Barrios de Granada
El deterioro se abre paso en la antigua 'calle de los tejidos'El edificio La Verdad, en Capuchinas, yace abandonado desde hace veinte años. En el barrio dicen que se vendió y que será un establecimiento turístico
En el corazón de la ciudad, en la Plaza de las Pasiegas, se alza imponente la Catedral de Granada, una de las obras cumbres del Renacimiento español. Es la gran protagonista de la cultura, la historia y el patrimonio que campan a sus anchas en los aledaños. La calle Oficios, a su derecha, es un buen ejemplo del contraste de los tiempos. Camino a la Gran Vía de Colón contempla, por un lado, la Capilla Real, protectora de las tumbas de los Reyes Católicos y sus hijos, y por otro, la Alcaicería, el antiguo gran bazar árabe, escondida entre el bullicio.
En esta ocasión, no obstante, el paseo tiene lugar en la dirección contraria. La mezcla de culturas sigue presente. A la izquierda del templo, a escasos metros, se encuentra la Plaza de la Romanilla, antiguo mercado de abastos. Un poco más abajo, está la Plaza de la Trinidad, donde antaño se ubicó el convento de los padres Trinitarios. Tomadas por turistas y árboles, abarrotadas de restaurantes y tiendas, ambas siguen presumiendo de ser dos puntos neurálgicos de la ciudad. Su tradición viene de lejos.
Al igual que en el entorno de la calle Oficios perviven hoy Libreros, Tundidores y Tinte, entre otras, de estas nacen las que fueron conquistadas por los gremios comerciales, dentro de los muros que circundaban Granada. Rememoran aquellos viejos tiempos la Plaza de la Pescadería, punto de compraventa de pescados, mariscos y otros víveres, y la calle Tablas, donde los carniceros exhibían su mejor género en tableros de madera a las afueras de la Puerta Bibalmazda.
Esta última daba, en concreto, a la salida de la calle Capuchinas. Su nombre se debe al convento de las monjas Capuchinas que albergó hasta el siglo XVII. Actualmente, es la principal conexión entre las plazas de la Romanilla y Trinidad. Locales y turistas transitan por la misma cada día, pero muy pocos se detienen a apreciar las historias que corren –y mueren– en sus aceras. Allí, lucha por mantenerse en pie, sucio, oscuro y olvidado, el viejo edificio La Verdad.
La verdad tras La Verdad
Algunas conjeturas señalan que fue la sede del periódico carlista La Verdad; fuentes históricas sitúan la cabecera en el número 66 de San Juan de Dios. Los comerciantes de la zona defienden que se trata, más bien, del último ejemplar de la caída en desgracia de lo que un día fue «la calle de las camisetas y las bragas». Directo y sin pudor lo afirma Enrique desde Tagore, vieja librería y anticuario. Al inicio de cada jornada, se tropieza con los resquicios de un inmueble que lleva veinte años abandonado.
Enrique echa la vista atrás y recuerda que allí hubo «una camisería que se llamaba igual». Si el negocio dio nombre al edificio o si fue al revés es algo que desconoce. En cualquier caso, aquella tienda fue protagonista indiscutible de la pretérita y popularmente conocida como 'calle de los tejidos'. «Todo el que vivía de comercializar productos textiles se encontraba aquí. Camisas, camisetas, bragas, calzoncillos... También sombreros», comparte. «Así funcionaba. El comercio se dividía en gremios», apunta.
Sombreros son los únicos aún 'vivos'. Se resguardan en Sombrerería Miroc, justo enfrente de La Verdad. Conocedor de la historia del lugar, no ha convivido «demasiado» con el resto de negocios. «Llevamos veinte años aquí. Durante un tiempo, hubo dos locales abiertos, en La Verdad y en el contiguo, Tentaciones del Mundo, pero llevan años cerrados», explica una trabajadora. El refugio del último sombrerero de Granada es también un buen observatorio de los estudiantes de Arquitectura de la UGR que, de vez en cuando, se acercan para plasmar en sus blocs de dibujo el emblemático inmueble.
El mismo papel cumple la tienda de moda flamenca El Rocío, a su vera. Detrás del mostrador, una dependienta asegura que el viejo edificio «se vendió hace dos o tres años a una gente de Madrid», pero sigue vacío. «Dicen que van a abrir un hotel», especula, aunque vecinos del barrio han oído que «será un bloque de pisos turísticos». Sea como sea, «pedían siete millones por el mismo y se vendió por cuatro».
Un barrio de contrastes
Fuentes municipales señalaron ayer, sin embargo, que al Ayuntamiento no le consta que los nuevos propietarios hayan solicitado licencia de obras. Mientras, el deterioro se abre paso entre tanta cocina, tanta fusión y tanto barullo. Es cuestión de segundos cerciorarse de que las persianas bajadas, las pintadas vandálicas y la suciedad no conviven solo en la calle Capuchinas. Aunque la inauguración de restaurantes está a la orden del día, el barrio entero, rendido a los pies de la Catedral de Granada, está en declive.
En Lucena, que desemboca en la 'calle de los tejidos', se encuentran más grafitis que personas. La tendencia sigue en la Placeta de Zarate;también en Postigo de Zarate, al menos, por la mañana, y en muchas otras vías. Es la seña de identidad de los alrededores del siempre concurrido Jardín Botánico, del entorno del templo, del centro. Aunque aquí los locales se reinventan y si mueren, nacen otros, bares y terrazas disimulan, entre tapas y cervezas que al brindar resuenan, esa otra cara del corazón de la ciudad que muchos hoy prefieren no mirar.
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