La emotiva historia del abuelo de Granada que toma el sol junto a su canario

Encontrar a personas mayores en las plazas de los barrios de Granada sentadas al sol es una estampa bastante común en la ciudad. Sin embargo, no es tan típico encontrar a un abuelo disfrutando del calor junto a su canario. Algo que los vecinos de la Chana observan con frecuencia en una de las plazas junto al CEIP Santa Juliana, donde Luis Martínez sale prácticamente cada día con su pájaro para sentarse al sol y pasar allí la mañana, algo que lleva haciendo desde hace unos meses, tras el fallecimiento de su mujer.

Aunque nació en Cartagena, Luis ha pasado prácticamente toda su vida en la Chana. Trabajó más de 30 años como conductor en la Rober y también una década en los tranvías de Granada. Disfrutaba de su jubilación tras muchos años de «duro trabajo» hasta que hace siete meses falleció su mujer, lo que irremediablemente cambió su vida por completo. «Cuando murió mi madre dio un bajonazo y no levantaba cabeza», cuenta Paqui, una de sus hijas, que decidió darle una sorpresa comprándole un pájaro para que le hiciera compañía. «Siempre le habían gustado los pájaros pero llevaba años sin tener uno, así que decidimos regalarle uno. Le hizo mucha ilusión y se ha convertido en su distracción», explica.

Y lo cierto es que el canario, con el que lleva ya seis meses, ha pasado a convertirse en el mejor compañero de Luis. Le da de comer, lo saca a tomar el sol y no para de cuidarlo. «Le vemos ilusionado, así que estamos encantados», admite Paqui. «La verdad es que el pájaro me ayuda mucho ahora. Me acuerdo mucho de mi mujer tras 61 años casados y me sirve para distraerme», explica Luis emocionado.

La suya fue una auténtica historia de amor. Cuenta que se conocían «desde chicos» y que se llevaba «muy bien con ella». «Los matrimonios de hoy no son como los de antes, ahora hay demasiados divorcios». Y para superar su pérdida, la compañía de su canario está siendo terapéutica. Se levanta, desayuna, lee el periódico y si hace buen tiempo se lo lleva al sol: «En mi casa no hay mucho sol, en verano sí pero ahora no, así que me lo traigo a la plaza y me distraigo toda la mañana con él».

El anciano de 89 años explica que no puede andar a raíz de sufrir un ictus, por lo que, aunque tiene muchos amigos en el barrio, no le queda otra que quedarse en los bancos de la plaza. «Me gusta como cantan los canarios y disfruto con los animales. Si pudiera tendría un perro pero ya no podría tirar de él». Aunque tiene dificultades para moverse, no suponen una limitación si se trata de darle de comer a su compañero, al que le prepara almendras picadas y yema de huevo cocida para que esté «como un rey». «Come más de lo que le preparo que de alpiste», reconoce entre risas. Porque los animales «son como personas» y si no es para cuidarlos así «mejor no tenerlos».

Tras prácticamente toda la vida en la Chana, Luis cuenta que el barrio ha cambiado mucho durante los últimos años y dice que lo ve peor que nunca. «Ahora está menos cuidado y más sucio», de hecho, señala que el banco en el que está sentado no tiene respaldo desde hace algunos meses y «así sigue». Por lo que considera que es fácil que la típica imagen de los mayores en las plazas pueda perderse pronto. Aunque no será por él, ya que tiene muy claro que seguirá bajando allí cada día con su pájaro a disfrutar del sol.

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