Bodas con mascarilla
El día más esperado ·
Después de casi tres meses de parón, el juzgado retomó ayer la actividad nupcial con 16 casamientos: dos metros de distancia entre contrayentes, mascarilla abajo sólo para el 'sí quiero' y geles hidroalcohólicosNo faltaron ni las serpentinas de colores ni los '¡vivan los novios!' Cristina y James sellaron ayer su maravillosa historia de diez años de amor y dos críos preciosos, Nora y Álex. «Nos conocimos en el trabajo, nos intercambiábamos correos electrónicos y hacíamos por coincidir todos los días en la calle», recordaba Cristina, que no paró de sonreír mientras cogía en brazos a la pequeña Nora, tocada con una bonita corona de flores. «Me conquistó a base de palmeras de chocolate y chuches», confesó Cristina mirando a James a los ojos, que no pudo evitar la carcajada. «Me mudé y a los dos días ya estaba su cepillo de dientes en mi casa» (más risas). Una escena entrañable a las puertas de los juzgados de la Caleta, donde acababan de esposarse con todas las de la ley.
La última hora de Granada
Casi tres meses después de que se paralizara la actividad nupcial en el Registro Civil de Granada, este viernes se retomó con dieciséis enlaces. Nada más y nada menos. La sala de vistas se abrió a las diez y se cerró a las doce y media. Dos horas y media intensas. Muy intensas.
Pero volvamos con Cristina y James. «¿Cómo ha ido la cosa?», les preguntó el periodista. «Pues la verdad es que ha sido rápido», respondió James, un inglés con acento de Graná afincado por estos pagos desde hace veintiséis años, mientras se preparaba para hacerse una foto con los padrinos. «Una sensación extraña –comentó– porque yo me dedico profesionalmente a la fotografía de bodas, y ahora soy yo quien estoy delante de la cámara». Imágenes para el recuerdo. Imágenes que no olvidarán. Se casaron con mascarilla –únicamente se la destaparon para que se escuchara alto y nítido el 'sí quiero'– y separados por dos metros de distancia –cada uno sentado en los extremos de un banco–. Los chiquillos se tuvieron que quedar fuera. Nora lloró.
La justicia es modélica y las cosas tienen que hacerse así en unas circunstancias tan excepcionales como las que estamos viendo. Todo el mundo lo entendió. Nada que objetar. Cristina y James tenían prevista una celebración con cien personas para septiembre, pero la han aplazado hasta el año que viene. Ayer, un sencillo picoteo en casa junto a los más allegados.
El turno de Estela y Alonso
Una vez finalizado el 'oficio' de Cristina y James, era el turno de Estela y Alonso. Ella, guapísima y elegante, con vestido de encaje blanco ibicenco y ramo de flores de colores suaves. Y él, también guapísimo y elegante, con pantalón de traje gris y camisa blanca. Los dos con mascarillas FFP2. Estela y Alonso aprovecharon la espera en el pasillo para inmortalizar el momento. De ello se encargaron las testigos con sus móviles y el fotógrafo del IDEAL. Eran las 11.20 horas en punto. El ujier salió a su encuentro, les preguntó sus nombres, los tachó de la lista y les invitó a entrar. Sólo ellos cuatro y excepcionalmente –previo permiso de los contrayentes– también el plumilla que firma este reportaje. Se sentaron a unos dos metros de distancia. Una de las testigos se encargó de la retransmisión del evento en directo, pero se le olvidó apagar el audio del celular y se escuchó un entusiasta 'pero qué guapos están' cuando la videógrafa tomó un primer plano de Estela y Alonso.
Comenzó la ceremonia. El juez leyó los artículos 66, 67 y 68 del Código Civil. El primero habla de que los cónyuges son iguales en derechos y deberes. El segundo, que deben respetarse y ayudarse mutuamente en interés de la familia. Y el tercero, que deben atender a ascendientes y descendientes y otras personas dependientes a su cargo. Estela y Alonso lo escucharon de pie. Y llegó el momento. El gran momento. El momento del 'sí quiero' –sin mascarilla y sin beso–. Y 'c'est fini', que dirían los franceses. Menos de cinco minutos de formalismos. Los informalismos tendrán que esperar mejores épocas. A continuación, la rúbrica. Junto al libro de firmas, un dispensador de gel hidro alcohólico para desinfectarse las manos después de coger el bolígrafo. Procedieron ellos. Procedieron las testigos. Y adiós muy buenas. Que pasen los siguientes.
Las bodas no duran ni cinco minutos;la mayoría de las parejas esperan celebrarlas a lo grande el año que viene
Y es que las fases 2 y 3 del proceso de desescalada han permitido a muchas parejas de Granada hacer realidad su anhelo de contraer nupcias. En unos casos porque tenían programado hacerlo durante el periodo de confinamiento y han tenido que posponerlo, y en otros sencillamente porque tenían fecha y hora concertada en el juzgado. Dieron el paso atendiendo, eso sí, a todos los protocolos de seguridad establecidos para un edificio judicial como el de la Caleta. Actos sencillos y rápidos para 'cubrir el expediente', tener los papeles y, a la vuelta de unos meses –la mayoría para el año que viene–, emotivas ceremonias y banquetes como Dios manda. Con sus discursos, sus bromas, sus lágrimas y sus canapés. Durante estas semanas, conforme se va despejando el horizonte, los novios han empezado a renegociar nuevas fechas. Los establecimientos están ya rellenando sus agendas con la esperanza de que no haya un nuevo rebrote y el mundo se vuelva a torcer. En juego hay muchas ilusiones, pero también mucho dinero y muchos puestos de trabajo. Crucemos los dedos.
Así serán las bodas en la fase 3
En la fase 3, que estrenaremos el próximo lunes en Granada, las bodas se pueden realizar en cualquier espacio siempre que no se supere el setenta y cinco por ciento del aforo. Si son al aire libre, el número máximo de asistentes se amplía hasta ciento cincuenta, mientras que si es en lugares cerrados, no se podrá superar la cifra de setenta y cinco. En cualquier caso, deberán respetarse las medidas de seguridad e higiene establecidas por las autoridades sanitarias para la prevención del coronavirus, como el mantenimiento de la distancia de seguridad de dos metros.
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