Granada, por la cara
La sociedad civil logra el consenso que no alcanzan los políticos para defender los intereses de esta provincia por encima de la disciplina de partido; el manido argumento que ha consentido tantos agravios. ¿Quién tiene la culpa? No se trata de buscar culpables, sino soluciones
11.371 nombres y 22.742 apellidos. ¿Son muchos? El nombre es el mayor compromiso que puede entregar un ciudadano; es también la moneda de cambio de la confianza. Por eso, la peor de las traiciones se produce cuando te engañan aquellos que hablan en tu nombre.
11.371 granadinos identificados, con su número de DNI, que decidieron implicarse y exponerse por una causa; aunque algunos de los que cobran por ser líderes -qué descaro tienen a veces las palabras- fisgonearan tras el visillo las identidades de quienes dieron un paso al frente.
Una sociedad ofrece signos de involución y decadencia cuando convierte en rentable permanecer escondido y agazapado en la retaguardia. La abstención y el silencio, por no tener criterio propio o por falta de coraje, es inhabilitante para ocupar un espacio público; seas político, periodista, predicador o encantador de serpientes.
Quitadas las movilizaciones por la sanidad -todo el mundo sabe que en algún momento requerirá de un médico, pero muchos nunca se subirán a un AVE-, pocos movimientos en el pasado reciente suscitaron en esta ciudad tanto consenso como esta campaña por el AVE directo. Y no será por falta de motivos para rebelarse. En Sevilla -por poner un ejemplo de los que fastidian- la afrenta de la agencia de inteligencia artificial -ellos sí lograron la espacial- habría tenido un coste político para los ejecutores. Aquí sólo lo tuvo para quien se puso al frente. La disciplina de partido ha provocado históricamente los mayores agravios y desequilibrios territoriales. Y, en Málaga, sencillamente, el tren de las 06.55 de la mañana pasa de largo por Antequera mientras que el que sale de Granada a la misma hora se detiene dos veces. Pero el oportunista criterio de la solidaridad con los pueblos parece que no se impone para todos. De tan solidarios que somos se nos quedará cara de pánfilos. Pero tontos solidarios.
[Nota innecesaria pero por si acaso: respaldo irrenunciable a las paradas pertinentes en Loja. Y el PSOE de Granada -la dirección, no los socialistas granadinos- debe manifestar con la misma claridad y sin circunloquios si está de acuerdo con que sea el AVE de Granada el que cargue con el llamado acoplamiento de Antequera y los transbordos de vuelta en Córdoba o quiere -además de lo que hay- un tren directo. Otro. Y al PSOE no le corresponde pedir firmas para llamar la atención del Gobierno del PSOE. Se supone que tiene interlocución directa para pedírselo].
UNA SOCIEDAD VIVA
Además de los 11.371 nombres, también colectivos, instituciones y empresas de todas las sensibilidades ideológicas -para quienes se empeñan en reducirlo todo a la política- dieron la cara y respaldaron públicamente la iniciativa. No se trataba tan solo de pedir un AVE más competitivo; el verdadero sentido de la acción era demostrar que la sociedad civil está viva y puede mover voluntades. Quien no haya hecho esa lectura se habrá quedado en una interpretación limitada y reduccionista. Aquí hay un pulso y un consenso que en cualquier otro momento podría canalizarse hacia otra reivindicación que se perciba como justa. Y esto hay a quien provoca inquietud. Porque inquietud es la que suscitan las mentes inquietas.
Lo más fácil sería permanecer pasivos. Poner grabadoras en las ruedas de prensa y devolver a los lectores las reflexiones paniaguadas, las disputas improductivas, las ocurrencias burdas de quienes han convertido la gestión de lo público en una batalla de gallos en las redes sociales. Pero eso no es la política; ni tampoco es el periodismo.
Un día, Silvio Sacramento me dijo que de haber sido político sería un dictador. Porque como no sabía escribir a máquina, tendría que dictarlo todo. Los periodistas no deben convertirse en taquígrafos de dictadores. Y también hay políticos nobles y comprometidos, que no se mueven por tacticismo y supervivencia.
La reivindicación, la vuestra, ha llegado hasta el Gobierno y se ha producido una respuesta. Una solución a medias, pero mayor avance en frecuencias del AVE del que hayan conseguido en el último lustro quienes tienen encomendada formalmente esa interlocución. Y eso lo han provocado o anticipado vuestras firmas.
NECESITAMOS A LOS POLÍTICOS
Miles de los abajo firmantes han autorizado que hagan públicos sus nombres. Esto permite localizar quienes están y quienes faltan. No se trata de señalar a quienes se borraron de una iniciativa de un medio de comunicación -que no somos más que el detonante, la mecha o la espita-, sino a quienes, siendo representantes electos de la sociedad, dieron la espalda a tantos colectivos; los que aún no han percibido que esos ciudadanos les reclaman que ahora es a ellos a quienes les toca liderar la siguiente fase.
Porque necesitamos a los políticos. A los comprometidos, atrevidos y valientes. No a los del silencio de nómina. Son ellos los que deben continuar esta acción. Qué fuerte sería Granada si esos pretendidos líderes ejercieran la labor encomendada. Si todos, sin colores ni banderas, reclamaran lo que a Granada corresponde. Pero hemos visto en esta semana que algunos han fabricado argumentos que no se sostienen con sus propias declaraciones, sin ir más lejos, en vísperas de las últimas municipales. No hablo precisamente de Paco Cuenca; único cargo público del PSOE firmante junto al diputado José Antonio Rodríguez Salas.
La sociedad tendrá que tomar nota -o no- de los que han estado y cómo. De quienes quisieron sacar tajada política de una corriente ciudadana, de los que se escondieron y aquellos que solo asomaron al final para fabricar un bulo extemporáneo con la pretensión de que el ruido tapara las bocas.
Pero no les dedicaré un renglón más. Porque el protagonismo es de vosotros. 11.371 nombres y 22.742 apellidos.
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