Borrar
Didier y su mujer, en el porche de su casa en Moraleda de Zafayona. Ideal
Mi primera vez en Granada

«Aquí toda la gente tiene una sonrisa y en Bélgica, no»

Didier Couturier y su familia se mudan a Granada desde Bruselas para pasar cada verano disfrutando de la ciudad

Leticia M. Cano

Granada

Miércoles, 30 de julio 2025, 23:15

Comenta

La casa que está reformando Didier Couturier en Moraleda de Zafayona tiene todo aquello que le encanta. Piscina, pista de tenis y naturaleza. Llegó a Granada desde Bruselas cautivado por el encanto de la ciudad de la Alhambra y parece querer quedarse para siempre. Unas vacaciones esporádicas de verano que ha convertido en un hogar que promete un nuevo futuro para él y su familia.

«Aquí toda la gente tiene una sonrisa y en Bélgica, no. La gente es más abierta», dice casi con un perfecto español. Desde que comenzó sus estudios siempre se ha interesado por aprenderlo y perfeccionarlo, como si la vida ya le tuviese una recompensa preparada que hoy disfruta. Su nueva casa y su nueva ciudad. Pasarán siete semanas en Granada y volverán cuando el trabajo se lo permita.

Él es funcionario en su país y su mujer es profesora. «Yo no tengo tantas vacaciones como ella, así que no venimos tanto como nos gustaría», explica ante la risa de su mujer. Ella confiesa no dominar bien el español, pero parece entender ciertas cosas para «molestar» a su marido. Sus dos perritos, Sancho y Jack, ladran al unísono queriendo confirmar los testimonios de sus dueños. Ni las mascotas quieren marcharse de Granada.

Han visitado desde el Centro de la ciudad hasta todos los pequeños pueblos del Poniente, pasando por la Costa Tropical. Su hija Charlotte los acompañó durante quince días y su afán por el deporte les hizo recorrer cada río de la zona. Toda la familia es amante de la naturaleza, pero todavía tienen una cuenta pendiente: visitar Sierra Nevada. Didier la ve de lejos y se queda embelesado. Con sus brazos construye una montaña en el aire y parece querer acariciarla. La ve cada día desde casa y llegó a contemplarla desde el Mirador de San Nicolás. Como si le persiguiera. Como si la montaña también reclamara su visita.

Tres de sus amigos tienen una casa por la misma zona que él. Fue esto el detonante para que comenzara su mudanza. Para él no hay un lugar mejor. Ahora espera impaciente la llegada de su hijo –que los visitará en septiembre–. Enseñarle Granada es su gran ilusión. El lugar donde siempre podrán volver y donde siempre serán bien recibidos. Con sonrisas, sol, arte, naturaleza y buena música. «Voy a apuntarme a clases para aprender a tocar flamenco», sentencia jugueteando con sus manos al compás de las sevillanas que escucharon por las calles de la ciudad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal «Aquí toda la gente tiene una sonrisa y en Bélgica, no»

«Aquí toda la gente tiene una sonrisa y en Bélgica, no»