El convento desconocido de Granada
Las madres dominicas están restaurando a pulmón el Convento de la Piedad, un edificio del siglo XVI que guarda joyas artísticas de Pedro de Mena y José Risueño
Jorge Pastor
Martes, 12 de marzo 2024, 00:58
Fue el 28 de abril de 1503. Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán de las tropas de Fernando el Católico, rezaba en silencio en su carpa antes de iniciar la ofensiva contra los franceses para hacerse con la plaza de Ceriñola. Un enfrentamiento decisivo para que España ganara la segunda Guerra de Nápoles y su hegemonía en los campos de batalla de Europa. El Gran Capitán oró delante de una talla de Nuestra Señora de la Piedad que llevaba cuando estaba de campaña.
Son las ocho y media de la mañana en la plaza de los Lobos. La campana de Jesús, María y José, fundida en el año 1896, llama a la misa. Unos treinta feligreses toman asiento en los bancos de la iglesia del Convento de la Piedad. En la hornacina central del retablo, una preciosa imagen de Nuestra Señora de la Piedad. ¿Qué relación existe entre la escultura del Gran Capitán y la que preside este templo? Sí, es la misma. Fue donada a la casa por una señora que se llamaba María Sarmiento de los Cobos y Mendoza, esposa del nieto del Gran Capitán. Es uno de los múltiples tesoros que alberga un inmueble desconocido para miles y miles de granadinos que ahora está siendo rehabilitado por Cyra, una empresa granadina especializada en construcción y restauración patrimonial, según el proyecto realizado por los arquitectos Sebastián Rueda y Jesús Rubia, del estudio Mensulae.
«Para el estudio Mensulae es un proyecto de gran responsabilidad por las múltiples capas históricas»
Sebastián Rueda
Arquitecto
Los problemas en el Convento de la Piedad se descubrieron en 2020, cuando se realizó el Informe de Evaluación de Edificios obligatorio para todas las fincas con más de cincuenta años. A la vista de los resultados de esta inspección, el Ayuntamiento ordenó la reparación urgente de unos aleros que dan a la calle Málaga –en cuyo piso se observan las huellas de los raíles del antiguo tranvía– y también determinó la necesidad de realizar otras actuaciones que no eran emergencia, pero sí necesarias. Esas son las que se están llevando a cabo en estos momentos.
Según Sebastián Rueda, había grandes humedades en el flanco de la calle Jardín Botánico como consecuencia de una serie de reposiciones en el siglo XX con mortero de cemento. Debido a ello se produjeron abombamientos y desprendimientos, desperfectos agravados por que los canalones y las bajantes estaban empotradas. También se detectó el deterioro de los elementos de soporte del tejado del cuerpo del campanario que ha obligado a la sustitución de la armadura por otra de la misma tipología –de par e hilera–. Además se están acometiendo trabajos puntuales para la revisión de instalaciones eléctricas y la reposición de dispositivos como interruptores magnetotérmicos.
En total, unos 100.000 euros sufragados con fondos propios de las Madres Dominicas y donativos. En estos momentos cinco monjas de clausura habitan en el Convento de la Piedad, la mayoría de edad muy avanzada, a las que hay que agregar la reciente incorporación de una profesa procedente de Italia.
Según Jesús Fernández, de Cyra, la intervención «no tiene una gran complejidad, pero sí requiere el concurso de una firma como la nuestra, con la máxima calificación en rehabilitación». El periodo de ejecución está siendo un mes. Además de albañiles, se han precisado técnicos en madera. «Para nosotros –añade Sebastián Rueda– es una enorme responsabilidad al tratarse de un edificio con tantísimas capas históricas». «Somos un equipo de gente joven con formación y colaboración con expertos en diferentes materias».
Escaneo en tres dimensiones
Para definir las pautas de actuación de la manera más rigurosa, Insulae ha partido de la realización de un estudio documental que le ha permitido saber los estados del Convento de la Piedad en etapas anteriores. A ello ha sumado un escaneado en tres dimensiones para la elaboración del levantamiento métrico y para el correcto examen de todas las anomalías. Y, por último, una caracterización constructiva para tener un conocimiento exhaustivo de los materiales y de sus propiedades.
Pero antes de continuar con el relato, conviene detenerse unos segundos para situarse en el espacio y en el tiempo. Básicamente porque el Convento de la Piedad es, probablemente, el convento menos conocido de Granada. Se localiza en la manzana aledaña al Jardín Botánico, aunque originariamente también abarcaba lo que hoy conocemos como la plaza de los Lobos. El Convento de la Piedad se asienta en el Palacio de María del Sarmiento yMendoza, marquesa de Camarasa, que fue la promotora y fundadora en el año 1558. Aún se mantienen en pie una parte del alzado de aquella villa palaciega que, por cierto, aparece perfectamente localizada en la Plataforma de Ambrosio de Vico, considerada uno de los primeros mapas de Granada –fue dibujado en la última década del siglo XVI–.
«No es una intervención compleja, pero que requiere el concurso de una empresa especializada en restauración patrimonial»
Jesús Fernández
Cyra
El aspecto exterior es sencillo. La clave, quizá, de que pase desapercibido.La edificación principal se vertebra alrededor de un patio central. El estilo de este espacio es de un renacimiento tardío con arcos de medio punto y ménsula geométrica sobre arcos toscanos. Una austeridad exterior que poco tiene que ver con la riqueza del patrimonio interior perfectamente conservado por las madres. Entre otras piezas, una magnífica armadura ochavada decorada de lazo con piña de mocárabes y moderada policromía.
Recorriendo sus pasillos y habitaciones encontramos auténticas maravillas. ¿Por qué? Porque en estas 'cuatro paredes' se reunieron los extintos monasterios del Santo Espíritu del Albaicín y Santa Catalina de Siena, lo que supuso el traslado de numerosos bienes muebles. Para empezar, un impresionante Señor Atado a la Columna de Pedro de Mena, uno de los principales artistas del Barroco español. En uno de los corredores de la última planta podemos ver también un Ecce Homo atribuido a José Risueño, otro de los grandes maestros de la Escuela Granadina.Detenerse en los detalles de este busto resulta absolutamente estremecedor. A todo ello hay que sumar la Virgen de la Piedad del Gran Capitán y una de las espinas de la corona de Jesucristo que se exhibe a modo de reliquia y que concita el interés de muchos fieles.
Aunque la gran joya es el archivo, entre cuyos legajos destaca el testamento de María del Sarmiento y Mendoza, marquesa de Camarasa. Para la constitución del Convento de la Piedad, la noble entregó nueve mil ducados, piezas de plata, ornatos, órgano, campanas y cocina de orfebrería. Y cedió algunas fincas y sesenta mil maravedíes para que las religiosas se pudieran dedicar a la oración, la alabanza y la penitencia.La señora también dejó escrito que en la capilla mayor hubiera oficios todos los días.
Todo esto está ahí gracias a la implicación y el esfuerzo de las Dominicas, cuya única fuente de ingresos es la fabricación de las sagradas formas que luego se ofrecen a los fieles en las eucaristías. Poco más. A diferencia de otros conventos, no tienen otra fuente de recursos. Una escasez de medios que dificulta acometer otras obras muy necesarias en el medio plazo como la eliminación de añadidos de baja calidad que generan patologías.
Si la marquesa de Camarasa levantara la cabeza, seguro que se sentiría orgullosa de que el Convento de la Piedad se mantenga fiel a sus estatutos. Como seguro que agradecidos se sienten los granadinos de que el patrimonio de su ciudad se conserve en perfectas condiciones.
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