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La Milla de Oro –como llaman los vecinos Chauchina a la calle del pueblo que acoge la mayoría de sus negocios– no tiene ni un local vacío. A lo largo de 500 metros hay una panadería de toda la vida, una cafetería, dos ópticas, una peluquería, una farmacia o una tienda de ropa. «Aquí no da tiempo a que ningún establecimiento esté sin uso», dice María Dolores, que regenta una tienda de informática en el lugar. La oferta de oportunidades en el territorio se completa con una decena de bares y dos hoteles que se reparten por el resto del municipio y que llenan de vida sus calles.
La localidad de apenas 5.000 habitantes cuenta, además, con una plaza abastos con diversos puestos de alimentación que se suma a la afianzada actividad comercial con la cuenta el municipio. «Tenemos todo lo que necesitamos en el pueblo», señala José, otro de sus vecinos, al tiempo que reconoce que tener todo a la mano sin tener que desplazarse hasta otro lugar «les da la vida».
Una de las principales razones de esta consolidación, según explica su alcalde, Jesús Fernández, es la gran cantidad de clientes que reciben de Láchar, Cijuela, Chimeneas, Trasmulas, Fuensanta o Peñuelas, situados a su alrededor.
La ubicación, por su cercanía al aeropuerto, y las dos conexiones directas a la A-92 de su polígono industrial son otros de los atractivos con los que cuenta la localidad a la hora de atraer inversores. En marcha desde hace 25 años, cuenta con dos supermercados de dos compañías reconocidas a nivel internacional. Dividido en distintos segmentos, el Ayuntamiento está en negociación con particulares para adquirir terrenos de la zona y ampliar así su extensión.
Transformación
Aunque los vecinos de Chauchina se han dedicado tradicionalmente al campo, hubo una transformación a partir de la crisis de 2008. Mucha gente quedó en desempleada entonces y regresó al pueblo en busca de nuevas oportunidades. Es el caso de Carmen y su marido, que decidieron montar un negocio de comida para llevar. Han recuperado las recetas tradicionales de sus madres y abuelas y se han ganado el corazón y el paladar de todo el entorno. Destacan la capacidad y la importancia de reinventarse. Lo sabe bien María Dolores, que disponía de una academia hace una década que ahora ha convertido en una tienda de informática. Tenían claro que querían seguir en el pueblo. A este abanico de oportunidades se suman los beneficios de vivir en un entorno rural situado a apenas 15 minutos en coche de la capital granadina.
Sin despoblación
Mientras que la mayoría de los pueblos de la provincia luchan por no perder población, en Chauchina lo hacen por lo contrario. La localidad ha ganado 300 vecinos en los últimos cuatro años, una cifra que reciben con buena cara, pero ante la que el consistorio defienden la necesidad de mantener su «esencia de pueblo». Solo un 16% de los vecinos es mayor de 60 años, mientras que la mayoría se encuentra entre los 30 y los 55.
Este aumento de residentes unido a la falta de viviendas en la localidad ha hecho que el Ayuntamiento adquiera 4.600 metros de terreno para destinarlo a parcelas de unos 200 metros que los interesados podrán comprar para edificar más casas en el municipio. Su regidor, Jesús Fernández, negocia también actualmente con distintos propietarios lpara conseguir otros 200.000 metros cuadrados para darle la misma finalidad.
Al comercio local, la actividad del polígono industrial Las Rosas y la demanda cada vez mayor de terreno en el que construir sus viviendas, Chauchina suma un centro de Formación Profesional EFA El Soto. Con más de 600 estudiantes, los jóvenes se suman a la vida del pueblo. Procedentes de localidades de distintos puntos de la provincia, habitan en Chauchina. Esto también incrementa la demanda de alquiler y hace que el municipio apenas tenga plazas libres para arrendar.
Los chicos, por su parte, están encantados. «Tenemos tranquilidad y libertad para salir», comenta Alberto, uno de los estudiantes. Disponen de un Grado Básico de Agrojardinería, un Grado Medio de Conservación del Medio Natural y Grado Medio en Producción Agroecológica. Un convenio con la Universidad de Ávila permite a los jóvenes de este centro, además, alcanzar este nivel en la educación. Este éxito se extiende también a la educación obligatoria.
La vida en el pueblo va unida a la demanda de servicios y actividades. Una escuela de música y otra de pádel completan los atractivos a la espera de conseguir un centro de usos múltiples. «Esa es nuestra tarea pendiente», cuenta su alcalde. Los vecinos, por su parte, no dejan de pensar en que quieren un futuro en Chauchina.
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