Una Granada con leche, media de normalidad y una tarrina que «sabe a gloria»
La fase 1 ha cambiado el panorama de la ciudad, con cafeterías que parecen oasis en el desierto, comercios abiertos y nuevas rutinas que aún no se han asentado
Granada. Fase 1, día 2. Pablo ha salido a la calle con su mejor armadura: un traje de Spider-Man y un antifaz de Batman. Camina divertido, aprovechando cada hueco para dar un salto acrobático o lanzar una telaraña. Su madre, Gema, le ha prometido dos cosas: una espada y un helado. Cuando sale de la tienda, en Reyes Católicos, desenvaina a toda velocidad y se bate en duelo con una infinidad de bichos invisibles. Tiene cuatro años y la fase 1 le sabe a gloria.
A primera hora del martes 19 de mayo hay un bullicio reconocible: el runrún de los coches, el jaleo de las obras que empiezan, el chirrido de las persianas, el taconeo por el cemento... Un bullicio que podría parecer normal de no ser por las mascarillas, el tótem que nos recuerda que seguimos en un estado de alarma. Ignacio y José Miguel desayunan en una terraza de Camino de Ronda. «Es el primer café que tomamos en la calle, teníamos muchísimas ganas. Sienta genial. Es como un poco de vida normal». A su lado, el goteo de corredores por la acera es constante. Ellos también visten chándal, pero no porque fueran a hacer deporte, sino «porque es el outfit oficial del aislamiento», bromean.
Las cafeterías parecen pequeños oasis salpicados por Granada. Cuesta no mirar a la gente que hay en sus terrazas y la idea de pedir algo resulta extraña, como si fuera un acto prohibido después de tanto tiempo poniendo las tostadas en casa. Sentarse a tomar un café trae una curiosa sensación de seguridad que hace que la mayoría de comensales se desprendan de sus mascarillas; una seguridad ilusoria pero muy disfrutable. En la calle Luis Braile, en el bar Tentempié, Jonathan Cortés prepara desayunos para llevar: «Decidí abrir porque hay mucha gente que estaba en su puesto de trabajo y necesitaba desayunar».
«Tenía los pelos como Fernando Simón y me he animado. Es que llevo pelándome aquí desde que tenía 10 años»
En ese retorno a la calle sigue habiendo pequeñas grandes historias del regreso a la normalidad. Como la de Alberto, que no pisaba la calle desde hace 50 días por ser persona de alto riesgo. Hoy lo ha hecho para recuperar algo de su vieja vida. Sentado en la Peluquería Centeno, en la calle Ángel Barrios, su sonrisa se intuye por la curva de sus ojos. «Tenía los pelos como Fernando Simón y me he animado. Es que llevo pelándome aquí desde que tenía 10 años». Cerca de allí, dos tipos salen de un estanco con un paquete de tabaco. Uno de ellos quita el plastico de la cajetilla y lo tira al suelo. Una señora les increpa con un «hay cosas que no cambian». Los fumadores se marchan riendo, sin mirar atrás.
Abiertos
Oscar abrió su tienda este lunes: Náutica Neptuno. «La gente tiene algo de miedo, me parece. Viene poca gente aún y hace falta que esto se reactive. Le hace falta a Granada, a España y al mundo entero, porque ha sido un palo jodido. La gente tiene que aceptar las nuevas reglas». En El Mercadillo, en Moral de la Magdalena, Alexandra limpia todos los rincones de su tienda y sigue un estricto protocolo de seguridad. «Si alguien se prueba una prenda, después la desinfectamos -dice-. Ayer no fue un día muy malo. Va lento pero va bien». Y sigue: «Hay gente prudente, pero hay otra que parece que no se ha enterado de todo lo que ha pasado».
«La gente tiene que adaptarse a las nuevas normas y eso está siendo difícil»
El boom de los juegos de mesa llegó en 2008, precisamente con la última crisis económica. «La gente necesitaba un ocio más casero», explica Juan, de Freakmondo. «Ha vuelto a pasar lo mismo que entonces, pero con una peculiaridad: ahora triunfan los juegos para dos personas, que eran los grandes olvidados. ¿El favorito de la gente? 'Seven Wonders Duel'». Juan también se sorprende a menudo pidiendo a sus clientes que usen el gel al entrar o recordándoles que sería bueno que llevaran una mascarilla. «La gente tiene que adaptarse a las nuevas normas y eso está siendo difícil».
Pese a que es fácil encontrar el cartel de 'abierto' por el centro de Granada, hay aún muchos comercios que siguen cerrados. María Ángeles está repasando un poco su tienda de ropa para niños, Cocó, en Sierpe Baja. «Hoy tampoco hemos abierto y no sabemos cuándo lo haremos. Quizás a primeros de junio... He venido a recoger cosas y a darle una vuelta a la tienda. Abrir todavía no nos merece la pena, vamos a esperar un poco a ver cómo funciona todo».
Colas
En Rosellimac hay una cola para todos los que tienen cita previa. En los bancos del centro hay largas colas para ser atendidos, como en el de la esquina de Zacatín, que llegaba hasta más allá de la calle Oficios. Y en Correos, en Puerta Real, la cola hace la forma de la rotonda y se interna hacia la Fuente de las Batallas. Colas y más colas como signo de la nueva normalidad; del nuevo orden. Hasta la heladería Los Italianos, que siempre lucía en su puerta una algarabía descontrolada de turistas y granadinos, ha instalado un nuevo sistema.
«Abrimos este lunes y el regreso a la normalidad está siendo complicado», explican. «Lo de respetar la distancia, la mascarilla, los turnos... A veces parece que hay clientes que no saben por lo que estamos pasando». La carismática heladería ha instalado dos filas, una por cada puerta, como las que encontrarías para acceder a un atracción de Disneyland. «Ayer tuvimos que cerrar antes de lo previsto, vino mucha gente y no teníamos helado para todos, la verdad. Estamos muy agradecidos».
Spider-Pablo juega sobre una de las pegatinas amarillas que ordenan el paso por las calles del centro, poniendo sus pies sobre las huellas negras. Buen momento para recordar las palabras del tío Ben, el de la película de Spider-Man, «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». Y pasar de fase es, sin duda, una gran responsabilidad. Pablo lleva en una mano la espada y, en la otra, un helado. No será la vieja normalidad, pero la fase 1 ya sabe a algo: «¡Sabe a gloria!».
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