De Escúzar al infierno nazi: «Cuando liberaron a mi padre, pesaba 37 kilos»
Hamburgo homenajea a los españoles víctimas de Hitler, entre ellos, el granadino Francisco Castillo, cuyo hijo, el escultor Sergio Castillo, ha aportado una obra para el memorial erigido en la ciudad alemana
Cuando Francisco Castillo Guerrero salió del campo de concentración nazi de Neuengamme pesaba solo 37 kilos. Era un saco de huesos, una sombra descarnada. Pero vivió para contarlo. Conoció por dentro los engranajes de la máquina de exterminio que fue el Tercer Reich y quiso que aquella experiencia nunca se olvidase. Su familia, al igual que las de otros miles de luchadores por la libertad, recogió el testigo y ha mantenido encendida la llama del antifascismo.
Este pasado 1 de Mayo, los descendientes de Francisco, nacido en la localidad granadina de Escúzar en 1914 y fallecido en Francia en 1997, asistieron a un homenaje a los 600 españoles que pasaron por Neuengamme, un matadero que estaba en la ciudad germana de Hamburgo. Sergio Castillo, hijo de Francisco (tiene dos hermanas)y escultor afincado en Francia, no faltó a la cita. Una obra suya, dedicada a los partisanos, forma parte del memorial levantado junto a Neuengamme. Quedará así cerrado un círculo virtuoso:las huellas de Sergio se unirán para siempre a las de su padre Francisco, un campesino granadino que dejó su pueblo natal para enrolarse en dos guerras. «Estuvo en la 'desbandá' de Málaga», recuerda Sergio el trágico ataque contra civiles que perpetraron las tropas del golpista Francisco Franco en 1937.
Después participó como guerrillero en la defensa de Albacete y Guadalajara. En 1939 fue capturado por los sublevados, pero logró escapar hacia Valencia. «Desde allí fue a pie hasta los Pirineos y pasó a Francia, donde estuvo en un campo de trabajo», rememora Sergio las aventuras y desventuras de su progenitor.
Posteriormente, se alistó en la resistencia francesa que peleaba contra los invasores nazis, pero fue detenido por la Gestapo, la temible policía secreta del genocida Adolf Hitler.
El 21 de mayo de 1944, el prisionero Francisco Castillo parte en un fantasmagórico tren en dirección al campo de concentración de Neuengamme. El viaje fue espantoso y se prolongó durante tres días. Lo que les aguardaba sería todavía peor. El propio Francisco dejó escritos que relataban cómo era su vida y las de sus compañeros de fatigas en el macabro recinto penitenciario, donde los miembros de las SS –la principal arma del terror nazi– le forzaron a trabajar en régimen de esclavitud en una factoría de aviones y bombas. «Cada mañana, al salir de la barraca, veíamos en el suelo por lo menos a siete u ocho hombres muertos de frío, hambre y agotamiento. Luego teníamos que andar unos dos o tres kilómetros hasta la fábrica por un camino bordado por dos hileras de alambradas electrificadas y vigiladas por las SS con sus perros lobos», detalla una de las narraciones de Francisco que conserva y exhibe en su página web la organización Amical Neuengamme.
Duchas con agua helada a 20 grados bajo cero
El paisaje en el campo de concentración era tétrico. Seres humanos convertidos en 'pre cadáveres' deambulaban mecánicamente de un lado a otro, siempre a punto de desfallecer. «Los hombres, casi moribundos y esqueléticos, parecían moverse igual que maquinas. Frente a ellos, el refinamiento en la organización de las SS y su crueldad. Su meta era eliminarnos, humillarnos, rompernos la moral».
Los cautivos, a pesar de que la temperatura ambiente era de 20 grados bajo cero, debían ducharse con agua helada. «No teníamos nada para secarnos. Teníamos que pegarnos unos a otros para calentarnos y secarnos con nuestra ropa polvorienta, llena de manchas y alimañas. Era horroroso», describió Francisco las condiciones de Neuengamme en sus escritos.
El calvario del partisano granadino duró trece meses, un tiempo durante el cual fue condenado en dos ocasiones a recibir 25 bastonazos. Fue liberado en 1945 por los aliados. Los nazis habían sido derrotados.
Francisco apenas pesaba 37 kilos. Su hijo Sergio cree que sobrevivió por su fortaleza de agricultor. En veterano guerrillero pudo regresar a Granada en 1970 y nunca perdió el contacto con el terruño.
Sergio y sus hermanas también han visitado con regularidad Escúzar, el cordón umbilical que les une a Francisco.
Un acto «contra los enemigos de la democracia»
El acto en el que Antonio y Sergio Castillo volvieron a reunirse simbólicamente debería haberse celebrado hace dos años, pero la pandemia del coronavirus se entrometió y obligó a aplazar la cita hasta 2022. Pero nunca es tarde para reinvindicar la memoria de los que combatieron a los tiranos. En presencia de los familiares de los deportados y de autoridades de Hamburgo, Pedro Villena, el consul general de España en la ciudad alemana, habló de la cruenta invasión rusa de Ucrania y resaltó la importancia de «que nos alcemos juntos y en todas partes contra los enemigos de la democracia». De hecho, el diplomático unió la memoria de las víctimas españolas de Neuengamme a las de todos los que «hoy» sufren «crímenes de guerra» y delitos contra «el derecho de gentes».
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