Amélie a la granadina: en busca de la propietaria de esta foto
En torno a 1976, una estudiante de Granada en Madrid entregó a Manuel Rodríguez, su vecino, un retrato familiar para que le hiciera una copia; ahora, él trata de localizarla para retornarle la imagen
Chema Ruiz España
GRANADA
Martes, 19 de octubre 2021, 00:22
La vida de Manuel Rodríguez (Ferrol, 1949) es una historia de viajes de ida y vuelta, casi siempre en el camino entre Galicia y Madrid. «Da para una novela», ríe. Criado en Orense, ingresó joven en el seminario de los mercedarios, que abandonó con 18 años para mudarse por primera vez a la capital y estudiar, Políticas, primero, y Periodismo Audiovisual, tras el servicio militar. En este tiempo, se instaló en un apartamento en la calle Lérida, donde tuvo como vecinas a un grupo de amigas de Granada. Una de ellas le pidió que le hiciera una copia de un retrato familiar, que encontró entre su galería personal hace seis años. En su momento, no pudo retornarlo a su dueña, así que ahora, como la joven Amélie en la película que recibe este mismo nombre, anda en su búsqueda para hacerle llegar el original. «Me encantaría poder darle la foto», exterioriza.
De hecho, la historia y su protagonista poco tienen que envidiar a la del filme francés, aunque la distancia adereza esta búsqueda con cierta épica. En este caso, todo sucedió en Madrid. «Pude acceder a la Universidad porque había estudiado tres años de filosofía y humanidades. Entré en Filosofía de la Complutense, pero había tanta gente que no había ni dónde sentarse y me cambié a otra facultad, que fue Políticas», recuerda. Cursó cuatro años del grado, hasta que la mili le obligó a hacer un paréntesis. Volvió a casa de sus padres para terminar la carrera y ejercer inmediatamente después como profesor. Además, comenzó a estudiar Periodismo Audiovisual. «No lo terminé; acabé cuarto curso, pero me cambiaron las asignaturas y hace tres años, con 68, intenté retomarlas», precisa. Actualmente, en la capital de nuevo, trata de aprobar las cinco materias que le quedan para cerrar su segunda carrera.
Manuel estudiaba ya el grado de Periodismo, en torno a 1976, cuando conoció a sus vecinas granadinas. La calle Lérida, cerca de Cuatro Caminos, era entonces una vía de agitado ambiente estudiantil, con alumnos de las facultades compartiendo los pisos que se levantaban a ambos lados de la calzada. «Estaba bien, eran pisos grandes. Creo que tenían hasta seis habitaciones. Era paralela a Bravo Murillo. También está muy cerca de la parada del autobús que iba a la ciudad universitaria en aquella época, que era el número 64», rescata. Él vivía con sus hermanos y algún estudiante más en un apartamento. Sus vecinas eran unas amigas que estudiaban diferentes carreras, como Psicología o Medicina. «Tendrían 18 o 20 años; serían unos cinco años más jóvenes que yo», estima.
«Una de ellas me dio la foto y me pidió que le hiciera una copia. Yo me despisté y no la hice, por lo que se me quedó perdida»
Manuel Rodríguez
«Una de ellas me dio la foto porque yo tenía un laboratorio pequeño, de los analógicos de toda la vida, y me pidió que le hiciera una copia. Yo me despisté, porque tendría mucho trabajo, y no la hice, por lo que se me quedó perdida», narra. Traspapelada, vivió cómo Manuel fue profesor de Informática en Madrid, obtuvo con un par de compañeros un premio de millón y medio de pesetas en un concurso de Informática Aplicada a la Enseñanza y abrieron una empresa en Vigo que quebró. «Sabíamos de informática, pero no de gestión, así que se fue a pique en el año 85», cuenta, con el poso en forma de lección que le dejó la experiencia. Otro giro en su vida le hizo entrar en la Xunta de Galicia, para pasar por distintas consejerías. Nunca ejerció como periodista, más allá de escribir algunos artículos para una secretaría de Fraga, redactar algún discurso y componer varias notas en el Correo Gallego.
Entre su galería
Entretanto, se cambió de piso, se casó, se fue a vivir a Vigo y, luego, a Santiago. «En el 2015, me jubilé y mi mujer, que era de Madrid, dijo, 'pues ahora nos volvemos', y yo me volví para allá con ella. Revisando todas las fotos, me apareció esa», abunda. Se trata de un retrato familiar, en tono sepia y con bordes rasgados por los años, en el que aparecen cuatro niños. Sobre el original, se escribió a bolígrafo la fecha en la que el momento fue inmortalizado: 1958. «Deben tener ahora unos 65 años, supongo», esgrime. Al toparse con la imagen de nuevo, recordó su origen, pero pensó que alguien la reclamaría. Nadie le llamó para preguntar por la fotografía, por lo que decidió contactar con IDEAL para buscar a su dueña, «como se hacía antes». «Es una historia hasta divertida, si aparece la propietaria».
«Es una historia hasta divertida, si aparece la propietaria. No recuerdo ya ni su nombre, pero lo hará»
Manuel Rodríguez
Manuel Rodríguez guarda la imagen original con cuidado y la esperanza de poder devolverla. «Es una foto de familia, un recuerdo, y no quería quedarme yo con ella. Yo la tengo, la conservo. A ver si aparece la dueña», expresa. Asegura que sería «una pena» no poder hacerla llegar nuevamente a su propietaria, pero, como la protagonista del citado largometraje, es optimista: «No recuerdo ya ni su nombre, pero aparecerá».
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