Francisco, lechero en Granada: «No puedo alimentar a las vacas si no me llega el grano»
El ganadero teme que cuando se le acaben las reservas no pueda darles su alimento básico. Además, tendrá que tirar 8.500 litros que nadie recoge de su granja, con pérdidas de más de 3.000 euros
Francisco Fernández lleva más de 50 años rodeado de vacas. Aprendió el oficio de su padre y se ha dedicado a él en cuerpo y alma. Ha pasado por la crisis económica de 2008, por una pandemia, por la subida de la luz… pero esta semana es para él, sin duda, la más complicada de su vida en términos laborales. La huelga de transportistas, que llega este viernes a su cuarta jornada, ha puesto su granja patas arriba. Está afectado por partida doble. Por un lado, no le llega comida para el ganado y, por otro, no puede darle salida a la leche que ordeña. «Estamos en una situación insostenible, las pérdidas son incalculables», asegura el copropietario de la Granja El Celador.
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Francisco considera que el sector lácteo está siendo «el más perjudicado». Lo que más le preocupa son sus más de 300 animales, que precisan de grano para alimentarse a diario. Con la huelga, los camiones que lo transportan no están llegando. «Soy prevenido y compré bastante, pero el día que se me acabe, ¿Qué hago? ¿Qué les echo de comer? ¿Paja? Tengo grano como para diez días, pero después no podré darles su alimento más básico», lamenta el ganadero, que denuncia que el precio de este producto también se ha disparado.
Pérdidas
Por otro lado, en sus dos frigoríficos guarda 8.500 litros de leche que tendrá que tirar hoy mismo. Y es que el producto aguanta dos días, cuatro a lo sumo, pero no más. Asimismo, no tiene capacidad para almacenar la nueva leche que ordeña. «Puleva ha cerrado las puertas a todos, está a tope. Tendré que tirarla, lo que supone una pérdida de 3.500 euros», explica. Un perjuicio económico que no dejará de intensificarse si la huelga prosigue.
Francisco se emociona al recordar la ilusión con la que fundó la granja junto a su hermano, que falleció pocos meses después de inaugurarla. Ahora la dirige junto a su sobrino. Hace unas semanas su mayor preocupación era el bajo precio al que se estaba vendiendo la leche, que podía desembocar en un futuro en el cierre de estos negocios. Tras estallar la huelga, lo único en lo que piensa es en que el producto pueda volver a salir por la puerta de su granja.
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