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La polifacética directora, frente a la escuela en Cartuja. PEPE MARÍN

Blanca Fernández-Capel, un nuevo reto a los 73

La histórica diputada del PP granadino, recién nombrada directora de la Escuela Andaluza de Salud Pública, creció entre cultura, acumula diplomas, relee a García Márquez o Baroja, y escucha zarzuela y flamenco

Javier Morales

Granada

Sábado, 13 de abril 2019, 00:31

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En el recién estrenado despacho de Blanca Fernández-Capel hay cuatro alcayatas desamparadas, bien clavadas, sí, pero a la espera de algo que sostener. Una sujetará la foto de sus hijos; otra, la de sus nietos; la tercera es para su hermano, «un gran médico». Y queda una: la de sus padres, retratados en una estampa costumbrista que se repetía cada día junto a la chimenea. El padre lee el periódico, encuentra alguna curiosidad y llama a su mujer, que dirige la mirada al párrafo al que apunta el dedo de su marido. Blanca, nueva directora de la Escuela Andaluza de Salud Pública, es polifacética: humanista, docente, médica, diputada durante 18 años, profesora en varias facultades… Pero insiste en que el sustento de cada título es la familia en la que creció, los amigos cosechados. La gente que la acompañará desde una pared de su oficina y la que 'cuelga' de las alcayatas de su memoria.

Tiene 73 años, ojos claros, viste bata y un pañuelo rosa –no sabe si el estampado es apropiado para las fotos– y se mueve por su nuevo hogar, la Escuela Andaluza de Salud Pública, con soltura y paso firme. Reconoce que sigue ágil mentalmente. No en vano, acaba de pedir su tercer diploma de 'carrera' universitaria, «con sorpresa para mucha gente». Como por ejemplo, para quien expedió el título de experta en Política Pública y Gobierno, que invitó a Blanca a comprobar que todo estaba correcto al ver una fecha de nacimiento poco común entre los últimos graduados: 1946.

Su biografía se puede contar tomando como hilo las 'fotos' de las personas que por ella asoman. En la infancia «feliz», desde luego, los protagonistas son sus padres, «cultos», «amorosísimos y superprotectores». En sus primeros años, en Almería, la guiaron en la lectura, la pintura, la historia, la geografía o la música, despertando en ella las múltiples inquietudes que detonaron su carrera 'hiperactiva'. Los rostros de sus amigos de niñez, con quienes jugaba en la calle –la expresión adquiere valor día tras día– no cuelgan en la pared de la memoria, pues aún mantiene el contacto con ellos: la pandilla se reunirá en Semana Santa.

En este caldo de cultivo –escribía bien, le gustaba la literatura– nace la decisión de estudiar Filosofía en Granada, a donde se trasladó con 17 años. No era raro, pues las mujeres se integraban ya en la universidad, especialmente en carreras de Letras, y todas las de su familia habían estudiado. Cada noche, ella y dos de sus cinco hermanos, también instalados en Granada, recibían la 'conferencia' de las 21.30 desde Almería. Cuatro décadas antes del Whatsapp y el Facetime, la llamada diaria casi se podría considerar una proeza.

Capel fue la primera mujer diputada del PP con escaño por Granada

Del edificio de Filosofía en la calle Puentezuelas pasó a las aulas del colegio Regina Mundi, donde impartió Historia, Lengua o Inglés. Las caras en este álbum son las de algunas alumnas con las que aún hoy mantiene el contacto. Hace poco recibió un regalo: un cuaderno con los mapas históricos confeccionados en aquellos años.

Se casó con 23 años. Su marido, médico, se especializaba en Inglaterra. Su madre era enfermera, su hermano, también galeno. Y a ella le picaba el gusanillo de una Medicina que aún se estudiaba desde la perspectiva humanista. Empezó a estudiar por su cuenta y luego se matriculó en el edificio de la avenida de Madrid, su casa desde el 72 al 78. Allí empezó a trabajar como profesora…

Diputada

Y luego –al margen de nuevos cursos, titulaciones y, en definitiva, líneas de currículum– llegó a velocidad de crucero su carrera política. Antes ya había fundado el primer club liberal en Granada. En el 93 accedió a una plaza en el Congreso de los Diputados, siendo la primera mujer de los populares con escaño por Granada. «La política tiene grandes satisfacciones, y también decepciones, como la vida misma», dice, a modo de breve balance de cinco legislaturas.

(1) Capel frente a la singular pirámide de la escuela (2) Con Gabriel Diaz Berbel y Andrés Ollero, en la sede del PP de Granada (3) En el Congreso de los Diputados. IDEAL
Imagen principal - (1) Capel frente a la singular pirámide de la escuela (2) Con Gabriel Diaz Berbel y Andrés Ollero, en la sede del PP de Granada (3) En el Congreso de los Diputados.
Imagen secundaria 1 - (1) Capel frente a la singular pirámide de la escuela (2) Con Gabriel Diaz Berbel y Andrés Ollero, en la sede del PP de Granada (3) En el Congreso de los Diputados.
Imagen secundaria 2 - (1) Capel frente a la singular pirámide de la escuela (2) Con Gabriel Diaz Berbel y Andrés Ollero, en la sede del PP de Granada (3) En el Congreso de los Diputados.

Recuerda, por ejemplo, su presencia en el Congreso de Europa, y habla «con cariño» de gente como Pedro Vaquero, diputado de IU por Granada fallecido en 2016 con el que compartió algún proyecto en la Cámara Baja. Dice tener «amigos de todos los colores» y lo ilustra con una anécdota: un socialista fue el primero en felicitarla por el nuevo cargo, con una llamada desde Madrid a las ocho de la mañana, cuando ni siquiera ella sabía que su nombramiento se había hecho oficial.

Aunque tiene carnet del PP y su vida no se entiende sin su faceta de militante, a lo largo de la entrevista insiste en dejar de lado las cuestiones ideológicas. Hay quien ha cuestionado que su perfil conservador sea el idóneo para la dirección de la escuela. Para ella, la vertiente política queda de lado desde su nombramiento. Augura «mucho futuro» para la escuela, en la que ha encontrado «a gente generosa, dispuesta y buenos profesionales» tras la «labor magnífica» de su antecesora, Reyes Álvarez-Ossorio.

La entidad es un referente de salud pública y gestión en Latinoamérica, África o el Este de Europa. Después de tres décadas, la escuela a la que ha llegado Fernández-Capel 'rueda sola'. Como muestra de su futuro, ejemplifica, es el lugar escogido por la viceconsejera de Salud, Catalina García, para su primera visita oficial.

La mudanza

Entre su etapa como diputada y su reciente nombramiento, Fernández-Capel impartió clase en la Universidad. Nunca se planteó ser decana de la Facultad de Medicina, dice, para evitar la 'competencia' entre compañeros. La medicina ha cambiado –en su opinión es menos humanista– y también la educación de base de los alumnos que entran a la Facultad. Ha encontrado alguna errata «inconcebible en el Bachiller de otros momentos». A renglón seguido, añade que «los alumnos de Medicina son buenos, cumplidores y estudiosos».

En 2018 celebraron el 40 aniversario de la promoción, con la que también mantiene contacto habitual. Lo hicieron en el antiguo inmueble de la avenida de Madrid, el ahora bautizado como 'Espacio V Centenario', tras la mudanza de la Facultad al PTS. La salida fue, para Fernández-Capel, «muy triste». Hace un par de años se jubiló.

Es una lectora compulsiva. Lee y relee –considera indispensable volver a las lecturas a la búsqueda de nuevos matices– a Pío Baroja, Gabriel García Márquez, Miguel Delibes o Mario Vargas Llosa. Reconoce que, como todos, cae en los 'best sellers'. Y no duda en devolver un libro si encuentra fallos gramaticales o faltas de ortografía. Le gustan el flamenco, la zarzuela y los clásicos de la clásica. También cuidar de sus plantas. Habla con la serenidad que, dice, va llegando con la edad.

Es licenciada en Filosofía y Letras, Historia y Filología Semítica (árabe y hebreo), doctora en Medicina y Cirugía especializada en Puericultura y en Genética Médica, parlamentaria, profesora titular en Medicina y Bellas Artes y experta en Política Pública yGobierno, entre otros. Antes de la charla, Blanca recibe la llamada de uno de sus tres hijos, Teo. Para tranquilidad de la entrevistada, su vástago confirma que no se había dejado el fuego encendido en casa. No hace falta que lo diga: un telefonazo de su hijo o un paseo con sus nietos Andrés y Paola –lo «mejor de la vida»– tienen para ella más valor que cualquier título.

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