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Piedad posa con unas flores en el cementerio de San José. pepe marín
Piedad Santiago

«Mi marido murió como un héroe de la pandemia»

El médico Tomás Ureña falleció en noviembre de 2020 a causa del coronavirus, sin poder despedirse de sus seres queridos

sara bárcena

Granada

Martes, 1 de noviembre 2022, 00:31

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Tomás Ureña fue un «héroe de la pandemia», un médico de familia que durante los momentos más críticos se entregó en cuerpo y alma a sus pacientes, hasta que en octubre de 2020 él también se contagió. Falleció un mes después en el hospital, lejos de sus seres queridos. «Murió dando su vida por los demás», asegura su mujer, Piedad Santiago, que desde el 27 de noviembre de 2020 lucha por mantenerlo siempre vivo en su memoria. Para ella, el Día de Todos los Santos «no es un recordatorio».

La historia de amor de Tomás y Piedad no es «nada romántica», según ella, pero sí guarda «un amor desde siempre y para siempre». Se conocieron jóvenes, haciendo guardia en el Hospital Clínico San Cecilio. Él era residente de Familia y ella, de Endocrino. «En aquel momento, no reparé en él, pero él sí reparó en mí. Aunque era muy tímido, me pidió salir, como antiguamente, en el Paseo de los Tristes, enfrente del Hotel Reúma. Teníamos 26 y 27 años. Fue muy entrañable», cuenta Piedad, nostálgica.

Su noviazgo duró apenas catorce meses. Enseguida se casaron y tuvieron tres hijos a los que educaron siempre «intentando mantener la sencillez de una familia responsable». Para entonces, Tomás ya trabajaba como médico de cabecera y, al igual que otros sanitarios, también luchó por salvar vidas en la primera ola.

Ni un beso

Desafortunadamente, la covid le provocó problemas respiratorios. «Cuando vio que ya estaba muy enfermo, salió por el pasillo de casa, con la espalda que tenía, muy ancha… No quiso ni volverse, no quiso darnos un beso ni a mi hijo ni a mí. Se fue diciendo que iba al hospital y que sabía que se moría», recuerda su mujer.

Poco después, Tomás sufrió un tromboembolismo pulmonar. Para Piedad, ese fue el día en que su marido falleció. Entró en la UCI acompañada de su hijo pequeño, pero «el espectáculo era dantesco». «Auxiliares, enfermeras y médicos llorando; sábanas tiradas por el suelo manchadas de sangre; muchos respiradores sonando; gente muy enferma... Fue terrible, pero ahí nos llenamos de entereza. Ahí fue donde nos despedimos realmente», apunta Piedad, a pesar de que la fecha oficial es el día 27.

Lo peor para ella fue que durante sus últimos días no le permitieron acercarse a verlo ni una vez. «Fue horrible. Cada vez que tenía una palpitación pensaba que él estaba sufriendo otra fibrilación auricular, otra taquicardia, pero para entonces ya estaba en coma», añade. En realidad, Piedad ya sabía lo que iba a ocurrir. «Entraba en su historial todos los días y cuando vi lo que crecía en su pecho, supe que esa semana mi marido no iba a salir de la UCI», señala.

El último adiós de Tomás fue un mensaje de WhatsApp. No podía hablar, ni ver a nadie. «Eso fue lo más triste», confiesa Piedad. Desde entonces, pasaron meses hasta que pudieron trasladarlo a Jaén, su ciudad natal, donde lo incineraron y organizaron la misa funeral en una de las iglesias más grandes.

«Tomás tenía muchísimos amigos, pacientes y compañeros que lo querían. La iglesia estaba llena. El sacerdote pidió que guardáramos las medidas de seguridad, pero era imposible. Fue un adiós tardío, muy trágico, pero a la vez muy tranquilizador», asegura ella.

Hoy, Piedad tiene claro que Tomás ha dejado un legado «muy grande» a sus hijos, que «se pueden mirar en el espejo y ver a su padre, saber quién era él. Honrado, trabajador, formal… Un hombre legal». Por eso, para ella, él siempre está ahí: «Es mi pasado, pero también es mi presente. Mi colega, mi marido, mi amor».

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