1563 y 1582. Cuando falleció, fue Ambrosio de Vico, quien continuó con la faena hasta llegar a los ochenta metros en 1588.
En 1590 aparecen las primera señales de que aquello no aguantaba, que se podía venir abajo porque el sustento no era consistente. Se pusieron cimientos de apenas tres metros cuando, como mínimo, debían ser de ocho.Sobre todo teniendo en cuenta el tipo de terreno limoso –influido por el cauce del Darro–. Así que, visto que la situación de ruina era inminente, se convocaron reuniones al más alto nivel para valorar soluciones a tal entuerto. Y una de ellas fue rebajar las dimensiones de la torre, desmantelando los treinta metros superiores y dejándola tan solo en los cincuenta y siete actuales. Un mal menor si tenemos en cuenta todo lo que podría haber ocurrido.
Ahora, 434 años después, la Catedral de Granada sigue evolucionando como evolucionan los seres vivos. Los arreglos de ahora garantizan que esta joya del patrimonio de Granada siga mostrándose en todo su esplendor como mínimo otros 434 años.
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