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Justo, en uno de sus vídeos donde solicita ingresar en prisión. TikTok

Solidaridad en Granada

La llamada desesperada del granadino Justo para ingresar en prisión: «Sufro del corazón, no quiero vivir solo»

Este vecino sexagenario de Motril solicita entrar en la cárcel para «tener a alguien con quien charlar» y contar con asistencia para sus problemas de salud ante el abandono de su familia

Miércoles, 13 de septiembre 2023

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Justo Márquez Sánchez (Almuñécar, Granada, 1963) quiere entrar en la prisión de Albolote. Así lo cuenta él mismo en sus canales de TikTok e Instagram. No es ningún delincuente de poca monta, sino un vecino de Motril completamente desesperado ante la soledad y el abandono al que lo habría sometido su familia. Paciente de cáncer y con problemas cardíacos, este sexagenario ansía que le priven de su libertad para volver a vivir. Una causa paradójica que no todo el mundo comprende, pero por la que piensa luchar hasta el final.

Recetas de cocina, recital de chistes o un buen surtido de memes. Se trata del contenido que llenaba las redes sociales de Justo hasta hace poco más de dos semanas. Fue entonces cuando este sexitano afincado en Motril se lanzó a mostrarse al mundo con un vídeo que lo ha situado en primera plana nacional e internacional. «Me presento voluntario para entrar en la cárcel», asevera desde el salón de su casa mientras sostiene un cartel que refuerza su mensaje. Una decisión que afirma haber meditado y tomado como única vía para combatir la soledad y cuidar su salud.

«Tengo sesenta años y padezco problemas de corazón desde hace quince años. Cuando vivía con mi mujer, a veces entraba en parada y me quedaba prácticamente muerto. Ella avisaba a Emergencias y conseguía reanimarme antes de que llegaran. Ahora ya no está y me da miedo que me ocurra a mí solo. Nadie me podría auxiliar», explica Justo Márquez a IDEAL en una entrevista telefónica. Las palabras le salen atropelladas y a alta velocidad. Como aquel que se desvive por aprovechar cada segundo de compañía y ser escuchado antes de volver a su realidad.

Justo contrajo matrimonio en 1999 con «la dependienta de una tienda de comestibles que regentaba». Tras cerca de veinticuatro años de amor y cinco hijos, la pareja está en vías de divorcio para desgracia del sexitano. El pasado junio no le quedó otra que mudarse, abandonando su casa familiar y dando inicio a su pesadilla particular. «Mi esposa no quiere que vuelva a casa. Intento no perder el contacto con mis hijos, pero no los veo nunca. He sido abuelo hace poco y mi hija no me ha presentado a mi nieto. Me encuentro solo y poco animado. He sufrido depresión y ansiedad. Por eso la cárcel no me parece tan mal destino», detalla.

«No quiero delinquir»

Desafortunadamente para él, entrar en prisión no es tan sencillo. Nada ni nadie puede poner entre rejas a Justo sin la comisión de un delito de determinada gravedad, algo de lo que no está por la labor. «No quiero delinquir. Simplemente quiero vivir con alguien y poder conversar. Antes que estar en la calle sin familia y aislado, prefiero la prisión. Ya he acudido a los servicios sociales y no me han ayudado», se justifica. Justo pasa los días con una pequeña pensión en su casa de Motril. Por edad, aún no puede jubilarse. Actualmente se encuentra de baja laboral por sus complicaciones cardiovasculares y su otra gran preocupación: el cáncer.

«No es terminal, pero estoy pendiente de hacerme pruebas. Me lo diagnosticaron antes de la pandemia. Llegué a someterme a radioterapia, pero no quise operarme porque mi hermano acabó muy desgastado y falleció poco después», relata. La salud no altera su misión. Justo planea concentrarse en octubre frente a las puertas del Juzgado de Motril para visibilizar su causa, que va ganando repercusión en internet. «A través de TikTok estoy recibiendo mucho apoyo. Hasta de Latinoamérica. Los mensajes me suben el ánimo y me dan aliento para seguir. Quiero entrar en la cárcel para volver a sentirme bien», concluye. La primera vez que el reo acude a la Justicia en lugar de huir sin mirar atrás.

Justo portando una cruz a cuestas. IDEAL

El justiciero de la cruz a cuestas

Esta no es la primera vez que Justo Márquez aparece en los medios de comunicación. En las últimas tres décadas, el actual vecino de Motril peregrinaba por los pueblos de la Costa Tropical, de la Alpujarra o, incluso, fuera de Andalucía pidiendo justicia por diversas causas. No lo hacía de cualquier manera, sino que portaba una gran cruz de madera a cuestas por el camino. El fin de la violencia machista, el fin del hambre en el mundo o ganar un pleito sobre el uso del agua de un cortijo fueron algunas de sus cruzadas.

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