Los cien años de la escuela de pilotos de referencia
La Base Aérea de Armilla está de aniversario. Con casi 450 miembros y novedosa maquinaria por llegar, promete seguir siendo un orgullo para la provincia
Aquella zona de Armilla era un desierto. Un páramo desolado, en palabras del mítico Pedro Antonio de Alarcón. Y ahora está lleno de vida. Por él pasean militares, trabajan a fondo mecánicos y despegan y aterrizan aparatos. Instalar la Base Aérea en aquellas 400 hectáreas de Armilla fue un gran acierto. Este lunes, 20 de junio, cumple la friolera de cien años. El balance no puede ser más satisfactorio.
José Molino, coronel jefe desde hace dos años, explica cómo fueron los inicios. Asegura que la Base surge «porque la población granadina quiso». Durante la Feria del Corpus era tradición celebrar festivales aéreos desde finales del siglo XIX. En este contexto, en el hipódromo de Armilla se llevó a cabo el primer vuelo en 1911. Conforme los aviones aumentaron su dimensión, aquel espacio se quedó pequeño. Es ahí cuando entra en juego ese páramo desolado, que fue inaugurado como Base aérea de Armilla el 20 de junio de 1922.
Desde entonces ha habido infinidad de cambios, pero la esencia permanece. «Nacimos para apoyar a las tropas del Norte de África. La misión es la misma, servir a España y a sus ciudadanos. También prestamos apoyo a los municipios vecinos, con los que tenemos una relación estrecha y buena», admite el coronel. Lo que sí ha evolucionado increíblemente es la aeronáutica. «Si comparamos los primeros aviones con los de ahora no tienen nada que ver. Si los viera Dávila, el fundador, se sorprendería», añade.
El futuro está ligado a estos avances. El año que viene será un punto de inflexión, con la incorporación de un modelo que facilitará la enseñanza a los pilotos -la formación es la principal actividad de la Base-. El aparato en concreto es un simulador de última generación equiparable «casi al 100%» con un vuelo real. Incluye una cabina totalmente móvil sobre gatos hidráulicos que permiten el movimiento, por lo que las sensaciones para el piloto son las mismas que en el aire. De hecho, los mandos son idénticos y hasta proyecta imágenes exteriores. «La sensación es de estar volando. Permite más flexibilidad, al poder hacer hincapié en determinadas maniobras sin los tiempos muertos que a veces se producen. Además, se pueden simular situaciones que en un vuelo normal no se consiguen», recalca José Molino. Llegará previsiblemente en la primera mitad de 2023. En 2025 serán 11 los helicópteros de este tipo asignados en la Base.
Escuela de referencia
La formación es la columna vertebral del aeródromo. Cada año se forman en vuelo unos 25 alumnos, a los que hay que sumar los que realizan algún tipo de curso, como el de mecánica, con otra decena de alumnos. Para enseñarles no solo hacen falta buenos profesores. La Base la forman cerca de 450 personas, 400 militares y 50 de personal civil. Hay muchísimas secciones: personal que revisa el material, servicio de ingeniería, de repuestos, encargados del alojamiento y comida de los que se alojan ahí, personal de conservación de infraestructuras, etc. Hay hasta enfermeros, esenciales en el servicio de salvamento que también ofrecen en caso de necesidad. Además, la Base cuenta con un escuadrón de helicópteros único en el mundo, la Patrulla Aspa, con cinco de estos aparatos.
Este es, según confirmó hace un par de años el Ministerio de Defensa, el centro docente militar de referencia de helicópteros. «Estamos muy orgullosos, tenemos que mantener el nivel», cuenta el coronel jefe de la Base. También hay mujeres en todas las áreas. De hecho, la jefa del 782 escuadrón del curso básico de piloto de helicóptero es la comandante Gutiérrez.
Hitos
Tras estos cien años de historia, José Molino recuerda tres de los grandes hitos. El primero, la llegada del Ala 78 en 1980, la que imparte formación sobre pilotaje de helicópteros y perfeccionamiento. En segundo lugar, la estancia durante un mes del Rey, que realizó el curso. «Fue un alumno más, formó parte de la Base», apostilla. Menciona por último la inauguración de la misma, donde se comprobó el apoyo de la población granadina. «Ese día ya hubo una reunión para establecer los primeros vuelos regulares civiles. En 1929 se realizaron los primeros entre Armilla y Sevilla. El Aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén acaba de cumplir 50 años, pero antes la Base aérea acogía estos vuelos. Tenemos aún el edificio de la terminal civil del aeropuerto», añade Molino.
En este centenario, el objetivo es que la celebración no sea de puertas para dentro, sino al exterior. El día 27 de junio se celebrará un acto oficial con las autoridades. Colegios y particulares tienen la posibilidad de conocer la Base en cualquier momento siempre que lo soliciten. Además, se acaba de publicar el libro 'La Base Aérea de Armilla. 100 años de historia', con decenas de fotografías y datos de interés, que cualquiera puede adquirir a través de la web del Ejército del Aire.
Como balance, el coronel jefe insiste en que la Base es «parte de Granada y su historia». «Tiene el orgullo de ser la quinta que se inauguró en España. Sin el apoyo de la ciudad no se habría conseguido. Llevamos cien años enviando pilotos a toda España. Se llevan muy dentro a Granada y tarde o temprano vuelven», insiste. Así es la Base que colocó a la provincia en el mapa de la aviación.
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