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José Manuel Con es el librero religioso de la calle Príncipe. Ramón L. Pérez

El librero del corazón de Granada

Personajes granadinos de barrio ·

José Manuel Con es el alma de la Librería Sagrado Corazón, un negocio centenario donde adquirir publicaciones y objetos religiosos de todo tipo

Yenalia Huertas

Granada

Sábado, 27 de marzo 2021, 00:16

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Cálices. Copones. Una Virgen María y un Jesusito con oraciones en seis idiomas convertidos en peluches de regalo para Comunión. Rosarios de nácar. Crucifijos de madera o metal para colgar en la pared o en el cuello. Imágenes marianas y de santos en distintos tamaños. Velas litúrgicas. Libros de bolsillo sobre los Sacramentos, los Milagros de Jesús o las Bienaventuranzas. Cuidadas ediciones de la Biblia. O imanes navideños con el Nacimiento para la nevera. Cualquier artículo religioso que uno pueda imaginar se vende en un histórico comercio de Granada: la centenaria Librería Sagrado Corazón, que se halla en la calle Príncipe de la capital y que ha sobrevivido a todas las crisis del último siglo, incluida la de los valores.

Cuatro generaciones han pasado ya tras el mostrador de este mítico establecimiento del Centro, que no podía estar localizado en mejor sitio: el corazón de la ciudad. Allí lleva desde los años 20 del siglo pasado, aunque inicialmente ocupaba el local de enfrente, situado en el número 6 de la calle, hoy vacío. En su actual emplazamiento, el número 11, está desde los años setenta. Se mudó ahí cuando ya José Manuel Con Pintor había relevado a su padre, que se llamaba Francisco y heredó el negocio y el oficio a su vez de su abuelo Isidro. Ahora, la librería la regenta uno de los tres hijos de José Manuel, Javier, pero es habitual seguir viéndolo a él por allí con su esposa Josefina, con la que contrajo matrimonio en la Parroquia de Montserrat, en la Avenida Cervantes, hace más de cinco décadas.

Monja

Cuando IDEAL abre la puerta para acceder al interior de esta librería, se cruza con una monja carmelita. Las religiosas y los sacerdotes son clientes habituales de este negocio, que tendrá unos 30 metros cuadrados (incluida la trastienda) y miles de artículos cristianos (entre 5.000 y 10.000). Aunque las publicaciones de editoriales religiosas sean su especialidad, sus estanterías y vitrinas está colmadas de otros muchos productos relacionados con la Iglesia. Como este comercio, según especifica Con, perviven otros dos en la urbe: «Paulinas y Peinado». Una está en Pedro Antonio de Alarcón y la otra, en Calle Elvira.

Fachada del establecimiento, que lleva abierto desde los años 20 del siglo pasado y va por la cuarta generación. Ramón L. Pérez

Dentro de esta tienda se respira el fervor de sus propietarios, que son «católicos practicantes» y han inculcado sus creencias a sus vástagos. Con ha sidotestigo inevitable de la evolución que han experimentado los sentimientos religiosos en las últimas décadas. «Hace 20 años, esta entrevista no podríamos hacerla así (a mediodía y dentro del local), pues la librería estaría abarrotada», asegura José Manuel. Las cosas y la sociedad han cambiado mucho. Quizás por eso gran parte de su clientela sea «la gente mayor».

«¡Pero también vienen niños!», interrumpe el hijo del librero desde el otro lado del mostrador. «El otro día entró uno que se sabía todas las imágenes y se las fue diciendo a su madre; tendría unos diez años», añade. Antiguamente, la gente religiosa era la mayoría y ahora es la minoría», asevera José Manuel, que enfatiza cómo han cambiado los regalos en las comuniones. Antes se regalaban presentes relacionados con la Primera Comunión, pero ahora, los móviles, las bicis o los patinetes han sustituido a los rosarios infantiles o aquellos tradicionales álbumes, libros de firmas o diarios con bolígrafos a juego. «Hemos tenido primores, como biblias encuadernadas con las tapas de carey», precisa. Ahora, prácticamente no se demandan.

El librero hojea con su hijo Javier, que le ha relevado al frente del negocio, uno de los títulos que se pueden adquirir en su establecimiento. Ramón L. Pérez

«Antes vendíamos muchísimo la Biblia familiar», rememora el librero, que desde pequeñito quería serlo y, cada vez que tenía un ratillo, se escapaba al establecimiento de su progenitor, que por aquele ntonces tenía también una imprenta. «Antes en todas las casas ponían en la puerta la placa del Corazón de Jesús, el cuadro de la Santa Cena, el Niño Jesús y un corazón del Niño Jesús entronizado. Ahora eso ha desaparecido», señala el hombre, para corroborar que las ventas han bajado muchísimo. Cada vez tienen menos salida, por ejemplo, los libros de Teología y los de rezo, pues «ahora las monjas tienen tabletas en sus conventos».

José Manuel y su familia son extraordinariamente educados, tolerantes, respetuosos y amables. Llevan a gala ser religiosos, ser miembros de la Iglesia, y desvelan que su parroquia es la de Regina Mundi, aunque también suelen ir a las Carmelitas. Predican con el ejemplo, pues para tener un establecimiento tan especializado como el suyo, donde todo lo envuelve el espíritu católico, es necesario profesar la fe cristiana. «Hombre, es lógico, si no sería un contrasentido», sonríe.

A la hora de recomendar una lectura, este afable librero, que al hablar sesea y deja asomar su vasta cultura religiosa, no lo duda: 'El regreso del hijo pródigo', «que es un estudio del cuadro de Rembrandt, maravillosamente hecho y un libro que se lee dos veces».

De las joyas que ha tenido en venta, resalta una que ya no comercializa: «el rosario de azabache, pero de auténtico azabache y no lo que se vende como tal». Sus cuentas, explica, estaban talladas a mano por un señor de Asturias que ya murió. «A través de mi padre, tenía amistad con él y sus señas, y me proporcionaba las cuentas», recuerda. Hoy, piezas similares pueden encontrarse en algunas joyerías «pero con las cuentas redondas». Por eso no, para Con, no son tan especiales.

José Manuel, que tiene 79 años y muchas anécdotas acumuladas a lo largo de su vida de comerciante, dejó la librería a su hijo en 2015. Ha conocido –aunque no personalmente– a varios Papas. El primero fue, como recuerda, «Pío XII». Entre sus preferidos sitúa a Juan Pablo II y a Pablo VI, aunque «todos han dado un pasito y han hecho algo», matiza.

Con presume de que a todos los curas les habla «de tú», pues a gran parte de ellos los ha visto crecer. «Yo digo que son mis niños que han crecido», indica, para admitir a continuación que el descrédito imperante en la sociedad actual le genera cierta desazón. «¿Qué vamos a hacer? Hay que aceptar las cosas como vienen, no hay otra». Amén, José Manuel.

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