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Ángel Rolland, a la derecha, junto al equipo fundador del Instituto de Astrofísica de Andalucía. R. I.
Obituario

Las estrellas lloran a Ángel Rolland, fundador del Instituto de Astrofísica de Andalucía

El querido investigador del centro granadino falleció el domingo, dejando una honda huella en compañeros, amigos y familiares. «Ángel siempre estaba aquí»

Lunes, 23 de junio 2025, 12:05

La mayoría de las estrellas no tienen un brillo constante. De vez en cuando, hacen un parpadeo casi imperceptible que las apaga y las vuelve a encender después. Ese pequeño terremoto es la puerta de entrada para que los astrónomos estudien lo que sucede en el interior de las estrellas. Si el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) fuera una estrella, hoy podríamos viajar por sus entrañas para entender que nada de lo que ha pasado en los últimos 50 años hubiera sido posible sin Ángel Rolland Quintanilla. Ha muerto Ángel, maldita sea el cáncer. Y las estrellas tiemblan.

«¡Hip, hip!». Ángel alzaba la copa de vino y eclipsaba el Sol con un sonrisa valiente. Todos, absolutamente todos los que compartieron espacio -nunca mejor dicho- con él eran conscientes de que estaban frente a una de las piedras fundacionales del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Astrónomo, pero también gastrónomo. «¡Cocinaba muy bien!», exclama emocionado Emilio J. Alfaro, director del Departamento de Radioastronomía y Estructura Galáctica del IAA, y uno de los primeros alumnos de Rolland. «Nos invitaba a platos muy especiales, como el faisán -ríe al recordar la mesa puesta-. Y cuando salíamos de congresos, él nos buscaba los mejores restaurantes... Él y su mujer, Pilar López de Coca, eran como padres para nosotros».

«Él y su mujer, Pilar López de Coca, eran como padres para nosotros»

Rolland fue uno de los fundadores del IAA, que celebra 50 años este 2025. Junto a José María Quintana González, Eduardo Battaner López y Pilar López de Coca y Castañer, su esposa y compañera, formaron los pilares sobre los que se construyó uno de los centros de investigación más importantes de España.

Rolland (centro), en el Observatorio del Mohón del Trigo. R. I.

Rolland, natural de Santander, estudió Física en la Universidad Complutense de Madrid. Luego se trasladó al Observatorio de Arecibo en Puerto Rico y, posteriormente, al Observatorio de Cartuja en Granada. En 1971 se marchó al Royal Greenwich Observatory (RGO) donde colaboró en el estudio de cúmulos globulares publicando su primer artículo en 1972. Su estancia en Greenwich fue muy fructífera para el futuro IAA, estableciéndose una colaboración con algunos miembros del observatorio inglés que llevó a la instalación y montaje del fotómetro ubicado en el Observatorio del Mohón del Trigo en Sierra Nevada.

En los primeros años del IAA, el centro contaba con dos líneas de investigación. Una sobre Atmósfera Terrestre, liderada por Eduardo Battaner, y otra sobre Variabilidad Estelar, la de Ángel Rolland. La Variabilidad Estelar estudia el brillo de las estrellas, ya saben, para aprender cómo son por dentro. «Ángel nos enseñó a disfrutar de la ciencia y de la vida -dice Alfaro-. Las estancias en el Observatorio del Mohón del Trigo eran una escuela de astronomía observacional pero sobre todo de cómo enfrentar las dificultades con buen ánimo y humor».

«Afrontó la enfermedad con gran serenidad, sin quejarse. Era un gran ejemplo, como ya nos había demostrado tantas veces»

Este lunes, cuando algunos compañeros se enteraron del fallecimiento de Rolland, se echaron las manos a la cabeza: «¡Pero si lo vi hace una semana y estaba muy bien!». Lo cierto es que no lo estaba, pero así era él. «Afrontó la enfermedad con gran serenidad, sin quejarse. Era un gran ejemplo, como ya nos había demostrado tantas veces». Padre de tres hijos, su hija mayor murió hace pocos años, un episodio muy duro del que la familia se levantó unida, hombro con hombro.

El próximo octubre, el IAA-CSIC celebrará a lo grande su 50 aniversario. «Ángel no estará, pero Ángel es historia del instituto», afirma Antxon Alberdi, director del centro. «En todos los actos que hemos tenido hasta ahora por el 50 aniversario, siempre menciono a los cuatro fundadores. De ahora en adelante, recordaremos a Ángel con mayor intensidad».

Rolland, con camisa de cuadros, junto a parte del equipo. R. I.

Alberdi destaca su papel como investigador, con el primer artículo científico que llevó las siglas del IAA, pero también su vertiente como maestro, formando a los primeros estudiantes del instituto. «Pero es que Ángel siempre estaba aquí -resopla Alberdi-. Siempre. Su contribución a la ciencia es innegable, pero él también es parte de la historia 'sentimental' del IAA. Siempre, siempre, siempre estaba aquí. Y todos le guardamos un respeto enorme».

El IAA parpadea por un momento, un instante minúsculo y enorme al mismo tiempo. Tras el apagón, una nueva estrella brilla allí arriba, en lo alto de Sierra Nevada. «Hip, hip».

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