Un largo viaje a Granada para salvar la vida

Sambel camina tranquilo por los pasillos del Virgen de las Nieves. Ya conoce el hospital. Al fin y al cabo, el último mes lo ha pasado entre el general y el Materno-Infantil, rodeado de cardiólogos, pediatras, anestesistas y demás profesionales, también de la UCI. El chico, que tiene 17 años, nació con una malformación que fue evolucionando hasta provocarle problemas de corazón graves. Había que operar. Pero en Guinea Bissau, su país de origen, no hay medios suficientes, así que la asociación Infancia Solidaria ha hecho todo lo posible para traerlo a un lugar donde pudiera salvar la vida, Granada.

Cuando llegó a finales de mayo, Eva Gutiérrez le abrió las puertas de su casa. Médico en Urgencias de Traumatología, ha dedicado toda su vida a la cooperación y es la segunda vez que lo hace con esta asociación. Tiene una hija biológica, otro adoptado y una sobrina en acogida, pero en su familia «siempre hay sitio para uno más». «Sambel y ellos han hecho piña. Tienen edades muy parecidas y el idioma no es un problema. Él habla portugués y mi niña se ha encargado de enseñarle español en tiempo récord», cuenta esta madre.

Con semejante respaldo, el adolescente quedó en manos del jefe de Servicio de Cirugía Cardiovascular, José Manuel Garrido. Él es quien dirigió la intervención, de mucha complejidad y que duró cerca de seis horas. «Sambel tenía una malformación congénita y no adquirida que había ido evolucionando hasta afectar a la función del ventrículo izquierdo. Usamos una máquina que hace de corazón y pulmón a la vez y mantiene al niño vivo mientras abrimos la cavidad, en su caso, la aorta», explica el doctor.

Sambel no ha pasado por esto solo. Además de su familia de acogida, a su lado ha estado Solagne, también guineana, de 16 años. Sufría una insuficiencia cardíaca por una fiebre reumática, una complicación de la faringitis estreptocócica mal tratada. «Esto ha impedido a una válvula de su corazón cerrar correctamente. Es una enfermedad que hace tiempo que no se ve en nuestro medio, en Europa, donde el acceso de los niños a terapias antibióticas es mucho más frecuente», apunta Garrido, que también la ha operado a ella.

Pero hay una tercera paciente, Assanato, de 18 años, con la misma patología que Solagne. Sin embargo, su estado era tan grave que tuvo que retrasar su viaje a Granada un mes. Cuando llegó, la ingresaron para intentar que estuviera en las mejores condiciones posibles para la operación. Aunque ha sido «satisfactoria», sigue recuperándose en la UCI. Con ella, ya son 14 los menores de Guinea Bissau atendidos en el Virgen de las Nieves desde 2019 gracias a Infancia Solidaria.

En los casos de Solagne y Assanato, como están a un paso de ser adultas, lo normal sería sustituir sus válvulas por prótesis, «pero siguen creciendo y es posible que en su país no se puedan encargan del mantenimiento». Por eso, su cirujano ha preferido «reparar» el corazón, que es «más complejo». «Eliminamos el tejido enfermo y sustituimos por otro, normalmente de su propio pericardio. Habitualmente, no necesita anticoagulación y permite que la válvula crezca a la vez que ellas», comenta Garrido.

Los tres niños despertaron en la UCI. «No es sencillo. Van inconscientes, sedados, y cuando abren los ojos están en un entorno extraño, sin su familia y con la barrera del idioma. La última ni siquiera sabe portugués, pero se han portado muy bien», admite el jefe de postoperatorio de cardiaca, Manuel García. Allí, comprobaron «que no existiera sangrado y sus pulmones y corazón funcionaran bien, sin apoyos». «Son cirugías muy largas y complejas, pero no ha habido complicaciones», celebra la jefa de Anestesiología del Materno, Cristina Guerrero.

Ahora tocan revisiones. Durante una de ellas, IDEAL ha podido conocer a Sambel y Solagne. El muchacho se dirige a consulta luciendo su camiseta del Arsenal, pero en cuanto le dicen que el Barcelona «es mejor», deja bien claro cuál es su equipo favorito: el Real Madrid. Y de ahí no hay quien lo mueva, «ni Lamine Yamal», advierte. El fútbol le apasiona y estos días lo está disfrutando mucho por televisión. Aunque lo que más le gusta de aquí es que puede comer «todo lo que quiera».

La chica, más tímida, tiene una sonrisa que se contagia. Mientras espera para una ecografía, cuenta que le encanta la música. «Aquí ha descubierto que le gusta Bisbal. No sabemos si por sus canciones o por guapo, ¿verdad?», bromea su padre de acogida, Francisco González, mientras le da golpecitos con el codo. Él y su mujer trabajan y tienen tres niños de 13, 10 y 4 años. Han necesitado una «red colaborativa» para cuidar de ella. «Nos hemos volcado todos, hasta los abuelos estaban deseando conocerla. Ahora disfrutamos de unos días juntos en la piscina».

Quienes colaboran con Infancia Solidaria animan a otros granadinos a hacerlo. Esta es la realidad de miles de familias en países empobrecidos. «El 90% de niños con cardiopatías no tiene acceso a recursos. Cuando vienen aquí, es un reto para los profesionales, auque tengan experiencia, pero la cirugía les salva la vida», subraya la cardióloga pediátrica Francesca Perín. Esta atención es privada en gran parte del mundo. Su conclusión es clara: «La sanidad pública es uno de los mayores logros de nuestra sociedad y no podemos permitirnos perderla».

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