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Kwabena Kwateng ha logrado empleo como jardinero en la Fundación Purísima Concepción. JORGE PASTOR

Cuatro años después de aquella travesía en patera con un trabajo como jardinero en Granada

Inmigración ·

Kwabena Kwateng, con una discapacidad del 45%, tardó un mes en cruzar África y arribar a Granada. Una historia de superación con final feliz

Jorge Pastor

Granada

Lunes, 23 de noviembre 2020, 00:26

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La historia de Kwabena Kwateng no es una historia de superación. Son tres historias de superación. La de un adolescente que cruzó el Estrecho jugándose la vida. La de un adolescente con un grado de discapacidad del cuarenta y cinco por ciento. Y la de un adolescente que, con todo lo anterior, es capaz de formarse, encontrar un empleo e independizarse cumplida ya la mayoría de edad. Un éxito en primer lugar del propio Kwabena, de su pundonor y de sus ganas de labrarse un futuro en la 'tierra prometida', y un éxito de la Fundación Purísima Concepción de Granada que no sólo lo acogió, sino que gracias a su programa de vivienda de alta intensidad –pisos tutelados– Kwabena ya vuela en solitario.

Offuman es una pequeña ciudad situada en el Este de Ghana. Allí residían Kwabena y su familia –él, su madre y su hermana menor–. Comían del campo y de la caridad. Una vida llena de dificultades y sueños frustrados que empujó a Kwabena a lanzarse a la aventura de cruzar África y llegar hasta Europa cuando tan sólo contaba con quince años. Después de pagar dos mil euros por un billete con destino incierto, se subió en un remolque junto a otros treinta jóvenes y no tan jóvenes para viajar desde Offuman hasta la costa marroquí. Un mes de 'carretera' y seis mil kilómetros de trecho.

Kwabena, en plena faena. JORGE PASTOR
Imagen principal - Kwabena, en plena faena.
Imagen secundaria 1 - Kwabena, en plena faena.
Imagen secundaria 2 - Kwabena, en plena faena.

Pero aún le quedaba la prueba más difícil: cruzar elMediterráneo en patera. Una noche. Una noche que se hizo eterna. «Yo no tenía miedo a morir», asegura. La mar acompañó, el bote no zozobró y arribaron hasta la piel de toro. Por su condición de menor de edad, comenzó un periplo de tres años que le llevó primero al centro Ángel Ganivet, después al Bermúdez de Castro y por último a Mensajeros de la Paz en Motril, donde aprovechó para cursar formación profesional y sacarse el grado de Electricidad.

Tras cumplir los dieciocho años, Kwabena recaló en la Fundación Purísima Concepción, una institución que desde hace sesenta años presta atención integral a personas con diversidad funcional. Entró en una casa junto a otros jóvenes ex tutelados por la Junta donde, según explica Cristina Enamorado Cañadas, responsable de Viviendas de Alta Intensidad Hermanas Hospitalarias Granada, le enseñaron «todos los desempeños para gozar de plena autonomía en el futuro». «Ahí aprenden –explica Cristina– desde habilidades sociales como las tareas domésticas hasta el manejo de dinero y de servicios como puede ser la utilización del transporte público». De forma paralela, también se forman para encontrar un puesto de trabajo.Para este cometido, la Fundación dispone además de un centro especial de empleo donde el propio Kwabena se ha convertido en un magnífico jardinero de la Fundación. Después de ocho meses de prácticas, desde febrero de 2020 goza de un contrato de un año de duración.

La Fundación Purísima Concepción asumió su tutelaje tras cumplir los 18 años y ahora lo ha contratado

«Lo que gano lo envío a Ghana para que mi mamá y mi hermana –su padre murió– no pasen necesidades, cuenta Kwabena en castellano, un idioma que entiende bien y que habla aún con un poco de dificultad. ¿Su gran sueño? Que algún día los suyos puedan reunirse con él en Granada. «¡Ojalá sea cuanto antes!», exclama buscando la complicidad de Cristina, su educadora, su amiga y su ángel de la guarda. «Estoy feliz aquí», asegura mirando a los ojos al periodista. «Kwabena puede desarrollar una vida completamente normalizada siempre que tome su medicación; ésa es una de sus responsabilidades», agrega Cristina.

Cristina Enamorado ha sido la educadora de Kwabena. JORGE PASTOR

Kwabena dice que lo que más le gusta es «ayudar a los demás». Es el primero en apuntarse a campañas solidarias. «Él lo pasó mal y, en la medida de sus posibilidades, siente la obligación de estar cerca de quien tiene necesidades», afirma Cristina. También es muy aficionado a la cocina. Su especialidad, la tortilla de patatas «con cebolla, por favor». Oye música, ve cine y tiene un olfato especial para encontrar gangas de ropa a través de internet. Su próximo reto será obtener el carnet de conducir. No hay duda, lo logrará.

Sesenta años de trayectoria

La Fundación Purísima Concepción cuenta con unas amplias instalaciones en la calle Pedro Machuca de Granada –en la Zona Norte–. La entidad, cuya acción se extiende por veintisiete países de Europa, América, África y Asia, nació en el año 1963. Sesenta años de trayectoria centrada en una asistencia integral, humana y rehabilitadora para personas con diversidad funcional. Inició su andadura como Colegio de Educación Especial que, posteriormente, se amplió con tres residencias: menores, adultos y personas con discapacidad psíquica. A todo ello hay que sumar un piso tutelado, dos centros ocupacionales, dos unidades de día, una vivienda de alta intensidad y un centro especial que ha cumplido ya ocho años de funcionamiento.

Podando plantas. JORGE PASTOR

La Fundación lleva a cabo actividades en múltiples disciplinas. Entre ellas, grupos de autogestión, programas de educación afectivo-sexual, deporte y terapias alternativas con animales. «Para ello –señalan desde la Fundación– contamos con un personal formado, motivado y con una sensibilidad acorde con los valores que nos representan». «Nuestro carácter innovador nos lleva a estar en continua búsqueda de proyectos y nuevos desarrollos que repercutan en una mejor calidad de vida de nuestros atendidos», comentan.

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