La cartera poeta de Otura: «Escribir me hace feliz»
Esther compagina su trabajo en Correos con su pasión por la escritura, que la ha llevado a escribir dos libros de poemas muy bien acogidos entre los vecinos
Cuando Esther era niña le costaba comunicarse. Era demasiado tímida. Se le acumulaban «muchas sensaciones dentro» que no conseguía explicar y solo había una forma de sacarlas. Escribirlas. Primero canciones, luego cuentos, ahora poemas. Es su forma de gritarle al mundo lo que siente. Y parece que al mundo le gusta escucharlo. Ella es Esther Ruiz, cartera en Otura, que compagina su trabajo en Correos con su pasión por la escritura.
Nació en Las Gabias hace 61 años y reside en Otura, donde cada día desde hace 17 años reparte en moto cartas, paquetes y notificaciones. «Me conozco el pueblo mejor que mis manos», asegura Esther, que siempre quiso ser veterinaria. La llegaron a aceptar en la facultad de Córdoba, pero su familia no podía permitirse mandarla allí, así que estudió en Granada «lo más parecido» que encontró, Ciencias Biológicas. «Me gustaba mucho la enseñanza, quise trabajar en alguna escuela taller o granja escuela, pero no salía nada», recuerda. En busca de un empleo estable, decidió prepararse las oposiciones de Correos. Lleva vinculada a la empresa más de veinte años, primero trabajando de forma puntual en la bolsa, después con plaza fija.
Su relación con los vecinos se ha ido estrechando con los años. «Cada vez te cuentan más cosas, bromeas con ellos, estableces lazos. Y desde la pandemia me tienen en una nube con lo que ocurrió», apostilla. Se refiere al 'boom' literario que experimentó en el pueblo, donde han acogido sus obras con profundo cariño. Por el momento tiene dos libros de poesía publicados, 'El botón que enciende las palabras' y 'La cordura de donde vengo'. Este último lo presentó recientemente en Otura.
Poesía para el mundo
Esther lleva toda la vida escribiendo. En el colegio, canciones. Más tarde, cuentos -un regalo común a los hijos de sus amigos-. Cuando su personalidad se fue formando, pasó a textos más amplios. Escribía para ella, porque la hace feliz. Pero un grupo de amigas le insistió en que aquello que plasmaba en el papel debía ver la luz. «Me chincharon para que lo publicara, a ellas les gustaba y no querían que me lo guardara para mí», recuerda. Y si a ella le curaba el alma leer a Pablo Neruda o Mario Benedetti, pensó que merecería la pena que la leyeran a ella si así alguien pasaba un rato agradable.
Y lo logró. Los vecinos de Otura le encargan libros y se los lleva o les comenta dónde encontrarlos. En el colegio del pueblo, incluso, estudian su poesía. «Saber que había llegado hasta ese punto fue muy grande. En Otura, como les digo, me tienen muy mimada. Es también una responsabilidad», manifiesta. Su familia, por supuesto, está muy orgullosa de ella.
A Esther le apasiona acudir a ferias del libro a leer sus poemas. A veces juega a que los asistentes escojan un número y les lee el de la página que corresponda, algo que le ha traído casualidades muy especiales. «Una vez una chica escogió sin saberlo 'Mi padre dormido', que escribí en honor al mío y de hecho está en su lápida. Resulta que su padre también había fallecido», comenta emocionada.
Cuando se jubile, a Esther le gustaría dedicarse a viajar, leer y escribir sin parar. Tiene grandes ideas y relatos a medias, como el de 'Historia de la hormiga que quiso cruzar la carretera'. En él, este animal quiere llegar al otro lado para empezar un nuevo hormiguero. «No estoy de acuerdo con cómo se vive actualmente y quería reflejarlo así», detalla. La última vez que estuvo escribiéndolo, la hormiga estaba encarcelada por revolucionaria y trataba de negociar su libertad para continuar su camino hacia el otro lado de la carretera. Si quieren saber cómo acaba, deben convencer a Esther de que deje volar su imaginación y llegue hasta el final del cuento.
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