Padul llora a Dori, la joven cofrade de 28 años fallecida en un accidente de tráfico
Deja una imborrable huella entre su familia y amigos, que la describen como alguien alegre, bromista, entregada y muy popular
Habían llegado las fiestas de su querido pueblo, Padul, y ella tenía ganas de comerse el mundo. Siempre le había tocado trabajar en la barra, pero esta vez antepuso su deseo de desconectar y decidió no hacerlo. Disfrutó de la música y la buena compañía en ese rincón del Valle de Lecrín en el que se sentía segura. Ahora, su familia valora más que nunca que lo hiciera; les queda el consuelo de que ha sido feliz hasta el último momento. Dori Parejo Hidalgo perdió la vida en un accidente de tráfico en Dúrcal, muy cerca de su pueblo, el pasado sábado de madrugada. Tenía 28 años.
Padul enmudeció al conocer la noticia. Las redes sociales se llenaron de mensajes de condolencias y de recuerdo de una chica que no pasó desapercibida. IDEAL ha charlado con su familia, que la describe como alguien alegre, bromista y muy popular; de esas personas que siempre proponen planes y, con un magnetismo especial, llevan a todos los que la rodean a apuntarse. «Era un desastre, pero era nuestro desastre. Un torbellino, puro carácter y buen corazón», cuentan sus allegados.
Dori era hija única de padres separados. Siempre vivió con su madre, con la que estaba profundamente unida, en Padul, donde prácticamente todos la conocían. Inquieta y soñadora, estudió la carrera de Derecho. Ahora estaba realizando el segundo año de un curso online de programación y, a la par, se sacaba un sueldo en el sector de la hostelería. Trabajaba en el bar L'Atalaya de Nigüelas y solía hacerlo también en la barra de las fiestas de pueblos como Cozvíjar o Albolote. «Se buscaba la vida, intentaba encontrar su camino. Fue una luchadora», insisten los que más la conocían, sus tíos y primos.
Dori era una apasionada de la Semana Santa y las cofradías. Pertenecía a la Hermandad de las Tres Caídas de Padul y a la de Nuestro Padre Jesús de la Victoria y Nuestra Señora del Valle. «Era costalera y nunca dudaba en echar una mano, en limpiar, en lo que hiciera falta», detallan. El mundo cofrade de Padul ha expresado su pesar en redes sociales: «Se nos ha ido una de las nuestras». También amaba profundamente el Granada CF, del que era socia -hasta este año había estado en la grada de animación- y el Real Madrid, el otro equipo de su corazón. La música, la fiesta y viajar, como para cualquier joven de su edad, eran otras de sus pasiones. «Si tenía una amiga en Italia, allí iba a verla, no se perdía ningún plan», relatan entre lágrimas.
Y es que, si algo la caracterizaba, era que hacía amigos con una facilidad pasmante. «Salía con un montón de grupos, era muy extrovertida y siempre estaba para todo el mundo. Si la necesitaban iba sin pensarlo, se ofrecía a todo. Estaba pendiente continuamente de su familia, sobre todo de su madre, su abuela, y de sus amigos. Esos eran sus pilares, lo demás era secundario», indican. Su familia es amplia y está muy unida, lo que convierte las reuniones en diversión asegurada. «Dori era la que organizaba los encuentros, la que proponía unas cervezas, siempre lideraba. Era un torbellino, borde y divertida, con esa 'malafollá granaína'. Nunca la ibas a ver triste, y eso que había vivido situaciones muy duras a lo largo de su vida», apostillan. La faceta bromista de Dori, que sacaba a relucir siempre que podía, se aprecia en una de las anécdotas que la familia recuerda ocasionalmente: cuando le mostró unas salchichas con kétchup a su madre y le hizo creer que se había cortado los dedos.
Cuando la joven sufrió el desafortunado accidente, volvía de cenar con sus amigos después de una jornada de trabajo. Pocos segundos después de salirse de la carretera, una vecina escuchó el golpe y se acercó a ver qué había pasado. La mujer se acercó a Dori y le apretó la mano. No se la soltó hasta la llegada de los servicios de Emergencias. Unos días después, se ha puesto en contacto con la familia para asegurarles que no sufrió, que fue rápido, que estén tranquilos. «Le estaremos eternamente agradecidos por esa humanidad que demostró, porque sin conocerla la ayudó y tuvo el valor de quedarse allí. Nos tranquiliza saber que nada se pudo hacer, que fue rápido. Nuestro único consuelo ahora es haberla disfrutado 28 años», repiten al unísono sus familiares. Dori decía que este había sido el verano más feliz de su vida, y con eso se quedan: «Ahora nos toca disfrutar por ella». La familia aprovecha para darle las gracias a todos los vecinos de Padul, Durcal y Nigüelas por arroparlos en los días más duros que recuerdan. Descanse en paz.
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