El intendente que creció en Cartuja
Personajes granadinos de barrio ·
Alberto es uno de los jefes de la Policía Local de Granada y no duda en patrullar siempre que puede por el Polígono, donde le tratan como el vecino que fueAlberto Pérez tiene su despacho en la Huerta del Rasillo. Siempre anda muy ocupado con el papeleo policial, pero accede a hacer una pausa para sentarse con IDEALen uno de los bancos de la Plaza del Carmen, frente al Ayuntamiento del que depende. Va uniformado y, de pronto, un chico joven se le acerca un tanto despistado. El muchacho mira al agente con cara de alivio. «Perdone, ¿una sucursal de Bankia por aquí cerca?». Alberto primero le explica que ha habido una fusión bancaria y que ahora debe buscar una oficina con el rótulo de La Caixa. A continuación, le da las coordenadas exactas amablemente. «Tienes una muy cerca: justo ahí bajando la calle», le indica. El adolescente lleva un sobre y se despide agradecido.
Esa es una de las cosas que más gustan a Alberto de su trabajo: «ayudar a la gente». Aunque nació en Éibar (País Vasco) porque su padre se marchó allí a trabajar en una fábrica, se siente granadino. Lleva en la capital de la Alhambra prácticamente toda su vida, desde los cinco años. Es el tercero de cuatro hermanos y creció en el barrio de Cartuja, uno de los más «famosos» de la Zona Norte en el ámbito policial. Vivió cerca de Tráfico. Estudió Empresariales y Derecho, una formación que aflora nada más empezar a hablar. Educado, correcto y muy formal en el trato, el intendente improvisa a la perfección cada una de sus respuestas.
Su vasta cultura, que él reduce humildemente a «buena memoria», le llevó a 2016 a participar en el mítico programa 'Saber y Ganar', donde ha vuelto a concursar ahora. El programa se grabó hará un mes y está en emisión los fines de semana. En la anterior ocasión, permaneció 26 días en pantalla.
Pérez comenzó a vestir el uniforme en 1999 y no duda ni un segundo al afirmar que volvería a elegir ser lo que es. En realidad es más que policía local: ha ido ascendiendo y ahora puede presumir –aunque no lo hace– de ser uno de los jefes del cuerpo, que cuenta en la actualidad con 430 agentes. «Soy portavoz de la Policía Local», explica afable, para añadir que su cargo no le frena a la hora de patrullar la ciudad y, en especial, el que fue su barrio, donde le conocen y tratan como el vecino que fue. Le gusta hacer cosas por la ciudadanía. «Lo mejor de ser Policía Local de Granada es el contacto que tenemos con la gente. Para mí es primordial», insiste.
Vulnerables
De su anecdotario como agente pone de relieve cualquier actuación con niños. «Los menores son las personas más vulnerables», recuerda, dejando aflorar el instinto de protección que nace con los hijos. Él tiene una. Y al referirse a ella sonríe con los ojos. Lo hace en general al hablar de su familia. Su ocio, de hecho, trata de dedicárselo a los suyos, además de a los libros (le encanta la novela histórica y actualmente se está leyendo 'El laberinto en un junco') y al deporte (practica fútbol, ciclismo y natación). También tiene animales: una perra y un gato que se llevan a la perfección.
Alberto ha puesto multas, claro, aunque hace ya tiempo que no saca su boletín. La más alta, rememora, fue a un medio de transporte que no llevaba el toldo pertinente. La omisión le salió al conductor por 3.000 euros.
Pérez opina que Granada es «una buena ciudad» para ser agente. Al no ser ni grande ni pequeña, el nivel de delincuencia no tiene nada que ver con el de otros núcleos urbanos: «es bajo». «Gracias a la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y a la propia idiosincrasia de la ciudad podemos disfrutar de esa garantías, resalta.
Inicios
Los inicios policiales de Pérez, que tiene 45 años, fueron en Almuñécar, donde permaneció un mes y medio antes de venir a Granada. «La vocación me vino un poco tardía. Siempre me ha gustado mucho el deporte y vi que siendo policía podía conjugar la vida activa con mi puesto de trabajo».
Un intendente como Pérez está incardinado dentro de la escala técnica de la Policía Local (hay tres: la básica, la ejecutiva y la técnica). Sus funciones son fundamentalmente organizativas y es el agente que facilita la información oficial a los medios. Él, como sus compañeros, vela por el cumplimiento de las ordenanzas, ante fenómenos, por ejemplo, como el botellón. La proliferación de patinetes eléctricos, como admite, ha sido un reto reciente.
A este intendente no le gusta encasillar a la gente a la hora de valorar el trato que recibe el cuerpo por parte de los ciudadanos. Hay tanto personas mayores como jóvenes que se comportan con sumo cariño y otras que no. «Siempre hay algún díscolo que se sale un poco de la raya, pero en general sí nos tratan con respeto», comenta.
Aparte de la portavocía, en la que Alberto vence cada día su timidez, se encarga de la intendencia de Servicios Especiales, del Grupo de Policía Judicial y del de Mujer y Menor. Y aunque siempre suele estar rodeado de papeles procura no perder el contacto con los barrios. Durante la pandemia, acompañó incluso a sus agentes a felicitar a cumpleañeros. Necesita ser útil a los demás y eso, Alberto, le honra... como policía y como persona.
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