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Bicis, patinetas y coches en el cruce de Recogidas con Camino de Ronda.

El cruce de Recogidas y los ciclistas híbridos: «Un día se llevarán un susto»

Crónicas de Graná ·

Un ciclista baja por la calzada, ralentizando a los coches, hasta que llega al semáforo y entonces... cambia a modo peatón

Sábado, 22 de febrero 2020

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Un taxi baja despacio por Recogidas. Muy despacio. Lleva delante a un ciclista que recorre la calle como un vehículo más. «En realidad lo está haciendo casi bien», dice el taxista, elevando su voz por encima de los cláxones que se aturullan a su espalda. «Va por la carretera, como tiene que ir -sigue el conductor-. Le falta el casco, el chaleco y las luces reflectantes, pero oye, va por su sitio». Conforme se acerca al cruce con Camino de Ronda, el semáforo se pone rojo y la fila se paraliza. Entonces, el ciclista sube la rueda a la acera de la derecha, se incorpora al paso de peatones y cruza a la acera de enfrente, para seguir por el carril bici. «Eso ya no», lamenta el taxista.

9 grados a las 9.00 horas, pone en la pantalla. El Café Nueva Ronda es una de las pocas cafeterías que quedan en la zona. Sus paredes están repletas de paisajes urbanos de Granada. «Buenos días, Pepe», dice una chica al entrar. «¿Manchada y media de tomate?», responde Pepe, el camarero, que no necesita ninguna contestación. Conforme prepara el desayuno, otro hombre se apoya en la barra. Pepe se gira de medio cuerpo y le saluda, «buenos días, Guillermo, ahora mismo». Otro tipo pide la cuenta y paga el 1,40 de su café solo, para llevar, con una moneda de un euro y otra de cincuenta céntimos. El camarero le da de vuelta sesenta céntimos.

-No, Pepe, que me has dado de más.

-Anda, es verdad. ¡Gracias!

Vistas desde la esquina de Recogidas, en el cruce con Camino de Ronda.

El olor a café flota en la esquina de Recogidas con Camino de Ronda. En el bordillo del escaparate de un dentista que tiene nombre de detergente, hay tres vasos de cubatas de plástico. Uno de ellos no está vacío. «Este no se la pudo terminar», bromea Araceli, que va a sacar el coche del garaje. El paso de peatones, por la mañana, parece la línea de salida de una carrera muy loca, como aquellas de Pier Nodoyuna y Patán. Cuando el semáforo se pone en verde, los corredores marchan a toda velocidad, como si alguien les hubiera explotado un petardo en el culo, pero hay uno que les gana de cabeza: un patinete eléctrico que vuela.

El semáforo del cruce va tal que así: 53 segundos en verde para los coches, 17 segundos para los peatones y otros 50 'ni pa ti ni pa mí'. En el cruce confluyen cinco corrientes: los peatones clásicos de toda la vida; los peatones que salen del metro; los ciclistas y patinadores que llegan por el carril bici; los ciclistas y patinadores que bajan Recogidas por la calzada; y, claro, el resto de vehículos.

53 segundos en verde para los coches, 17 segundos para los peatones y otros 50 'ni pa ti ni pa mí'

Y luego están los híbridos: patinetes que llegan por el carril de Camino de Ronda y, si se encuentran el semáforo rojo para peatones pasan a modo motor y se incorporan a la calzada. Como ese ciclista que, al llegar al semáforo, parado entre varios coches, se baja de la bici, camina por la acera, gira la esquina y se vuelve a subir en Camino de Ronda. Y también la chica que baja Recogidas en su bicicleta, aprovecha los 50 segundos 'ni pa ti ni pa mí' para adelantar a los coches, saltarse el semáforo y seguir calzada hasta que se cruza con la marea que trae Camino de Ronda. «Un día se llevarán un susto», lamenta Luis, jubilado de 73 años que destaca en el cruce por ser uno de los pocos que camina mirando al frente.

Teléfonos

Una persona al teléfono ya no es alguien que charla con un aparato que sostiene junto a su oreja. Uno puede ir con el teléfono en la mano, a la altura del ombligo, consultando sus redes sociales o escribiendo un whatsapp. O sosteniendo el móvil frente a la boca, tumbado, como si fuera una bandeja de canapés mientras manda un audio. Lo que está definitivamente de moda son los auriculares inalámbricos que parecen palillos de dientes blancos con una aceituna en la punta.

El cruce de Recogidas sigue siendo magnífico para remeterse la camisa por el pantalón. Eso hace Paco, «aunque todos me dicen Paquito», que lleva el periódico enroscado bajo el brazo. El quiosco de la esquina está cerrado, pero en su escaparate hay revistas de este mes. «Lo van a reabrir», dice Paquito. «Pregúntale a Fernando», añade. Fernando es uno de los responsables del quiosco que hay más arriba, en Pedro Antonio de Alarcón. «Sí, la semana que viene nos vamos para allá, de vuelta a nuestro sitio. Nos cambiaron aquí hace años... y por fin volvemos», explica muy contento.

Lo que está definitivamente de moda son los auriculares inalámbricos que parecen palillos de dientes blancos con una aceituna en la punta

Junto al quiosco de Recogidas hay una caótica fila de bicicletas esperando a que el semáforo se ponga en verde. Una señora se coloca detrás de ellas, como el que espera su turno en la charcutería. «¿Van a cruzar?», pregunta con una voz melosa. «Sí, pero pase usted, que yo me meto por el laíllo y me escapo», responde educadamente un híbrido.

A las 9.59 horas siguen los 9 grados. El poso del café, en el cartón, no sabe igual de bien.

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