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Evali, Raquel y Ángeles protegen sus macetas de un nuevo intento de robo. Ramón L. Pérez

El extraño caso de las macetas robadas del Realejo

El Club de las Pequeñas Cosas ·

Las trabajadoras de la empresa 'La bolsa o la vida' sacan sus plantas a la calle para que les dé el sol, se las roban, y los vecinos les regalan unas nuevas

Lunes, 17 de febrero 2020, 00:59

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Phoebe, pronunciado Fibi, la extravagante protagonista de Friends, va a decidir esta noche si se va a ir a vivir con su novio, un fornido policía irlandés. Antes, la pluscuamperfecta Mónica le avisa al poli: «Y recuerda no llevarle esta noche flores a la cena, que luego, cuando se mueren, Phoebe les monta un funeral». Phoebe tenía que dejar el mítico barrio neoyorquino del Greenwich Village y mudarse al Realejo. Te explico porqué.

Se tata del extraño caso de las trabajadoras del Realejo que sacaban las plantas a la calle para que les diera el sol, se las robaban, y los vecinos les regalaban unas nuevas. Este caso que no investiga Policía alguna pero que sí tiene en ascuas a todo el barrio lleva dentro trazas de lo mejor y lo peor del ser humano. ¿Qué le pasa a una persona por la cabeza cuando ve una maceta en el tranco de una puerta en una calle y decide llevársela?

Está robando. Primero. Eso ya está fatal. Segundo. Una planta es un ser vivo. Tiene vida y las personas interactúan con las plantas. Les dicen cosas bonitas, las cuidan, las riegan y hasta las bautizan. Les ponen nombre. La protagonista del nuestro Club de las Pequeñas Cosas de hoy, por ejemplo, se llama Ofelia.

Las trabajadoras de 'La Bolsa o la vida' reciben el regalo de un macetero de una vecina.

La maldita luz artificial

Ángeles es la dueña y fundadora de la empresa 'La bolsa o la vida'. Con ella trabajan en la oficina de la calle Santiago del barrio del Realejo de Granada Evali, Eva H y Rosa. Se dedican a vender a través de su página en Internet bolsas ecológicas realizadas con material sostenible en las que imprimen y te diseñan lo que quieras. Son bolsas que en realidad son un soporte publicitario, aunque son tan versátiles que valen para casi cualquier cosa.

El local lo compró Ángeles en el año 2008. Es un buen local. Es céntrico y amplio. Tiene un portón de madera precioso de doble hoja al que se accede por dos escalones de piedra que hacen las veces de tranco para sentarse y ver pasar la vida al sol que da durante todo el día gracias a su buena orientación. Pero solo tiene una ventana, y al ser una planta baja, el sol no entra y están todo el día con las luces encendidas. Pero esa luz es artificial y a Ofelia no le servía la maldita luz artificial.

Evali, Eva H y Rosa decidieron entonces sacar a Ofelia a la calle. En su tranco de piedra, con la madera del portón por guardaespaldas. Cerrado, porque entra mucho ruido del tráfico. «Se nos moría la planta». Se le caían las hojas», justifican. La empezaron a sacar a diario. Pero a la semana, nunca más se supo de Ofelia. Algún desaprensivo la robó.

No era la primera vez. Ángeles, la jefa de 'La bolsa o la vida' les había advertido de que sacar las plantas a la calle y cerrar la puerta no era una buena idea. «Yo misma lo intenté hace unos años, al principio de instalarnos en el Realejo, y las plantas también me desaparecían.

Pero insistí. Lo intenté todo. Y dándole a las neuronas inventé una especie de antirobo para macetas. De locos», y se ríe de sus ocurrencias. Se tataba de un tiesto rectangualr al que había enganchado un alambre que sujetaba la maceta y pasaba por debajo de quicio del portón de madera. «Si quieren llevársela, se la llevan. Pero por lo menos estorbaba». Al final, se la robaron.

La sucesión de carteles que conmovió a los vecinos del barrio. J. fF. B.
Imagen principal - La sucesión de carteles que conmovió a los vecinos del barrio.
Imagen secundaria 1 - La sucesión de carteles que conmovió a los vecinos del barrio.
Imagen secundaria 2 - La sucesión de carteles que conmovió a los vecinos del barrio.

La denuncia vecinal

Evali, Cuando desapareció Ofelia del tranco de su oficina, no pudo contenerse. Y puso en el enorme portón de la calle Santiago 41 un cartel con un folio A3, un folio de los grandes que decía; «Se busca maceta que estaba aquí (con una flecha que apuntaba hacia abajo, donde debía estar Ofelia, caracol miricol, con sus hojas al sol».

Un simple folio con una sola frase y una flecha revolucionó las buenas almas del barrio. Lo que sucedió fue el lado humano de la luz, el freno a la oscuridad, la maldad y a todos los feos del mundo. «Cuando nos quitaron la maceta pusimos el cartel para que nos la devolvieran. Empezó a venir gente, vecinos. Llamaban al timbre y abríamos. 'Yo he visto a un chaval en bici robándola y vive en calle Molinos', nos contó una señora».

Evali, Raquel y ängeles, en e tranco de su oficina con las macetas que nadie ha podido robar. c

Y, de repente, magia. «En una de esas visitas que tuvimos una mujer que se llama Luisa, que es del barrio y no la conocíamos de nada, nos regaló un esqueje. Le llamamos Luisa, que vino a sustituir a Ofelia». Y entonces pusieron otro cartel. En el mismo lugar que el anterior: «Hay gente fea que nos roba las plantas. Pero hay vecinas preciosas que nos las regalan. Gracias Luisa».

Pasaron más cosas bonitas. Después de Luisa, nos dejaron otra planta nueva, Muy bonita, es una peperonia. Así, de forma anónima». Cuando ya teníamos la peperonia vino una muchacha, que se llama Fabiola, que tampoco la conocíamos. Tiene una marca y crea todo tipo de productos de punto y de ganchillo. Nos regaló un macetero azul a dos colores. Es @bremalia en Instagram. Hace cosas preciosas».

Un no parar. «Y después vino otro hombre y nos regaló un naranjo enorme... de plástico. Nos contó que se lo había encontrado en la calle y 'cómo he visto el cartel...'. Y este sí lo dejamos fuera, en el tranco. Y nos lo volvieron a robar». «Y ya no hemos vuelto a sacar nada a la puerta. Pero todas las plantas se nos están muriendo». El sol, las plantas, la bolsa o la vida… en una historia que busca un final feliz.

La empresa granadina 'La bolsa o la vida', en la calle Santiago del Realejo. J. F. B.

Una idea holandesa que fructifica en Granada

Ángeles cuenta que la idea de 'La bolsa o la vida' nace en 2004, «porque hay un hueco en el mercado». Ella vivía en Holanda y se fijó que este tipo de bolsas se utilizaban a diario. «Aquí en España no existían como soporte de publicidad, reutilizable, así que decidí emprender y fundar la empresa». «Llevamos desde 2004 apostando por esta publicidad y por el marketing sostenible. Son 16 años implantándolo. Para nosotros no es moda. Pero ahora es tendencia. Nosotras sobre todo vendemos a intermediarios del sector, a gente de publicidad, y también al cliente final. Pero que toda la gente de Granada puede comprarnos bolsas». En 'La bolsa o la vida' venden calidad. «Es fabricación nacional y a partir de cien unidades. Somos un producto de cercanía. Una economía social. Apostamos por todos estos conceptos. Y por la calidad. Es algodón con buenas costuras. Somos pequeños y tenemos cercanía con el cliente». Y aprovechan Internet para vender sus productos desde su página web a toda España.

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El extraño caso de las macetas robadas del Realejo