El cuento de Mari y su Cueva de las Chuches
Ave María Casa Madre ·
La quiosquera del centro educativo lleva sesenta años vendiendo a los escolares tortas, piruletas y demás acompañadas de buenos consejos y millones de sonrisasJavier F. Barrera
Granada
Jueves, 2 de junio 2022, 00:02
Érase una vez que se era una joven con superpoderes que con el tiempo se convirtió en la mejor amiga de todos los escolares de los barrios del Albaicín, del Sacromonte y de tantos municipios de Granada. Estos poderes especiales que se materializaban en sonrisas, besos, abrazos, carcajadas y toneladas de infinito cariño y amor llevó a convertir a esta joven primorosa en la segunda madre para todos estos estudiantes que desde la lejana ya década de los años sesenta pasaron, crecieron, se educaron y se hicieron buenas personas adultas en las aulas del Ave María Casa Madre.
Los cuentos son siempre historias bonitas y el que protagoniza Mari y su Cueva de las Chuches en el Ave María Casa Madre no va a ser diferente esta vez. Desde su cueva horadada bajo el Camino del Sacromonte ha atendido, escuchado, participado en su educación y aconsejado a miles de niños y niñas que estudiaron en este lugar privilegiado, en un enclave Patrimonio de la Humanidad junto a la magia del río Darro y la presencia ingente de la Alhambra en todo su esplendor. Ese castillo mágico que adorna el cuento que protagoniza Mari desde hace más de sesenta años, como una interna más.
Las instalaciones del Ave María Casa Madre son un regalo para quien allí estudia. Un largo paseo las atraviesa desde la Cuesta del Chapiz hasta el Sacromonte y, frente por frente, la Alhambra y el bosque del río Darro. Todo confiere al lugar donde Mari vende sus tortas y chuches, una cueva como no podía ser de otra manera, un toque de realismo mágico que concuerda cuando se desvela el nombre completo de nuestra protagonista: María Buendía Valladares. Si se indagara un poco más en los fértiles mundos de Gabriel García Márquez, se descubriría la familia lejana de los protagonistas de la fundación del realismo mágico en la mítica novela 'Cien años de soledad'.
Los Morente y La Zowi
Pero, en el caso de Mari, al contrario. Están siendo 'Sesenta años en compañía', y sigue hoy en día igual, al pie del cañón. Se levanta a sus ochentaypico años a las seis de la mañana, hace sus quehaceres en sus estancias en las instalaciones del centro y va a por las tortas recién hechas. «Las tengo de chocolate y de atún con tomate, recién hechas, ricas-ricas, y muy baraticas, a solo un euro, que los estudiantes no tienen muchos dineros», explica voz en grito, para que le oiga Granada y todo el mundo lo sepa.
Y todo el mundo lo sabe. Como la familia Morente, que vía Estrella Morente le regalaron su vestido de gitana. «Es que todos ellos han estudiado aquí», comenta Mari. «Y ahora está aquí el niño pequeño de La Zowi», que la Mari sabe que también canta y es famosa, aunque nació lejos, allá en París. Es parte de la magia de este cuento, donde se mezclan los flamencos con los traperos y Mari brilla y canta todavía más alto al sol y al viento, repartiendo el amor que lleva dentro.
Carboneros bolicheros
Mari nació en La Peza, hija de Manuel y Ana. «Mi padre murió de una solanera haciendo los bolicheros (chozas para hacer carbón vegetal). Mi madre se fue a Barcelona a trabajar». Los hermanos se repartieron entonces por las escuelas hogares. «Me metieron interna en la Divina Infantita, y de allí pasé aquí». Mari casó muy jovencita, y tiene la pena negra de que su marido cayó fulminado por un infarto justo frente a su Cueva de las Chuches. «Pero bueno, así lo recuerdo todo el día», cuenta y sonríe. «Y aquí sigo desde que empecé, en 1960».
Plam-plam-plam-plam. El trotar de los primerillos que llegan a la carrera a la cueva de las chuches se armoniza con el lugar. Rápidamente guardan fila y esperan su turno. Es el momento mágico de la Mari, que reparte tortas, chuches y piruletas. Es la magia del azúcar y las sonrisas.
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