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Miembros de la asociación Amigos del Sáhara posan junto al camión cargado de paquetes para los niños. PEPE MARÍN

Lotes de cariño metidos en 160 cajas

Envío solidario. Familias de Granada mandan a sus niños saharauis los productos y caprichos que no pudieron llevarse por culpa de la pandemia, que se ha cargado ya dos de estos viajes

Laura Ubago

Granada

Miércoles, 24 de febrero 2021, 00:29

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Rocío Guerrero tenía 21 años cuando vio una información en este periódico que animaba a las familias a la acogida, en verano, de un niño saharaui. Entonces sintió un flechazo con esta aventura solidaria y, aunque no tenía el perfil clásico de hogar que recibe a estos pequeños, la vieron con tantas ganas que no pudieron decirle que no y se encontró de pronto con Hamza y su mirada de alegría de poder librarse del calor del desierto una temporada.

Por la vida de esta joven, que ahora tiene 27 años y está embarazada, han pasado cuatro niños saharauis, y su bebé –si es una niña– se llamará Aluma como la pequeña que tiene su cuarto montado en su casa de Chimeneas y que no pudo venir el verano pasado por la pandemia. Tampoco podrá viajar estas vacaciones ni cortar tomates, ni bañarse en la piscina con los padres y suegros de Rocío, a los que llama abuelos.

Tal es el amor por sus niños saharauis que Rocío planeó su boda en verano –este pasado– para que Abdiyelil y Aluma pudiesen ser sus padrinos. No pudo ser y tiene la esperanza de celebrarlo con ellos cuando ese viaje sea posible. La luna de miel era a la tierra de estas familias saharauis que son, por supuesto, parte de la suya.

Para Hamza y Abdiyelil y para Adnae y Aluma, Rocío ha preparado dos cajas que salieron ayer en un camión hacia el puerto de Alicante y que llegarán al Sáhara a mediados de marzo. En este trailer la Asociación Granadina de Amistad con la República Árabe Saharaui Democrática cargó ayer los 160 paquetes que las familias granadinas han enviado a sus niños, que los objetos que se hubiesen llevado de Granada si hubiesen podido venir este verano, con el programa 'vacaciones en paz', que también se suspenderá en este año y hasta que la pandemia no se supere.

Hay que tomar precauciones. Si la covid entrase en los campamentos sería devastador así que se ha decidido cancelar los viajes durante el verano pasado y también este.

El presidente de la asociación, José Manuel Pérez Castillo, cuenta que las cajas tienen hasta 40 kilos así que viajarán 6.400 kilos de productos granadinos hasta el corazón del desierto donde son tan necesarios. «El kilo les sale a las familias mandarlo de esta manera por unos 1,6 euros, 25 euros por caja, algo que les costaría más de 100 euros por mensajería ordinaria», apunta el presidente de esta entidad que ha puesto unos 8.000 euros –recaudados de sus cuotas y subvenciones– para que el camión, cargado desde Gójar, llegue a su destino. Hasta éste será donado.

La idea era mandar los paquetes muchísimo antes pero cerraron a cal y canto la frontera de Argelia, que han vuelto a abrir hace poco.

Ropa y zapatillas

Ropa de invierno, zapatillas de deporte, productos de higiene, material escolar, aceite de oliva y ahora también mascarillas y gel, son los productos que rellenan estas cajas que van cargadas de cariño y que los niños esperan con muchísima ilusión. «Allí lo comparten todo. Cuando fuimos a verles, los niños abrían una bolsa de caramelos y la repartían con todo el barrio», recuerda Rocío Guerrero, que además le ha mandado a Aluma, ketchup y al niño, algunos dulces porque «es muy dulcero».

También ha mandado cuatro cajas Montse Gutiérrez, de Benalúa de las Villas, que pese a que ha tenido que cerrar su negocio de hostelería manda hasta tablets y teléfonos a sus niños saharauis. «Me dicen que le piden a Alá que me toque la lotería», expresa emocionada. Montse, de hecho, tiene a su niña saharaui mayor, de 27 años, viviendo aquí con ellos. Trabaja cuidando a una persona mayor y reúne dinero para ayudar a su familia. «Ella me hace un bizum y yo hago una transferencia. Está contenta de poder colaborar con ellos», expresa esta granadina que pese a que vive un bache económico no renuncia a colaborar y a mandar cosas a sus niños con los que se comunica con frecuencia.

En ese camión también van la caja de Marisol Oña y su familia para que la reciba Jadiya y sus hermanos. Cuentan entre risas que le han echado algo de chocolate porque le encanta y zapatillas de deporte. «Esperamos que pronto puedan reanudarse los viajes y podamos volver a ver a nuestros niños», esperan.

Rocío se emociona cuando habla de sus niños saharauis. Tienen sus cuartos intactos en su casa de Chimeneas y a pesar del bebé, piensan seguir trayendo a estos chavales a «quitarles de la calor». «Les he mandado zapatillas porque, aunque allí van descalzos, quiero que se adapten mejor cuando vuelvan», en ese viaje truncado que tanto ansía.

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Lotes de cariño metidos en 160 cajas