Crónica negra
Un año tras la pista del homicida de IreneLa Policía Nacional sigue investigando el crimen de la madrileña, de 51 años, cuyo cuerpo fue hallado en una caravana en Motril
Aquellos días todos hablaban de ella, pero a día de hoy la recuerdan solo unos pocos, los que tuvieron la suerte de conocerla. Se llamaba Irene, y sufrió una muerte violenta hace justo un año. Fue encontrada en la caravana en la que vivía, ubicada en una finca de Motril, el 18 de julio de 2024. Por aquel lugar pasa muy poca gente, apenas hay cámaras de seguridad y ella vivía sola, lo que complica las pesquisas. El de Irene es uno de esos casos prioritarios para las autoridades, aunque investigarlo sea como buscar una aguja en un pajar. La Policía Nacional no ha dejado de indagar desde entonces para encontrar al homicida. Aún no hay detenidos.
El cadáver fue descubierto un jueves por la tarde -su pareja dio aviso a las autoridades del hallazgo del cuerpo- y la autopsia reveló días después que presentaba signos de una muerte violenta compatible con un homicidio. IDEAL ha podido saber que, después de recoger pruebas los primeros días, los agentes estuvieron acudiendo regularmente a la zona. También tomaron declaración a varias personas para saber quiénes accedieron al lugar en los momentos previos al asesinato, concretamente qué todoterrenos entraron. De forma oficial, la Policía Nacional no aporta ningún dato más sobre posibles avances en las pesquisas.
Según insistió la Subdelegación del Gobierno en Granada, todas las líneas de investigación estaban abiertas. También la de la violencia de género, teniendo en cuenta que la Asociación La Volaera de Granada había atendido a Irene en reiteradas ocasiones, ya que, según indicó el colectivo, se sentía «amenazada» por su pareja. De hecho, entregaron a la Policía Nacional audios y mensajes de WhatsApp en los que se retrataba, decían, una «situación crónica de maltrato».
Unos días después, su pareja fue condenada por maltrato habitual a una pena de 50 días de trabajo en beneficio de la comunidad y ocho meses de alejamiento y prohibición de comunicación respecto de la víctima –sin ser ya necesaria, puesto que estaba ya muerta–. La condena se basaba en hechos del pasado, no por la investigación de la muerte.
En este sentido, fuentes próximas a la investigación señalaron a este periódico que fue la propia pareja la que dio aviso a las autoridades del hallazgo del cuerpo. Se le tomó declaración, pero no fue detenido, ya que no se encontraron indicios que lo involucraran. Asimismo, vecinos de la zona relatan cómo unos agentes encontraron a quien fuera su pareja y al dueño del terreno en la zona días después.
«Lo vivimos con mucha pena»
Irene tenía una hija que vivía en otra ciudad. Ella vivía sola en Motril, acompañada de sus perros, y su principal pilar era la Asociación La Volaera de Granada, que la atendió en varias ocasiones. Un año después, el dolor no ha disminuido para sus integrantes. «Lo seguimos viviendo con mucha pena e impotencia, creemos que podríamos haber hecho algo más», cuenta María Martín, la presidenta, que reclama «justicia» para su amiga.
El colectivo guarda decenas de mensajes de texto y audio que remitió a la Policía Nacional. Uno de los últimos mostraba que Irene estaba asustada, como señalaba al final del mismo: «Espero que no me manden un matón a darme una paliza o les hagan daño a los perritos. Tengo miedo». La Volaera había mantenido largas conversaciones con ella sobre su situación personal.
El lugar del hallazgo
IDEAL ha acudido esta semana al lugar de los hechos. En su día, del tendedero, colocado junto a la caravana, colgaba un bikini negro y unas zapatillas. Era fácil imaginar a Irene allí, refrescándose del calor con la manguera y corriendo junto a sus mascotas por el campo. Junto a la caravana había un contenedor de metal dentro del cual cocinaba. El tetrabrik estaba sin abrir, la cubertería permanecía en el fregadero, los productos de limpieza aguardaban para ser usados. Fuera, las flores aún no estaban secas.
A día de hoy, hay una diferencia principal. Mientras que entonces la cancela permanecía abierta, ahora un doble candado protege la finca, por lo que solo podemos observar al otro lado de la valla. No hay rastro del tendedero, pero la caravana permanece en el mismo lugar, con la diferencia de que se ha caído la el avance -carpa- que ofrecía sombra al vehículo. Al desplomarse, ahora puede divisarse mejor el sofá negro y el banco de madera sobre el que tantas veces se sentaría Irene.
El contenedor de metal que albergaba la cocina también permanece en el mismo lugar. Dentro de él se aprecia una olla junto al fregadero. En general, en la finca los elementos son los mismos, y como mucho han cambiado de ubicación: neumáticos, ladrillos, palets, tubos y sillas se acumulan alrededor.
Asimismo, en aquel momento había dos infraestructuras en obras. Por un lado, en la misma finca donde se encontraba la caravana se estaba construyendo un cortijo. Según pudo saber entonces IDEAL, la Policía Nacional advirtió a la empresa de construcción de que no tocara nada del lugar del hallazgo. El cortijo está prácticamente acabado ya -solo queda algún cable suelto en la fachada-. Por otro lado, justo enfrente se estaba construyendo el año pasado otra vivienda, que ya está finalizada. La vida avanza alrededor de la caravana, pero en su interior el tiempo parece haberse detenido.
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