Un hotel para que los bichos se sientan como en casa
Personas con discapacidad intelectual fabrican y difunden productos ambientales como bombas de semillas, casas-nido o refugios para insectos, murciélagos y salamanquesas
Inés Gallastegui
Granada
Jueves, 15 de mayo 2025, 00:10
El biólogo Juan Ardoy y el ambientólogo Pedro Rosellón llevan veinte años ofreciendo servicios educativos, culturales y ambientales a través de su empresa IDEA, pero hace unas semanas recibieron un «empujón» en forma de subvención de la convocatoria extraordinaria de la Fundación Unicaja que les permitirá desarrollar a lo largo del próximo año un nuevo proyecto de integración sociolaboral, participación ambiental y educación en valores. Con esos 28.000 euros afianzarán su experiencia previa en su plan más ambicioso: formar a personas con diversidad funcional para fabricar productos ambientales como cajas-nido para pájaros, hoteles de insectos o bombas de semillas y que ellos mismos difundan después esos productos en centros educativos.
Lo han llamado Vario Pinto porque fomenta la diversidad en la naturaleza, pero también entre los seres humanos. «Las personas con diversidad funcional muchas veces han sido tratadas de forma despectiva, como bichos raros. Y a los bichos los maltratamos, lo pisamos y no nos damos cuenta de la importancia que tienen», argumenta Juan Ardoy en el Parque de las Canteras de La Zubia, donde también llevan a cabo un proyecto de restauración paisajística de la antigua explotación minera.
Vario Pinto comenzará a desarrollarse en los próximos días con una treintena de usuarios con discapacidad intelectual en dos centros ocupacionales de la provincia, Jabalcón en Baza y La Boronda de la Fundación Purísima Concepción en Alfacar, con quienes llevan trabajando ya varios años.
«Subidón de autoestima»
«No se trata solo de darles una ocupación laboral, sino que disfruten de un proyecto educativo y de sensibilización ambiental», matiza Ardoy, quien destaca el «subidón de autoestima» que supone para estas personas acudir al campo o a las aulas para explicar a escolares o a universitarios cómo se hacen y para qué sirven las casitas para pájaros o las bombas de semillas, en las que son auténticos expertos porque las han visto funcionar sobre el terreno.
Su propósito es que los compren clientes particulares, ONGs, colegios, empresas y administraciones públicas para utilizarlos con fines científicos o de sensibilización en sus jardines, huertos o espacios naturales.
En los hoteles de bichos se habilitan pequeñas habitaciones 'amuebladas' para acoger a diferentes tipos de insectos
Los hoteles de bichos son estructuras realizadas con palés usados en las que se habilitan pequeñas habitaciones 'amuebladas' para acoger a diferentes tipos de invertebrados amenazados por el uso de pesticidas o los hábitos humanos que destruyen sus hábitats. «Por ejemplo, ponemos hojarasca para que las mariquitas hibernen, tubitos para que las abejas alfareras pongan sus huevos o madera muerta para alimentar a los escarabajos en fase de larva. La idea es dar servicios a muchos inquilinos distintos», explica Ardoy.
En los centros ocupacionales se fabricarán también refugios para salamanquesas –«Necesitan un escondite para pasar el día, pero con la nueva arquitectura no tienen las ranuras»– y para murciélagos, cajas-nido para pájaros –«Los árboles jóvenes no tienen huecos donde puedan anidar»– y composteras, también hechas con palés reciclados, para convertir residuos orgánicos en abono.
¿Quién es el mal bicho?
Las bombas de semillas son pequeñas cápsulas de arcilla rellenas de simientes y humus que germinan al mojarse con la lluvia, creando un pequeño manto de suelo fértil. «Son plantas de vida corta, pero dejan un bonito cadáver, como los rockeros, porque agarran en el suelo degradado», resalta el experto, que junto a su compañero prepara una nueva 'receta' con plantas ricas en néctar y nutricias para las orugas –futuras mariposas– y otros insectos polinizadores.
Se trata, en resumen, de darle la vuelta a nuestra habitual hostilidad hacia muchos animales que nos prestan servicios ambientales clave. Como explica el biólogo, no queremos pulgones en nuestros jardines, pero limpiamos la hojarasca e impedimos que se reproduzcan las mariquitas, sus voraces depredadores. Nos preocupa la fiebre del Nilo, pero nos dan repelús los murciélagos o las salamanquesas, que son los mayores cazadores de mosquitos en el turno de noche. Y cortamos los árboles de las ciudades sin darnos cuenta del papel ecológico de las aves que tanto los necesitan. ¿Quién es el mal bicho?
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