El Banco de Alimentos de Granada se multiplica por dos
Cuarenta voluntarios responden al llamamiento de esta institución para mover y repartir 50.000 kilogramos de comida en un día
Al Banco de Alimentos de Granada nunca le han faltado manos para mover cientos y cientos de toneladas de comida para las familias más necesitadas. Pero también es igual de cierto que nunca, al menos en la historia reciente de España, se ha vivido una situación tan complicada como la actual. Buena parte de sus voluntarios son jubilados, el grupo de edad al que el coronavirus está atacando con virulencia –la edad media de los fallecidos se sitúa en los setenta y ocho años– y que están confinados en sus casas ante el peligro de contagio. El Banco de Alimentos necesitaba gente para suplirlos. Gente joven dispuesta a remangarse y a trabajar las horas que hicieran falta. Y realizaron un llamamiento a través de las redes sociales.
Periodismo y compromiso
Pues bien, al día siguiente se presentaron en sus instalaciones la friolera de cuarenta personas. Estaban los suyos, los fieles, pero también había chavales de los grupos de scouts de San Jorge y de Santo Domingo el Sabio, profesores del instituto Albayzín, estudiantes universitarios, campeones de atletismo... granadinos anónimos que «han vuelto a demostrar por qué esta provincia es la número uno de la solidaridad», afirmó el presidente del Banco de Alimentos, Indalecio de García.
«El Banco de Alimentos no cierra durante esta crisis sanitaria. Permanecemos con servicios mínimos a lo largo de todo el tiempo que dure esta emergencia nacional», reza un cartel situado en la puerta de la nave de mil metros cuadrados que esta institución tiene en MercaGranada. Una institución que fue clave hace diez años, cuando España entró en la depresión, y que vuelve a serlo ahora, con la economía nuevamente a la deriva por culpa del puñetero bicho.
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El número de hogares que precisan del auxilio del Banco de Alimentos se ha disparado de la noche a la mañana. El miércoles era la jornada crítica. Aunque el teléfono sigue funcionando con normalidad en horario de oficina, el centro de distribución sólo está operativo un día a la semana. Había que descargar cuatro camiones, clasificar 50.000 kilogramos de fruta, verdura, legumbres, patatas, arroz, zumo, leche, aceite de oliva... y cargarlo todo en las más de cuarenta furgonetas de otras tantas asociaciones que son la correa de transmisión para que todos los productos lleguen hasta los domicilios de quienes, desgraciadamente, no tienen recursos para llenar la nevera.
Todo el mundo estaba citado a las ocho de la mañana. Lo primero, asignar tarea a los noveles. Unos dentro, a mover cajas con el género fresco que quedaba en los refrigeradores y que había que triar para depositar en el contenedor todos los víveres que no estuviera ya en perfectas condiciones de consumo. Y otros fuera, en el muelle, ordenando todas las partidas para que el proceso de estiba se realizara de la manera más ágil y efectiva. Una labor de coordinación que llevaban a cabo los veteranos. Todo lo que entraba y todo lo que salía, perfectamente controlado. 'Con la comida no se juega', dicen las madres. Y menos ahora.
Rafael Pérez es uno de esos voluntarios que acudieron al Banco de Alimentos. Lo hizo con compañeros del Grupo Scout San Jorge, de Parque del Genil. «Ya colaboramos con ellos todos los años en la Gran Recogida y aquí estamos nuevamente, para lo que haga falta», comenta Rafael mientras supervisa unos cajones llenos de pepinos. «Hemos venido todos los que hemos podido. Patri, que estudia Traductores y que ha sacado un hueco en sus clases virtuales; Rocío, que es empleada del hogar; Arián, un deportista de elite; Pablo, Ali, Ernesto... somos unos treinta», comentó Rafael. Todos con el característico pañuelo de los scouts anudado al cuello .
Satisfacción
Indalecio García no ocultaba su satisfacción por la respuesta obtenida. «No son sólo los que hay aquí echándonos una mano, con los que volveremos a contar hasta que la situación no se normalice, sino otros muchos que han mostrado su disposición, y de los que también tiraremos en próximas fechas», explica Indalecio. «Algunos de los colectivos a los que atendemos –añade– también están faltos de personal por las mismas razones que nosotros, por la edad de riesgo, y precisarán de ellos para hacer los repartos».
Los proveedores del Banco de Alimentos no fallan nunca, y menos en este momento clave. Llegan trailers de 20.000 kilogramos desde Motril, desde el Levante, desde la zona de Huelva... y también otro tipo de donaciones de temporada, como la realizada por la cooperativa San Isidro, de Loja, que ha facilitado cuatro palés con puntas de espárrago. Una mercancía que es retirada por los cargadores que figuran en la relación del Banco de Alimentos de Granada, y también otros que están acudiendo ahora como alguno de la Zona Norte y otros que abastecen, por ejemplo, a los sin techo que están pernoctando en el Palacio de Deportes. «Un espacio que ha sido perfectamente acondicionado por el consistorio para un centenar de personas», subraya Indalecio García.
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