El héroe granadino de Ceuta: «Era chiquitito y me recordó a mis sobrinos»

El niño estaba aterrorizado, subido a la valla metálica como el gato que clava las uñas para no caerse. Era un niño pequeño, «chiquitito», atrapado entre las líneas del horizonte. Cuando los legionarios llegaron sólo consiguieron entender «mamá, mamá». Uno de los soldados se agachó y se hizo roca. «Venga, subid por mi espalda», dijo. Otro, ya arriba, agarró al niño de las axilas para colocarlo en los hombros de un tercer legionario, el granadino Juan Gabriel Gallegos (Trevélez, 1991). «Agárrate fuerte, tranquilo, yo te llevo», le decía Gallegos al niño. «Tranquilo, tranquilo», repetía a cada paso, sobre el filo del muro, sujeto a la valla, fijando los pies con toda seguridad. Al llegar a una zona más accesible, otros dos soldados repitieron el proceso desde el suelo: una roca y un ascenso con los brazos bien arriba. El niño, al poner los pies en tierra, gritó más fuerte: «¡Mamá, mamá!».

La escena es una de las muchas que se han vivido esta semana en Ceuta, tras la entrada masiva de inmigrantes por la frontera. Pero no es una más. No lo es, desde luego, para el legionario Juan Gabriel, orgulloso vecino de Trevélez. Pero tampoco lo es para los miles y miles de personas que siguen viendo el vídeo del instante, grabado por uno de los soldados y que, en cuestión de segundos, se coló en todos nuestros móviles. Tras el rescate, el granadino apareció en casi todas las cadenas de televisión, radios y periódicos de España. Cuando descuelga el teléfono, ríe con resignación: «Me tienen liada la mañana, pero no pasa nada», dice.

Juan Gabriel y el resto de legionarios se encontraban en Ceuta para apoyar el trabajo de la Guardia Civil y de Cruz Roja. «El niño era chiquitito y me recordó a mis sobrinos y a los hijos de mis amigos. Esa empatía te empuja a dar lo que tienes. Estaba más asustado que el resto que iban con él. Tenía miedo y no sabía dónde iba. Sólo quería volver a casa», recuerda Gallegos. ¿Qué se siente en un momento así? «Sientes la necesidad de ayudar, de tender la mano como haría cualquier persona. Son los valores que me han enseñado en la Legión: compañerismo y sacrificio; dar lo que tienes por los demás». Como pueden imaginar, esta semana ha sido muy intensa para Gallegos y sus compañeros. «Todo el mundo ha visto el vídeo del rescate. Pero hicimos muchos todos los compañeros a lo largo del día y la noche, sin mirar las horas que llevábamos; ni el sueño ni el hambre. Sólo queríamos ayudar».

Ahora, con al sensación de «tener los deberes bien hechos» y con la «satisfacción de haber ayudado», Juan Gabriel Gallegos retoma el trabajo y la normalidad. «Estamos preparados para cualquier cosa que pueda surgir, como siempre». Y, en cuanto pueda, volverá a Trevélez, su hogar, el sitio donde están su familia y sus amigos, «donde puedo desconectar y disfrutar de la naturaleza».