Fallecido en un accidente

Granada llora Omar, el chef de La Tarara y Disloque

Caminamos por la vida como si no fuese a acabar nunca. Omar, a sus 38 años de edad, también lo hacía. Tenía, como todos, planes a corto plazo. Con quién se comería las uvas en Nochevieja, la cita en la peluquería, el WhatsApp pendiente de contestar. También planeaba a largo plazo. Soñaba, por ejemplo, con abrir un negocio de croquetas -su especialidad- y venderlas directamente a los restaurantes. Todos esos proyectos, los grandes y los pequeños, se quedaron en la plaza del Humilladero de Granada, el lugar donde sufrió un accidente de tráfico mortal con su moto el pasado lunes, 30 de diciembre, de madrugada.

Las redes sociales se han inundado estos días de crespones negros. Omar era muy conocido y, sobre todo, muy querido. Nació en Senegal y llegó a Granada hace años. Aquí encontró su sitio. «Estaba enamorado de esta ciudad», cuenta su amiga María. Gracias a su talento y esfuerzo mejoró cada vez más en el terreno laboral. Se formó hasta llegar a ser jefe de cocina de los restaurantes Disloque y La Tarara, situados en la calle Varela, de los que también era socio.

«Disfrutaba mucho con su trabajo y preparaba menús y catas de vino con mucho cariño. Trabajaba como el que más. Siempre fue muy responsable», añade. Era el rey de los fogones, pero también de la pista de baile. La bachata era su gran pasión y la compañía de baile Impulso Sensual se volvió su segunda familia. «Lo conocí cuando empezó con el baile y surgió la amistad. Éramos una piña y mi novio Charly acabó trabajando en el restaurante con él», agrega María.

Dado que la mayor parte de sus allegados se encuentran en Senegal, Omar encontró en sus amigos la familia que tanto echaba de menos. Todos lo adoraban. «Como se suele decir, tenía un corazón que no le cabía en el pecho. Bondadoso, cariñoso humilde, buen amigo. Te lo daba todo y siempre estaba riendo, era el chico de la sonrisa eterna, aunque tuviese un mal día. Nunca criticaba a nadie y le quitaba peso a todo. Seguía adelante pese a las dificultades», apostilla María. También ayudaba a los compatriotas que vivían en Granada. «Nunca olvidó a su comunidad senegalesa», insiste. Era, según su amiga, la «columna vertebral de mucha gente».

En la misma línea se pronuncia Julio, otro de sus amigos. También era compañero de trabajo de ambos restaurantes, así que lo conocía bien. «Jamás lo he visto enfadado, era todo positividad. Una de las mejores personas que puedes conocer en la vida», asegura. El día a día con él como compañero era muy fácil. «Cerramos al momento en cuanto nos enteramos de la noticia. Emocionalmente estamos muy afectados», asevera. Volver al trabajo sin él ha sido muy duro para todos los que forman parte de ambos locales.

El resto de conocidos del fallecido sienten lo mismo, que es una pesadilla. «Estamos en shock, ha sido muy traumático. La cabeza no es capaz de entender una pérdida tan repentina, necesitaremos mucho tiempo», dice María. Para aliviar el dolor, ella piensa que Omar se ha ido a África con su familia. Es su forma de sobrellevarlo. «Nos ha dejado un vacío que difícilmente podremos volver a llenar, porque era irremplazable», indica Francisco, otro de sus amigos.

Puesto que el cuerpo de Omar permanece en el Instituto de Medicina Legal de Granada a la espera de que repatríen su cadáver, los que lo querían organizaron hace unos días un encuentro a las puertas del mismo para despedirle de forma simbólica. Convocaron un minuto de silencio, pronunciaron unas palabras en homenaje y recordaron anécdotas durante casi tres horas. Las risas por los buenos momentos vividos se combinaban con los llantos por la pérdida, pero al menos pudieron darle el adiós que se merecía. Descanse en paz.

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