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Mercedes visita tres veces por semana en la residencia a Euloquio, su marido, enfermo de alzhéimer. Alfredo Aguilar
Día de los enamorados

60 años juntos en tiempos de Instagram y Tinder

San Valentín se cuela en las residencias granadinas, con historias como la de Eulogio, que a pesar del alzhéimer sigue diciéndole a su mujer que está «más guapa que nunca»; o Jesús, conmocionado aún al recordar a su esposa fallecida, que hizo de su vida una aventura

Laura Velasco

Granada

Lunes, 14 de febrero 2022, 00:09

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En la película 'El Diario de Noa' él le leía a ella una y otra vez un cuaderno en el que estaba escrita su historia de amor. Lo hacía para intentar que el alzhéimer se apartara al lado, aunque fuese un minuto, y ella recordara todo lo que habían vivido juntos. En ocasiones tenía momentos de lucidez y conseguía reconocerlo. Y a él le invadía la felicidad. La historia es ficticia, pero ocurre más a menudo de lo que imaginamos. De hecho, cada semana sucede en la residencia San Juan de Dios de Granada, cuando Mercedes Jiménez visita su marido, Eulogio Palenzuela. Él no reconoce ya a nadie… Pero también tiene sus momentos de lucidez.

Eulogio entró en la residencia hace siete meses, cuando a su mujer se le hizo imposible seguir cuidándolo -llegó a escaparse y estuvo un día entero perdido en la calle-. «La separación fue muy dura», cuenta ella. No es para menos. Han pasado juntos 57 años de los 83 que llevan en total en este mundo. Va tres veces a la semana a visitarlo, todas las que está permitido. Nunca falta. Al entrar, él abre los brazos. Está deseando arroparla. Se acerca y empieza la sinfonía de piropos. «Ya está aquí mi chica. Estás más guapa que nunca», le dice mientras la besa a través de la mascarilla.

Caminan cogidos de la mano por la habitación, se sientan y comienzan a recordar su historia. «Yo soy de Córdoba y él de Purullena. Vine a Granada a estudiar y nos conocimos en una academia del centro cuando estábamos preparándonos las oposiciones de Magisterio», explica Mercedes, o Merche, como él la llama.

Empezaron a salir, pero el primer beso tuvo que esperar dos meses. Para ellos fue un pecado, ya que no estaban casados. «Al día siguiente fuimos a confesarnos», explica. Y llega el primer momento de lucidez de Eulogio, cuando añade: «Se lo dijimos al cura y él se reía». Solo se separaron cuando él se fue a la Mili. Al volver, se casaron. «Nos enamoramos muchísimo. Nos gustábamos físicamente e intelectualmente y, además, teníamos la misma profesión», destaca Mercedes.

«Hay que ser sinceros el uno con el otro. Eso no lo borra nadie»

Eulogio palenzuela

Han sido felices. Mucho. Él se empeñó en que tenían que dormir en todas las provincias de España, y lo consiguieron. «Viajamos muchísimo, sobre todo cuando nos jubilamos», destaca Mercedes, que ha tenido junto a Eulogio cuatro hijos y seis nietos.

Problemas de memoria

Los problemas de memoria del granadino llegaron hace siete meses. Mercedes lo vivió de forma dramática. Tanto, que en una ocasión tuvieron que llevarla a Urgencias por una subida de tensión. «Estuve muy arropada por mis hijos y me di cuenta de que en la residencia se encontraría bien, aunque la separación fue muy difícil», manifiesta.

Cuando les pedimos un consejo para que las parejas duren, como ellos, toda una vida, Eulogio interviene. Otro momento de lucidez: «Hay que ser sinceros el uno con el otro. Eso no lo borra nadie y con eso vamos donde yo quiera y donde ella quiera», explica mientras Mercedes lo mira con admiración. «¿Quién es ella, Eulogio? ¿Quién es?». No responde. Los que estamos en la sala le ayudamos: «Es tu mujer, ¿no?». Y llega el tercer momento de lucidez: «Claro que sí, es ella, estaba esperando a que lo dijerais», concluye. El brillo de los ojos no oculta lo que el cerebro olvida.

Luis enviudó hace 11 años, pero sigue queriendo a Magdalena como el primer día. Alfredo Aguilar

Ni la muerte los separa

Han pasado 11 años desde que Magdalena falleció. «Fue un primero de agosto…», señala Luis González, que también vive en la residencia San Juan de Dios. En sus palabras se palpa la emoción del que nunca lo supera. «Estuvimos 54 años casados y seis de novios. 60 años tremendos», agrega. El amor sigue intacto.

«Para mí era la mejor. Ella me quería y yo a ella, de siempre»

luis gonzález

Magdalena tenía 14 años y vivía en la Plaza de Toros de Granada. Luis, que por aquel entonces tenía 17, iba mucho allí por trabajo. Hasta que se vieron por primera vez. «Pasaban muchos aficionados a los toros y a todos les agradaba ella, pero tuve la suerte de ser yo el elegido», afirma. Y aunque la cuestión esté a día de hoy un poco pasada de moda, ellos se preguntaron eso de: «¿Quieres que seamos novios?».

Momentos difíciles

Luis, que tiene 89 años y una memoria prodigiosa, recuerda una «circunstancia especial» que puso su hogar patas arriba. Su padre falleció y, seguidamente, su madre enfermó de meningitis. Tenían serias dificultades económicas. Y ahí estaba Magdalena, o Manena, como él la llamaba, para apoyarlo incondicionalmente. «Le dije que podíamos casarnos e irnos a vivir con mi madre para cuidarla. Su respuesta fue: cuando quieras», cuenta el granadino. A los tres meses hubo boda.

Tuvieron cuatro hijos y fueron felices toda una vida. Hasta que llegó el cáncer. Ella se fue, pero de alguna forma sigue aquí. Luis tiene su foto de forma de pantalla. Y la observa embelesado. «Mírala, mírala qué guapa. Para mí era la mejor. Ella me quería y yo a ella, de siempre», comenta emocionado. Tiene claro el consejo que le daría a alguien que quiera tener un amor duradero en tiempos de Instagram y Tinder: «Que se parezca a mí en algo, en que quiera a su pareja tanto como yo la quise a ella», añade. Porque hay amores que ni la muerte ni el alzhéimer pueden romper.

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