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Isabel Arias en un mirador junto al río Vístula, con la ciudad de Torun al fondo I. A.

De Granada a Polonia para disfrutar de la calidad de vida

Lejos de casa | Isabel Arias, Torun (Polonia) ·

Isabel Arias cambió la capital granadina, por Barcelona para formarse y trabajar como médico de familia, pero ha sido en un país de Europa del Este donde ha encontrado la estabilidad

Camilo Álvarez

Granada

Domingo, 29 de agosto 2021, 23:19

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Si Copérnico nos enseñó que no somos el centro del universo, también debemos entender que, en pleno siglo XXI, el mundo es un lugar globalizado que cada vez entiende menos sobre aquello de nacer, crecer, desarrollarse y morir en un mismo lugar. No es baladí acordarse de Copérnico justo ahora, hay que tenerlo muy presente porque nació en la ciudad polaca de Torun, una preciosa ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1997 donde reside una granadina desde hace casi ocho años.

Isabel Arias Moliz, decidió probar una nueva vida allí y la apuesta le ha salido más que rentable. No llegaba con la maleta vacía de conocimientos del lugar, pues de allí es su marido, Pawel, y allí reside su familia política. Eso no significa que no haya tenido que pasar un «complicado» periodo de adaptación, aunque matiza que a nivel profesional, pues a nivel personal estaba más que integrada desde antes de fijar allí su residencia.

Una interesante oferta de trabajo a su marido les empujó a dejar Barcelona para vivir en Torun. La vida en la ciudad condal con tres niños «es muy difícil, más cara y más complicado compaginar vida laboral con vida familiar», admite. Ambos son médicos y explican que la oferta laboral para los sanitarios es muy abundante debido a que el número de estudiantes en las universidades está más limitado que en España. «El principio fue más difícil de lo que pensaba debido al lenguaje específico médico. Ser médico de familia implica una gran comunicación verbal y escrita», cuenta la granadina. «La adaptación al entorno fue mucho más fácil porque conocía la ciudad y la familia de mi marido es de allí», apostilla. Una vez superado el proceso habitual de asentamiento, de encontrar tu lugar, el camino ha sido mucho más llevadero, tanto que el plan de vida se mantiene allí sin fecha. Tan adaptada está que fue incluida entre los 15 mejores médicos de la ciudad en 2019 por los pacientes.

El río Brda, un lugar perfecto para pasear en kayak | Lago Chełminskie, a 20 km de su residencia polaca | En bicicleta por los alrededores de su casa en Polonia I. A.
Imagen principal - El río Brda, un lugar perfecto para pasear en kayak | Lago Chełminskie, a 20 km de su residencia polaca | En bicicleta por los alrededores de su casa en Polonia
Imagen secundaria 1 - El río Brda, un lugar perfecto para pasear en kayak | Lago Chełminskie, a 20 km de su residencia polaca | En bicicleta por los alrededores de su casa en Polonia
Imagen secundaria 2 - El río Brda, un lugar perfecto para pasear en kayak | Lago Chełminskie, a 20 km de su residencia polaca | En bicicleta por los alrededores de su casa en Polonia

«Tenemos más calidad de vida que en España. Más tiempo libre. Trabajamos la misma jornada, pero se valora más el tiempo libre, estar con la familia y tener tiempo de lunes a viernes también para tus hijos. En España era mucho más complicado porque tendríamos que haber recurrido a una niñera», cuenta Isabel Arias.

Visitas constantes

El choque cultural ha sido más suave de lo que cabría esperar «porque ya conocía el país y, al ser mi marido polaco, poco a poco he ido conociendo la forma de vivir de aquí», aclara la médico granadina. Aunque pueda parecer lo contrario, cuenta que «los polacos y los españoles nos parecemos en que somos muy familiares. Nos gusta mucho quedar con los amigos y la familia, celebrar cumpleaños, santos... siempre acompañados». Los planes allí varían condicionados por el clima, por eso «aquí se suele invitar a los amigos a casa, en vez de quedar en un bar o restaurante. Nuestra casa siempre está llena de gente». De carácter, los polacos son «cercanos y agradables», aunque «algo más serios» en un primer contacto que los andaluces. «Lo que sí son es más pesimistas, quejicas en cierto sentido. Si hace sol porque hace calor, si está nublado porque no hace sol...» cuenta entre risas Isabel.

Veranos

Para quienes tengan planeado viajar a Polonia en verano, deben saber que si buscan temperaturas más suaves las encontrarán, aunque «cada vez son más calurosos», advierte la granadina. «Es habitual que cada año haya más días de calor asfixiante, por encima de los 30 grados, con mucha humedad», apunta. No se puede comparar el asfixiante calor granadino, claro. En cuanto empieza la primavera la gente sale a la calle. «Aquí se vive seis meses en las casas y seis meses en la calle». Son muy aficionados a las actividades al aire libre. «Nosotros tenemos el bosque al lado y solemos salir en bicicleta por allí en cuanto hace buen tiempo. Vamos al lago a bañarnos, kayak por el río... mucho contacto con la naturaleza porque aunque hace calor las temperaturas suelen ser más moderadas que en España.

Junto a la estatua de Copérnico, en el centro de la ciudad I. A.

Pero hay alternativas estivales para quienes no renuncien a la playa. Sí, Polonia tiene playas de lo más atractivas. «Son muy bonitas, de arena blanca fina, y la prohibición de construir en primera línea de playa hace que las vistas sean más impresionantes», cuenta desde allí Isabel. El agua está muy fría, es el mar Báltico. En la bahía de Gdańsk, donde el agua está más templada, al subir la temperatura ambiental y del agua se multiplican las cyanobacterias y se prohibe el baño debido a que el contacto con las toxinas produce cuadros de gastroenteritis. El caso es que si hace calor no te puedes bañar y si hace frío no te apetece, pero las playas son impresionantes», cuenta entre risas. Ofrece una alternativa para disfrutar de una playa polaca elegirla: «Para caminar y descansar son perfectas», pero mejor evitar los meses de julio y agosto porque «entonces las playas están muy concurridas».

La otra alternativa en verano es la montaña. «Visitamos hace unos años la zona sur del país, los montes Tatras, para hacer trekking y nos encantó», cuenta la médico, enamorada de las actividades al aire libre, algo para lo que encuentra respuesta en su país de residencia. Y aunque el calor se hace más presente cada año, en las casas no hay piscinas ni aire acondicionado, claro. Eso sí, «cada vez es más habitual que la gente compre piscinas desmontables».

Polonia ofrece muchas opciones para pasar el verano pero Isabel y su familia visitan cada año Granada y no perdonan unos días en Salobreña para disfrutar del buen pescado, de la familia y para que María, Pablo y Helena, sus tres hijos, no pierdan contacto con sus raíces andaluzas.

Vivir la pandemia desde dentro como médico

Vivir una situación como la actual crisis del coronavirus como médico cambia la perspectiva. Isabel Arias cuenta que en marzo de 2020, con los primeros casos en Europa, «Polonia se cerró en banda». Cerraron los colegios, todo el mundo pasó a trabajar desde casa mucho antes que en España, «y eso permitió que apenas hubiera casos hasta septiembre u octubre». Cuando llegó la ola más cruda «ha sido sin parar hasta marzo». Desde la atención primaria ha llevado el diagnóstico y el seguimiento de los casos a nivel ambulatorio. Admite que ha sido un año «muy duro, a nivel profesional, como es obvio, y a nivel personal, porque los colegios han estado cerrados hasta abril» . La vacunación empezó con tramos de edad, pero desde abril cualquiera se puede vacunar, y actualmente incluso los niños mayores de 12 años, lo que ha facilitado el turismo. «A ver qué secuelas psicológicas tiene en la población infantil tantos meses encerrados», se pregunta.

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