Las alemanas confinadas en la granja escuela
Anthea y Luzi llegaron a una finca de Las Gabias para trabajar unos días a cambio de alojamiento, manutención y aprender el idioma, y ya llevan casi dos meses de cuarentena
Anthea y Luzi llegaron a desde Alemania el 12 y 13 de marzo. Vinieron para unos días y ya llevan casi dos meses. Los que sumamos confinados desde que se decretó la alerta sanitaria y se cerraron las fronteras. Pero no piensen que Anthea y Luzi están melancólicas y deseando regresar a Hamburgo y Stuttgart, sus ciudades de procedencia. Echan de menos a sus familias, hablan con ellas todos los días, pero estas dos chicas, de 21 y 19 de años, están pasando estas semanas en un auténtico vergel.
Se llama Malpasillo, una finca de cincuenta hectáreas situada en las faldas de Montevive, el cerro de Las Gabias desde el que se atisban los treinta y dos municipios del área metropolitana. Viven rodeadas de flores, vegetación, almendros, huertos y doscientos animalitos a los que, eso sí, tienen que cuidar a cambio de cama, comida y nociones de castellano. Anthea y Luzi arribaron hasta Malpasillo a través de Workawey, una plataforma donde los usuarios viajan para aprender idiomas a cambio de currar por la pernocta y el alojamiento.
Anthea estudia primero de Sociología en Hamburgo, pero le apetecía mucho conocer Granada. Y tuvo un día exacto para ello. Llegó un jueves, visitó la Alhambra y el Albaicín un viernes y el sábado el mundo echó el cerrojo. Y ahí se quedó la buena mujer, en Malpasillo, sacando de la cuadra a Embrujo, cepillándolo y dándole cuerda para que este precioso pura sangre español, blanco inmaculado, se ejercite todos los días. Cuidar los equinos –en Malpasillo hay unos cincuenta–, limpiar sus montaduras y domar los potros son algunas de sus variadas tareas. También dan de comer a cabras, ovejas y gallinas, y ayudan en las tareas de mantenimiento de Malpasillo. «Llamo a mis padres por las tardes mediante vídeo conferencia», comenta Anthea en perfecto inglés. «Ellos me dicen que regrese cuando termine esto del coronavirus, pero aquí estoy disfrutando mucho», confiesa entre risas.
«Anthea se entiende perfectamente con Luzi», explica Lucía Rivas, licenciada en Ciencias Ambientales y responsable de Malpasillo. «Se compenetran muy bien, como si fueran un equipo, para realizar todas las labores que se les encomiendan». «Además de ser unas grandes trabajadoras, de las mejores que hemos tenido, tienen un talante fenomenal y están todo el rato riendo y haciendo las cosas con agrado», dice Lucía, quien se entiende perfectamente con ellas en el idioma de Shakespeare y, con paciencia y habla pausada, también algo en el de Cervantes. Allí, en Malpasillo. Luzi aterrizó en Granada unas horas antes de la alerta. Y desgraciadamente no ha tenido tiempo de recorrer ni un solo rincón de Granada… por ahora.
Cuarentena en el 'zoológico'
Y es que la historia de la cuarentena en Malpasillo no es singular tan solo por las vivencias de Anthea y Luzi –hay miles de ciudadanos de la Unión Europea que no han podido regresar debido a las fuertes restricciones de movilidad–, sino por el propio lugar en sí, un gran 'zoológico' donde no faltan ni los peces tropicales, ni los pavos reales que despliegan sus espectaculares plumajes, ni las gallinas de Guinea, ni los cerdos, ni por supuesto los perros. Perros como Jaramito, el preferido de Anthea, un mastín de un año que recibe a todos los visitantes. El 'relaciones públicas' de la finca.
«No hemos tenido ningún problema de suministro en estos dos meses», asegura Lucía. Cada dos semanas llega con regularidad un camión cargado de pienso para que nunca falte comida en los abrevaderos. Aunque, después de una primavera lluviosa, el campo está lleno de hierba. Allí, en libertad, pasta tranquilamente buena parte de la ganadería de Malpasillo. Y también Toledana, la mula marrón que no quiere que le molesten los periodistas con mascarilla.
Pero Malpasillo, situado a apenas cinco minutos en coche del centro de Las Gabias y a unos veinte de la capital, es mucho más que una explotación agropecuaria. Tiene la acreditación de granja escuela y da empleo a dieciocho monitores en plena temporada alta, entre abril y mayo, cuando se produce una mayor afluencia de colegios procedentes de toda la provincia. También es un centro ecuestre donde se puede aprender la monta; turístico, por la realización de rutas a caballo a corta y media distancia; recreativo, con actividades al aire libre como rocódromo y tirolina; y con dependencias para la realización de todo tipo de eventos –alquilan un tentadero y salones para organización de celebraciones como comuniones–.
Un viaje a Las Gabias sin billete de vuelta
La estancia de las jóvenes Anthea y Luzi en la finca Malpasillo, de Las Gabias, durará hasta que se liberen las restricciones de movimiento por la alerta del coronavirus. Los responsables de esta granja escuela están encantados con ellas por sus ganas de trabajar y por su talante, siempre sonriente. «Son unas grandes currantas y no tenemos ningún problema en que sigan aquí, mientras se despeja el panorama y puedan retornar con garantías hasta sus ciudades en Alemania», dice Lucía Rivas.
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