Con otras gafas | Juan Vida, pintor
«Mola decir que tu amigo es Miguel Ríos»El artista granadino sigue pintando seis horas diarias ante la atenta mirada de Lola, la perrita malabarista que lo despierta todos los días a las seis de la mañana
Se podría decir que, tras cumplir los setenta, Juan Vida vive felizmente jubilado en Pinos Genil. Y sí, vive feliz, en Pinos y 'jubilado'. Entre comillas porque mantiene el estatus de activo. «Cotizas menos y trabajas lo mismo», comenta entre risas. Porque su lista de tareas no es, desde luego, la del retirado. «Estoy liado con la segunda carpeta de serigrafías para la Alhambra, un retrato de la decana del Colegio de Notarios, unos cuadros sobre el mundo del circo que se quedó anclado en Pinos, una exposición en la galería Menfis y el libro 'El triunfo de los pavos reales' basado en los artículos de mi blog en IDEAL», cuenta el bueno de Juan a modo de retahíla. Y por si todo esto fuera poco, lo dice delante del ordenador, donde está a punto de acabar el cartel del Festival de Jazz. «No me aburro, no», ironiza.
El artista, que pasa seis horas diarias con el pincel en las manos, aprovecha las tardes de verano para leer 'El verano de Cervantes', de su amigo Muñoz Molina. Siempre ante la mirada de Lola, la perrita circense que manipula el 'hula hoop' con la habilidad de Anthony Gatto y que le despierta todos los días a las seis de la mañana.
–Si un escritor tiene miedo al folio en blanco ¿qué temores tiene el pintor al lienzo en blanco?
–En un cuadro hay varias etapas. Si la primera sale bien, dan ganas de dejarlo ahí. Luego, si se complica la elaboración, te asaltan las dudas. Si superas las dos, ya solo quedan los últimos toques.
«El solivianto por las noticias se traduce en falta de calma, lo que necesitas para pintar»
–Tirar a la papelera la página fallida es sencillo, pero en vuestro caso la cosa se complica...
–Desde Goya borrar también es pintar. El perro de Goya se halló quitando una figura femenina que habría detrás.
–¿En su obra hay muchos arrepentimientos?
–Sí, muchos. Soy torpe al pintar 'alla prima'; necesito planificar. Caravaggio decía que un cuadro es un espacio cerrado que cuenta una historia. Yo pinto y borro, pinto y borro, y le doy la vuelta buscando equilibrios y razones que justifiquen colores y líneas.
–¿Tiene alguna liturgia antes de pintar?
–Seguro que sí, pero no la tengo codificada.
–Usted es una persona muy atenta a la actualidad. ¿Hasta qué punto mediatizan las noticias su visión creativa?
–Mediatizan la visión creativa y la vida en general. Las noticias son desoladoras. Vivo soliviantado.
–¿Cómo se plasma ese estado emocional en su pintura?
–El solivianto se traduce en falta de calma, que es lo que necesitas para pintar. Tengo conflicto con la falta de calma y con creerme a mí mismo. Con los años tengo muchas dudas sobre mí y sobre mi pintura. Tardo mucho en hacer las cosas porque no me fío de mí.
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–¿Debe tener el artista una posición ideológica declarada?
–La posición ideológica declarada la tenemos todos, aunque digamos que en política no nos metemos. No hace falta una posición ideológica para pintar o escribir.
–¿Qué hace Juan Vida fuera del trabajo?
–Mucho. Cuido de la familia y la formación de mi hija, fomento la amistad, me lo paso bien, hago manualidades en la casa...
–¿Es manitas?
–Sí lo soy. Con la ayuda de mi hija monto armarios con la gorra, pero estoy muy orgulloso de unos balcones de ladrillo que hice en casa. También me he inventado un artilugio para colgar las sartenes.
–¿Cuál es el sitio de su vivienda donde se siente mejor?
–En el estudio. Pero reconozco mi debilidad por el sillón del sótano en verano viendo la tele.
–Porque en Pinos sigue haciendo fresquito ¿no?
–Bueno, lo hace hasta las doce. Llevo viviendo aquí 34 años. Al principio había que dormir con las ventanas cerradas; ahora, imposible. Las tormentas que se forman a las cinco de la tarde son brutales.
–¿Cómo eran sus veranos de zagalillo?
–Fui un afortunado porque mi familia tenía una piscina pública, la Piscina Granada, en la carretera de la Sierra. Ahí pasaba los veranos, metido en agua con mucho cloro (risas).
«Fui afortunado porque mi familia tenía una piscina y estaba todo el día metido en el agua»
–¿Cómo era la vida social en la piscina?
–Nos juntábamos con los amigos de Lancha de Cenes, las familias fijas... Estábamos todo el día con las fantas, las bolsas de patatas, nadando, tirándonos del trampolín. Luego vinieron los amores. Te ponías vacileta y te echabas novia. Más tarde ya estaba con mi esposa, Luis García Montero, Javier Egea, Muñoz Molina...
–Tiene muy buenos amigos.
–Sí, tengo buenos amigos y ellos tienen un buen amigo en mí.
–¿Cuál es la clave de la amistad?
–Por supuesto la fidelidad, el compromiso y la confianza. La confianza es todo.
–Mola mucho decir que entre sus amigos están Miguel Ríos o Luis García Montero.
–Sí mola. Miguel Ríos, Sabina, García Montero, Muñoz Molina...
–¿Cómo cultiva esa amistad?
–Con quien tengo más contacto es con Luis y Miguel. Joaquín menos porque está siempre en su mundo y sus cosas. Antonio se fue a Nueva York, Madrid, Lisboa, pero de él no he dejado de aprender.
–¿Y qué chulo que tengan obra suya colgada en sus casas?
–Siempre es chulo que alguien tenga tu obra. Es fascinante que sean ellos o una farmacéutica de Valencia que me compró dos cuadros. Es fascinante que alguien se embarque en un gasto brutal para tener una pintura tuya de dos metros cuadrados. Es como si estuvieras colonizando su domicilio.
–¿Mira mucho al pasado?
–Veo muy lejos el pasado y el futuro ya tiene los días contados. Cambia mucho tu percepción de las cosas.
–¿Cómo va el proyecto del Museo Juan Vida?
–Se ha atrancado por parte del Ayuntamiento (de Pinos) porque va muy despacio y porque no se ha aprovechado el momento para pedir el dinero de Europa. Y esta ralentización me ha quitado las ganas de meterme en eso.
–¿Cree que Granada tiene opciones para lograr la Capitalidad Cultural?
–Bastantes porque tiene un bagaje importante. Pero echo en falta una ambición traducida en grandes infraestructuras. El Mundial de Esquí fue un ejemplo. Sevilla y Barcelona se transformaron en el 92. Aquí no hay nada eso. He propuesto 'sotto voce' por qué no se lleva la línea de metro por la Chana hasta la Bobadilla para llegar hasta el futuro centro cultural.
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