«Sin conciliación no hay igualdad de oportunidades»
Carmen Arango, comandante de Vueling ·
Cuando a la piloto le preguntan cómo puede llevar un avión de 373 toneladas responde que no lo levanta a pesoMercedes Navarrete
Granada
Lunes, 7 de marzo 2022, 17:44
Yo no voy a trabajar, voy a volar». Carmen Arango es una de esas privilegiadas que han hecho de su pasión su profesión. Le pagan por hacer lo que más le gusta. «Tú sales a disfrutar pero luego, como en todos los trabajos, hay complicaciones y te encuentras con lo que te encuentras», explica entre risas la comandante de la aerolínea Vueling.
Madrileña de nacimiento, pero de familia granadina y residente en Albolote, la suya fue la primera vocación aérea de su familia. Su amor por los aviones era tal y lo tenía tan claro desde niña que en el colegio Sagrado Corazón hasta las monjas hasta se informaron para ver qué pasos tenía que seguir aquella alumna y dónde estudiaban los pilotos.
Obtuvo el título en 2001 y con 25 años inició una brillante carrera que hoy desarrolla como comandante de la aerolínea Vueling e instructora en una ATO, que es una de esas escuelas que enseñan a volar los aviones grandes. Es examinadora del Airbus 320.
«Si quieres formar una familia tienes que paralizar tu carrera, pero hoy en día, al menos, estamos mucho más protegidas económicamente»,
Carmen es de las mujeres que han abierto camino y ha logrado llegar lejos en una profesión donde la presencia femenina es aún testimonial, apenas el 6%. En su compañía, de un total de 1.200 pilotos, 53 son mujeres. «Tienes que demostrar más, pero a las mujeres que volamos se nos tiene bien consideradas», afirma la comandante. Cuando se sube al avión, ella es la máxima autoridad aunque asegura que hoy en día los pilotos son más «gestores» de talento y de equipos y que el ordeno y mando pasó a la historia. Más que con el machismo galopante, asegra que lidia con el «paternalismo», «aunque cada vez menos».
«Tienes que demostrar que vales para la profesión y para estar rodeada de hombres», esgrime.
En su profesión la brecha salarial no existe pero sí ese llamado techo de cristal que no se ve pero dificulta a las mujeres ascender en todas las carreras. En el caso de las pilotos, claramente se lo tienen que pensar más que otras profesionales si quieren ser madres porque en esta carrera se asciende en función de las horas de vuelo acumuladas. Lógicamente, un embarazo las interrumpe.
«Si quieres formar una familia tienes que paralizar tu carrera, pero hoy en día, al menos, estamos mucho más protegidas económicamente», explica la comandante.
Todavía, a día de hoy, es inevitable ver cómo se gira algún cuello cuando pasea por los aeropuertos de Europa con su uniforme, pero percibe que, en este sentido, la sociedad sí ha avanzado muchísimo. Aún recuerda divertida una anécdota que le ocurrió con 27 años.
Era su último día como copiloto de un vuelo en el B737 y al comandante del avión se le ocurrió, como gesto de deferencia con Carmen, que fuera ella la que saludara al pasaje del vuelo Palma Mallorca-Madrid, la mayoría turistas del Imserso. Al ver quién la iba a llevar de vuelta a casa –una piloto mujer y joven– a una señora mayor se le descompuso cara: «¡Ay por favor, la niña no», se le escapó.
«Le dije al comandante, me voy a meter en la cabina porque se nos va a bajar medio avión», recuerda.
«El problema de una mujer piloto es el de todas las profesionales, la conciliación. La igualdad pasa por la conciliación familiar. Si no puedes conciliar nunca vas a tener las mismas oportunidades»
Ahora el efecto, por fortuna, es totalmente el contrario. «Los pasajeros te felicitan, se alegran de verte, tanto mujeres como hombres y los niños. Hasta los mayores se han acostumbrado».
Y si alguien le hace la típica pregunta que no le harían a un piloto hombre «¿cómo puedes llevar un bicho de 373 toneladas?», la respuesta de Carmen es contundente: «No lo cojo a peso».
Aunque sus días libres le permiten pasar más tiempo con sus hijos –tienen 13, 11 y seis años– que en otras profesiones, tiene que pasar jornadas enteras fuera de casa. Es el gran handicap de su profesión. Su móvil está apagado mientras vuela. Y ése es el teléfono, el de las madres, al que por defecto llaman del pediatra o del colegio. «El problema de una mujer piloto es el de todas las profesionales, la conciliación. La igualdad pasa por la conciliación familiar. Si no puedes conciliar nunca vas a tener las mismas oportunidades», sentencia convencida.
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