Borrar
Vista de la Torre de las Damas a principios del siglo XX. IDEAL

El alemán que tenía un techo de la Alhambra en su salón

Hace 45 años 'apareció' en Berlín el techo del mirador de la torre de las Damas que un banquero alemán se llevó como 'souvenir' de Granada

Amanda Martínez

Lunes, 7 de agosto 2023, 08:23

Comenta

El Partal es uno de los sitios más sugestivos de la Alhambra. Desde su pequeño mirador, la vista goza de la bella imagen del Albaicín y el Sacromonte, extendidos sobre las colinas al otro lado del Darro. La hermosa galería porticada se refleja en el espejo del estanque. El Partal, pórtico en árabe, es también es uno de los espacios más maltratados. Fue el lugar donde se levantaron los primeros palacios de la Alhambra, pero para conocer su historia más reciente, hay que partir de su división en numerosos cármenes particulares que tuvo lugar en los siglos XVIII y XIX debido al abandono del monumento. Uno de aquellos propietarios fue Arthur Gwinner Dreiss, un banquero alemán que, a finales del siglo XIX, atraído como tantos por el orientalismo exótico de la Alhambra, quiso vivir en ella. Compró la Torre de las Damas y se llevó a su país el techo de su mirador que hoy puede contemplarse en el Museo de Pérgamo de Berlín.

¿Quién era Arthur Gwinner?

Y ¿cómo acabó un trozo de la Alhambra en su salón? Mi documentación en busca de respuestas comienza con la Wikipedia (no se alarme, compensaré más adelante al lector con fuentes más ilustradas). Pero, además de conocer el semblante de herr Gwinner, la enciclopedia me permite aportar algunos datos anecdóticos de su biografía. Por ejemplo, que su abuelo fue el último alcalde de la Ciudad Libre de Frankfurt y que fue en esta ciudad alemana, en 1856, donde nació el protagonista de nuestra historia. Un apunte más, su nombre de pila se debe al filósofo Arthur Schopenhauer, «hombre de confianza» de su familia. Y sí, la Wikipedia cuenta que se llevó a su casa la cúpula de la torre alhambreña.

El banquero alemán Arthur Gwinner IDEAL

La primera vez Arthur von Gwinner oyó hablar de Granada fue en Londres. «Londres estaba presa de una especie de fiebre por la Alhambra». Lo dice la doctora del Trinity College de Dublín, Anna McSweeney, autora del libro 'From Granada to Berlin: the Alhambra Cupola' (Verlag Kettler, 2020) y de un artículo: 'Arthur von Gwinner und die Alhambra-kuppel', que son las fuentes documentales en las que me he basado para contar al lector esta historia (estaba avisado). McSweeney cree que la réplica del Patio de los Leones que realizó Owen Jones en 1854 en el Palacio de Cristal de Sydenham de Londres, tuvo mucho que ver en aquella subyugación por lo exótico de la burguesía británica que, al fin y al cabo, tenía más a mano el sur de España que la lejana Damasco.

No es extraño, pues, que cuando Arthur Gwinner se trasladó a Madrid en 1880 a trabajar en la sucursal de un banco francés (también ejerció como cónsul honorario del gobierno alemán), su agenda incluía de antemano una ineludible visita a Granada. También en Madrid conoció al arquitecto Anton Widmann que le comentó que la Torre de las Damas de la Alhambra, estaba en venta.

Dueño de un carmen en la Alhambra

Tenía razón Girault de Prangey. A pesar de los ajados restos de la decoración del Partal, fue una de las más espléndidamente adornadas de la Alhambra en su tiempo, antes de que el abandono y los estragos causados por la gente que lo habitaron en el siglo XIX, «redujesen a dispersos jirones un conjunto artístico tan bello y rico que la visión de su arruinado esplendor todavía admira», escribe Villar Yebra sobre el Mirador del Partal en una de sus Estampas de Granada. En 1885 un ex cantante de ópera, un tal Modesto Landa Lluch, era el propietario de la Torre, parece que Widmann se la arrendó, y allí murió de cólera en 1886, el mismo año en el que la compró Gwinner junto a los jardines colindantes.

Sin embargo el alemán era un hombre de negocios muy ocupado y a penas pudo hacerse cargo de su bella propiedad. Se casó aquel mismo año, pasó en Granada su luna de miel y se mudó a Berlín. El 12 de marzo de 1891, cedió al Estado español la Torres que, como agradecimiento, colocó una lápida en la que alababa la generosidad del magnate.

Pero herr Gwinner se llevó un 'souvenir' muy especial. Desmontó la cúpula original de madera que cubría el mirador y la instaló en su apartamento berlinés. «El hecho plausible de haber donado el señor Gwinner a España la Torre de Ismail, de la que era propietario porque hubo un Gobierno que se la vendió, se consigna en pomposa lápida que se ha fijado en el pórtico y que, para ser justa, al elogiar el desprendimiento del donante, debería decir que el techo que arrancó del mirador, llevándoselo a Frankfurt vale, si se le pone precio, quinientas veces más de lo que él pagó por el edificio. Dicha lápida, no solamente es injusta, sino indiscreta, ya que perpetúa el recuerdo bochornoso de haber habido un Gobierno capaz de vender esta joya del arte islámico andaluz y otro que consistió que el techo fuese arrancado», escribe Seco de Lucena en el libro «La Alhambra. Como fue y como es», publicado en 1935. La lápida se retiró a mediados del siglo pasado.

La cúpula en Alemania

Arthur Gwinner mandó instalar el techo primero en su apartamento de la Rauchstrasse y luego en Sophienstrasse donde se mudó la familia en 1928.

La doctora McSweeney publica en su estudio varias fotografías, tomadas en esa época en la casa de los Gwinner. Una refleja dos estancias de la vivienda comunicadas por una puerta. La primera habitación, tiene las paredes decoradas con yeserías y azulejos de estilo alhambreño sobre la que se apoya una jamuga, y está coronada por la cúpula de madera de la que cuelga también una lámpara de estilo oriental. Al fondo de la imagen, hay un cuadro que representa el Partal. La doctora McSweeney identifica al propio von Gwinner como autor de este cuadro que pintaría en 1882 «sin saber que tres años después la Torre de las Damas sería mía», escribió en español detrás de la fotografía el banquero alemán. La otra foto muestra otra perspectiva de este salón en la que se abre una ventana ajimezada que traslada la atmósfera de Al-Ándalus a una habitación berlinesa.

Arthur Gwinner murió en 1931. Su hija Charlotte heredó la cúpula que tuvo que trasladar durante la II Guerra Mundial ante la amenaza de los bombardeos sobre Berlín. El techo de la Torre de las Damas se volvió a desmontar y se guardó en la casa de campo de la familia en Osterburg, en Sajonia. Tras la guerra, Charlotte se la llevó a su casa de Baviera. A su muerte, en 1972, su sobrino Wolfgang Klingler, heredó el tesoro pero... ¿qué hacía él con un techo de la Alhambra? Pues venderlo. Fue entonces cuando se puso en contacto con el director del Patronato de la Alhambra, Antonio Fernández Puertas, que solicitó al Ministerio de Cultura fondos para comprar la cúpula. Pero las arcas del estado español no estaban para esos gastos. En 1978 El Museo Pérgamo de Berlín compró la obra por el precio de 500.000 marcos alemanes. La cúpula octogonal de madera de la Torre de las Damas es una de las mejores joyas que guarda su colección de arte islámico.

Una vez más volvería a desmontarse el techo y a viajar. Fue con motivo de la exposición de la exposición sobre Al Andalus en el Museo Metropolitano de Nueva York en 1992. El Patronato de la Alhambra también lo solicitó para su gran exposición sobre las artes islámicas que se celebró ese mismo año, pero no tuvo tanta suerte.

Antes de desmontar la cúpula, Arthur Gwinner hizo trazar unos planos y pidió que dibujaran al detalle la cúpula, dibujos que dejó en la Alhambra y que sirvieron de base al ebanista José Romera Baena para reproducir el techo que hoy se puede ver en la Torre de las Damas, una copia que luciría estupendamente en el Museo Pérgamo de Berlín, si algún día decidiera devolver la pieza al lugar que le corresponde, Granada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal El alemán que tenía un techo de la Alhambra en su salón

El alemán que tenía un techo de la Alhambra en su salón