«La bondad salva al mundo»
Es lo más parecido al superhéroe de Granada, inspirado por su abuela Pastora y siempre acompañado por la voz de Carlos Cano
Antes de ir al colegio, la abuela de Manolo le daba una monedilla para que se comprara algo. «Recuerda que en el bolsillo llevas esta moneda –le decía–. Tiene dos caras: el bien y el mal». Luego le explicaba que el mal suele ganar, pero que él siempre podía elegir el bando que quisiera. Ahí empezó a ponerse de parte de los que pierden, del débil, del que quizás lleve razón pero no tenga medios para salir victorioso.
Manuel Martín García saluda a todos los compañeros antes de sentarse en su despacho. En la mesa hay montañas ordenadas de papeles. «Aunque no te lo creas, lo tengo todo muy ordenado», sonríe. En las estanterías hay recuerdos de toda la vida, desde una foto con el Papa Francisco hasta algún recorte del periódico. «Fui corresponsal de IDEAL en Nigüelas, mi pueblo», apunta orgulloso. Y en la pared hay una decena de frases que le sostienen el pensamiento: «No hay causas perdidas, hay causas difíciles», «no asumas como normal lo inaceptable», «una queja es un regalo», «los derechos se conquistan».
–Con el calor que hay, estar en la calle Horno de San Matías tiene su encanto...
–Hace mucho calor en todos los sentidos, pero este edificio es muy fresquito. Como es antiguo, el aire acondicionado no nos hace falta.
–Defensor del Ciudadano...
–De la Ciudadanía. Las palabras importan y el lenguaje crea realidades. No cuesta nada, así nadie se siente fuera.
–Tiene usted razón. Defensor de la Ciudadanía, parece un personaje de cómic. ¿Lee tebeos?
–Leía muchos tebeos de niño. Me encantaban Zipi y Zape, Astérix, Mafalda…
–Le decía, porque su cargo suena a superhéroe.
–¡A Superman! (ríe) No, no. En cualquier caso, la palabra 'defensor' es bonita por todo lo que implica.
–¿No se siente un poco héroe?
–No, no. Quiero sentirme una persona capaz de comprender el sufrimiento de los demás, sea lo que sea, y capaz de buscar soluciones.
–Eso ya suena a superpoder. Si pudiera elegir uno, ¿cuál sería? ¿Volar? ¿Fuerza? ¿Velocidad?
–Bondad y ternura. Creo que la bondad salva al mundo, que es lo único que nos puede sacar de este atolladero en el que estamos metidos… ¿Sabes? Nunca he publicado nada, pero últimamente escribo poesía. Y muchos poemas son sobre la bondad y la ternura.
–¿Cuándo escribe?
–Escribo más por necesidad que por afición. El otro día, por ejemplo, estaba en la sala de espera del dentista y me vino a la mente una idea y la escribí en el móvil.
–¿Sobre dientes?
–¡Sí! (ríe) Sobre defender la sonrisa. Me gustó la idea.
–Volviendo a la bondad. ¿Nos da igual el otro?
–A veces parece que sí… Vivimos en una época donde la indiferencia está a la orden del día. Hay que vacunarse contra la indiferencia.
–¿De dónde viene?
–Viene del egoísmo, de las cosas rápidas, de no ser capaces de comprender el dolor humano…
–¿Cree que la inteligencia artificial llegará a comprenderlo?
–Para nada. La IA nunca comprenderá el dolor humano. Lo que falta es inteligencia emocional. La IA es una buena herramienta, pero nunca va a sustituir ni al corazón, ni a una mano, ni a una mirada, ni a una compañía.
«La IA es una buena herramienta, pero nunca comprenderá el dolor humano»
–¿Quién es el héroe de su vida?
–Mi abuela materna, Pastora. Era una persona que no sabía leer ni escribir, que tuvo una vida muy dura porque se quedó sin madre cuando era un bebé, y luego sin padre cuando tenía dos años. Sin embargo, era una persona resiliente, me recitaba el Quijote y tenía una frase para cada día.
–Usted es abuelo.
–Tengo una nieta. La hija de tu hija, es algo maravilloso.
–¿Le da monedas?
–(Ríe) Todavía es pequeña, pero seguro que alguna le daré.
–¿Qué es un antropólogo?
–Mi rama, la antropología social y cultural, estudia la parte social de la vida, de las relaciones y la cultura. Porque todo lo que no es naturaleza es cultura.
–Si un extraterrestre se plantara hoy aquí, ¿qué cree que diría de Granada?
–Que es un paisaje magnífico, de los más bonitos del universo. Pero también vería sombras en las personas, falta de implicación… Una ciudad a la que no se le saca todo lo que podría dar.
–¿Vería una capital cultural?
–Sí. Yo quiero verla y espero que lo consigamos. Tenemos que hacer todo lo posible. Pero lo importante no es tanto el título como el proceso. Tenemos que ganarnos el premio y creo que vamos por buen camino.
–¿Cómo define Granada?
–Un gran amigo mío, Carlos Cano, decía que Granada vive tan prisionera de sí misma que sólo tiene salida por las estrellas. Puede que tanto encanto nos deje adormilados.
–¿Le gusta la música?
–Soy muy de música. Podría vivir sin televisión, pero no sin mi equipo de música. Se me rompió hace poco y me he comprado uno para poner mis cedés… A mí me gustan los cantautores, como Carlos Cano o Amancio Prada, por ejemplo.
–¿Cine?
–Voy menos de lo que me gustaría. Me encantó 'El 47'. Y 'El maestro que nos prometió el mar', maravillosa, porque me recordó a un maestro que tuve y fue el maestro que me abrió el horizonte, el que me prometió el mar. Nicolás Palma.
–Nigüelas.
–Mis raíces. Siempre digo que si no se avanza recordando, se tropieza. Yo soy yo gracias a mi familia y a mi pueblo. Un pueblo con un tradición cultural y musical muy grande.
«Yo soy yo gracias a mi familia y a mi pueblo. Un pueblo con un tradición cultural muy grande»
–¿El mejor verano?
–Cuando éramos pequeños y nos íbamos a la playa. No sé cómo entrábamos todos en el coche. ¡Hasta mi abuela Pastora! (ríe)Hermanos, primos… cargados de sandías, y volvíamos de noche quemados del sol.
–¿Se lleva bien con el calor?
–No, no me gusta el calor. Prefiero el invierno al verano. Pese a que este 'horno' sea fresquito.
–¿Cúal es su kriptonita?
–No soporto la indiferencia. No soporto que las personas no comprendan el dolor de los demás. Me enerva y me cabrea.
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