Los Cinco y la aventura de leer

Mucho antes de que existiera Masterchef y la gastronomía se convirtiese en una nueva religión estaban los desayunos y las meriendas de Ana, Jorge (la niña que quería ser niño), Julián, Dick y el perro Tim, los Cinco, una de las pandillas de aventureros infantiles que nacieron de la fértil imaginación de la escritora británica Enid Blyton. Bollitos recién hechos rellenos de mantequilla y mermelada, pastel de jenjibre, bocadillos de todo... Cada cinco o diez páginas, un festín para los sentidos.

Millones de chavales en todo el mundo aprendieron a salivar gracias a los menús que preparaba Enid Blyton para los Cinco o los Siete Secretos, otra de sus creaciones.

Pero, sobre todo, los libros de la narradora inglesa fueron (y siguen siendo, porque su éxito perdura) el mejor alimento para el hambre de lectura.

Magdalena, de la Asociación Cuatro Dimensiones (que cuenta con el respaldo económico de la Fundación la Caixa), lo sabe bien. Ella y sus hermanos son devotos de los Cinco y quisieron que sus hijos se enganchasen también a la saga. Así que durante sus veraneos en la casa familiar de Lúcar, en Almería, preparaban aventuras para los pequeños al modo y manera de las de Ana, Jorge, Julián, Dick y Tim. Un día tocaba buscar un tesoro; otro, dejarse llevar por unas luces misteriosas que parpadeaban en la noche... Luego, los adultos fabricaban libros personalizados con el material gráfico que habían recopilado durante las pesquisas y se los regalaban a cada niño.

El éxito fue tal que el invento empezó a llegar a los colegios (Escolapios, Genil...)y, de la mano de la Diputación, sedujeron a miles de alumnos de toda Granada.

Ahora, y en la medida que la pandemia lo ha permidio, han llevado su pasión por inocular el virus de la lectura a la Zona Norte de la capital, concretamente al Colegio Público Miguel Hernández de Casería de Montijo y a los Escolapios. Y en eso están. Han ganado para la causa a la Biblioteca de Cartuja y los chiquillos están encantados de la vida. «Somos lectores, valoramos los beneficios de la lectura y queríamos que nuestros hijos leyeran». Ese fue el inicio de una aventura sin final.