Incertidumbre en Montefrío

El bar de Pedro es una atalaya que vigila la entrada de Montefrío. Desde su terraza se ven los coches entrar y salir por la carretera, cuesta arriba. El municipio de Montefrío está abierto y los habitantes campan a sus anchas por las calles, con un extraño ambiente de 'western' flotando en el aire.

Hay tensión. Ayer fue el primer día que Pedro abrió su establecimiento, después de una semana de cierre. «Las facturas no se pagan solas», recuerda. Pero no sabía cuánto tiempo iba a estar abierto.

La pugna entre la Junta de Andalucía y el fallo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) deja al hostelero en la imposibilidad de trabajar con previsión. De hecho, por la tarde se supo que la Junta volvía a confinar perimetralmente Montefrío a la espera de que el TSJA vuelva a pronunciarse. Así, llenar la nevera o hacer cualquier plan están fuera de sus posibilidades.

Esta incertidumbre la comparte un compañero de profesión, Rafa, que acudía a la terraza para charlar con Pedro, a la sombra de los cerros de Montefrío. Días antes, la Junta de Andalucía declaró que los comercios no esenciales debían permanecer cerrados en Montefrío, restricción que se 'levantó' en un BOJA extraordinario el martes por la tarde, pero se volvió a imponer el miércoles, tras la reunión del comité de alertas provincial.

«La gente se iba simplemente a los bares de otros pueblos. No tiene sentido. En Huétor Tájar, las terrazas de los bares están llenas de gente de Montefrío», explica uno de los restauradores. Ayer, la mayoría de los bares cerró, pero ellos decidieron abrir.

Tampoco Mª Ángeles Ortiz, farmacéutica y secretaria de la Asociación de Comerciantes de Montefrío, les ve sentido a las normas: «Me parecen medidas muy atropelladas, sin planificación ninguna, que están afectando a la población de Montefrío. Ayer el pueblo estaba abierto, pero los comercios tenían que estar cerrados. No tiene sentido alguno. Necesitamos que los gobernantes se aclaren». Ortiz apoya incondicionalmente a los hosteleros y pide menos «bandazos» por parte de las autoridades.

«La gente ha perdido un poco el miedo y ha bajado el cuidado, que eso es lo que nos está matando» se quejaba Jesús, de 61 años, que atiende en una librería del pueblo. Él quiere que el municipio se cierre, y que los habitantes sean responsables para prevenir la covid. Pero no parece ser siempre así.

«Aquí llegó una chica joven, y con total naturalidad, confesó que tenía el coronavirus, y estaba aquí comprando un par de regalos en mi tienda», relata el comerciante con cierto espanto. Es un ejemplo anecdótico de una impresión que tiene el pueblo en cuanto a la poca responsabilidad de ciertos vecinos.

Andrés, otro montefrieño, también cree que lo más beneficioso para el pueblo es el cierre perimetral. «Hay que hacer lo que sea mejor para todos. Yo he oído rumores de que ha habido una fiesta grande. Yo no he ido a bares ni nada», asegura.

La alcaldesa del pueblo, Remedios Gámez, que ha llamado a un confinamiento voluntario, también apunta a esa relajación como principal causante del aumento de los contagios. «Nos ha sorprendido mucho. Nunca hemos tenido esta tasa de incidencia. La gente se ha relajado. Tenemos que salir solo para lo estrictamente necesario. Es una responsabilidad individual, independientemente de que haya cierre perimetral», asegura la primera edil.

Sin embargo, los testimonios de montefrieños revelan que muchos no le están haciendo caso a la alcaldesa y los principales afectados vuelven a ser los comerciantes, a los que están volviendo locos las decisiones contradictorias del Gobierno andaluz y el TSJA. De momento, vuelven a estar confinados y con todo lo no esencial cerrado desde la medianoche del miércoles, hasta que el Alto Tribunal se pronuncie.