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Turistas consultan una guía en casa de los ganadores del 'reality' RAMÓN L. PÉREZ

Los primeros huéspedes de Polopos

Turismo ·

La colonia de holandeses afincada en el pueblo pone en marcha alojamientos rurales para dar cobijo a sus compatriotas, a la vez que el consistorio construye el primer restaurante

Lunes, 22 de noviembre 2021, 00:20

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Sobreviene un escalofrío al recorrer la antigua y serpenteante carretera de Polopos. La ausencia de horizonte sobre el mar de asfalto, dejando a un margen el Mediterráneo y al otro lado la Sierra de la Contraviesa, crea un inmenso decorado que se da cita entre el gris, el amarillo, el verde y el azul. En pleno otoño, el calor no da tregua. Los torrentes de sol rebrotan en el campo al silencio del mediodía. Solo unos cuantos pájaros se atreven a perturbarlo con sus graznidos. Curvas, curvas y más curvas, pero cuando la calzada parece no terminarse nunca empieza a dibujarse a lo lejos, en una colina, pequeñas casas blancas. Otra curva más da la bienvenida al pueblo.

El paisaje quita el hipo y el sosiego se contagia. Un anciano come un melocotón a dentelladas, de manera que el jugo se desliza por su barbilla. Sin quitar los ojos del Micra rojo desconocido que ha osado entrar en Polopos, el hombre se limpia con el puño de su camisa. Las campanas de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario rompen el sigilo instalado en la plaza central. Podría parecer que todo sigue igual en esta tranquila localidad en medio de la nada, pero el azar quiso que hace dos años una productora holandesa se fijara en Polopos para emitir un 'reality show' que ha logrado llevar un poco de vida y mucho turismo a un pueblo que era prácticamente un desierto.

Las mismas casas que estaban vacías y desvencijadas lucen ahora encaladas. En sus balcones, la ropa de los nuevos inquilinos se mece al viento y por las calles estrechas se encuentra la presencia –cada vez menos– inusitada de familias llegadas de los Países Bajos.

En cifras

  • 15 casas abandonadas se han puesto a la venta recientemente

  • 2.000 vecinos que tenía la localidad. Se pasó a menos de 60 por la despoblación

Al pueblo, que tuvo cerca de dos mil vecinos en los años sesenta, apenas le quedaban 58 adultos de avanzada edad en 2019. La mayoría de las 300 viviendas estaban vacías, muchas en ruinas y en casi todas colgaban el cartel de 'Se vende'. No había niños. La escuela rural tuvo que cerrar sus puertas en 2003 y sin embargo, la televisión holandesa RTL4, la cadena pública más importante del país, ha provocado que todo eso quede atrás en menos que se cambia de canal.

El 'reality' no solo se emitió en Holanda, fue popular en otros destinos del norte de Europa. La singular vida de aquel pueblo español perdido de la mano de Dios atrajo a los forasteros. Los extranjeros visitan Polopos y algunos vienen para quedarse. La fiebre turística no ha supuesto el desembarco de grandes constructoras que levanten hoteles con la intención de exprimir el bolsillo de sus clientes mientras se ponen rojos con el sol y beben más sangría. Ha provocado que la localidad ponga en marcha las primeras fondas y alojamientos rurales, pueda tener un segundo bar y se haya empezado a construir un primer restaurante en la planta baja del Ayuntamiento. Cambios sutiles que han transformado completamente –y para bien– el día a día de los vecinos de siempre.

La población es ahora más joven. Quedan menos carteles de 'Se vende' en las angostas callejuelas y nuevas vidas suben el censo de poloperos. Las parejas participantes que quedan del programa son un atractivo turístico más para los holandeses, encantados y conformados con lo que el pueblo ofrece: naturaleza, sol, tranquilidad y nada más. Wijnand Boon (conocido como Nando en el pueblo) y Thysa Zevenbergen, los ganadores del concurso, se dejan fotografiar por los turistas como un atractivo de la localidad de l que ya se sienten parte.

Holandeses afincados y turistas, en la localidad

«El pueblo ha cambiado bastante desde que llegamos. Se han instalado más familias de extranjeros, que han venido con sus hijos y hay bastante turismo, algo que antes no era imaginable», cuentan. La pareja aprendió a hablar español –el idioma escrito no lo dominan– perfectamente gracias a los vecinos.

El segundo bar que se abrió en Polopos fue el suyo. Una pequeña cantina en la parte baja de su vivienda, la casa que tuvieron que restaurar como una de las pruebas del concurso televisivo. Su hogar se ha convertido en un refugio de artistas, que pueden quedarse en las habitaciones, reconvertidas en pensión, para crear. La pareja ha traído actividad cultural al municipio. Organizan jornadas y exposiciones para divertir a los vecinos. Además, han comercializado un libro de recetas típicas de Polopos y de la Sierra de la Contraviesa muy vendido en Holanda.

Los turistas entran en la casa con ilusión, ávidos de descubrir los rincones que vieron en la tele. En un lunes corriente de este mes de octubre, este periódico contabilizó más de una veintena de visitantes en la localidad. Los holandeses aprovecharon las vacaciones otoñales de los escolares para conocer Polopos. Preguntados por este periódico porqué entre todos los lugares que hay en el planeta decidieron adentrarse en la Contraviesa durante sus vacaciones responde, con simpleza y alegría, una mujer: «¿Y por qué no?». La chica se sienta en un banco mirando al cielo como si tratara de atrapar el azul entre sus batientes pestañas. «Me encanta este clima».

«Hay empresas trabajando en la zona y se han abierto alojamientos turísticos. Confiamos en que más negocios apuesten por el pueblo»

Matías González

Alcalde

Es una de las huéspedes de la Casa de la Luz, el alojamiento turístico que han puesto en marcha dos holandeses, Bart y Suus Geert, que huyeron al sur de España en busca de tranquilidad. Antes de estar en Polopos conocieron también la Alpujarra. Bart es ingeniero de caminos y carreteras, teletrabaja desde la Costa granadina. Suus, en cambio, era maestra de matemáticas y desde que se mudó a la localidad se dedica a mantener en buen estado el alojamiento.

Abrieron las instalaciones hace un año, en plena pandemia. Los clientes que reciben suelen ser de Los Países Bajos, aunque al ser de los pocos establecimientos disponibles en la zona acogen a muchos visitantes nacionales que acuden a Polopos llamados por sus rutas en la naturaleza y la desconexión digital que Bart y Suus ofrecen.

El matrimonio no hecha de menos su vida de antes. Les gusta que los españoles no sean tan «cuadriculados».

«La inmobiliaria se extrañó cuando le dijimos que estábamos interesados en la finca. Nunca iba nadie por la dificultad del terreno. Decidimos comprarla y arreglarla para poner en marcha el alojamiento», explica Suus. La casa, situada a las afueras, se abastece con energía solar porque al área no llega la luz. Tampoco llega el agua. Los dueños tuvieron que instalar un depósito, que se rellena cada dos semanas.

Además del alquiler de apartamentos, el matrimonio ofrece rutas en bicicletas por la sierra a sus clientes. «Creemos en un turismo sostenible y no masificado», dice Bart. Para ellos haberse librado del rumor que ofrecen las ciudades de Europa ha sido un auténtico lujo, aunque tengan que hacer bastantes kilómetros para llegar a un supermercado o acceder a otros servicios básicos.

En busca de más empresas

Estos holandeses no son los únicos que atraen turismo a la zona. Mark Van Dalen y Donna Reestman, una joven pareja, pasan largas temporadas en Polopos. Su corazón está dividido entre Países Bajos y el litoral granadino. El tiempo que están en la localidad ofrecen, con su empresa, rutas y actividades de ocio y aventura por la naturaleza. Además, utilizan la casa que habitan como alojamiento turístico en Airbnb.

El alcalde, Matías González, celebra la metamorfosis de su pueblo. «Aunque faltan más negocios y actividades ha habido un cambio considerable en Polopos. No era habitual encontrar a tanta gente paseando como ahora. Hay algunas empresas trabajando en la zona y se han abierto más alojamientos turísticos», destaca González.

«Los vecinos de Polopos nos enseñaron español. Vinimos hace tres años a vivir aquí y estamos contentos»

Thysa

Vecina

En los últimos tiempos, se han comprado 15 casas de las 25 que se encontraban completamente abandonadas. Una de ellas se ha transformado en un taller de alfarería. El Ayuntamiento ha decidido invertir en abrir el primer restaurante en la localidad, que tendrá también un pequeño ultramarinos. El local se abrirá en el bajo del edificio consistorial, donde antes se ubicaba el consultorio, que se trasladará de planta.

El primer edil manifiesta que se invertirán cerca de 700.000 euros en poner en marcha el local. Los fondos para montar el restaurante proceden del PFEAespecial.

«Sabemos que a nuestro pueblo le faltan servicios y confiamos en que poco a poco más familias y empresas apuesten por él. Desde hace años la despoblación se había acuciado y Polopos tiene mucho que ofrecer», sentencia.

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