Acequias, un pueblo sencillo de contar
Rincones sin cobertura ·
Esta localidad que pertenece al municipio de Lecrín tiene censadas a 102 personas pero tan solo 39 viven de forma permanente sin bares ni comercio pero con toda la tranquilidad del mundoJavier F. Barrera
Granada
Miércoles, 4 de agosto 2021, 00:29
Acequias hace honor a su nombre y un murmullo de agua recorre las calles de la localidad bajo el suelo. El sonido rebota en las paredes del pueblo, que permanece como dormido esta mañana de verano. Un mayor pasa en motocicleta con el cuentakilómetros roto desde hace décadas. Una pareja bebe cerveza en la terraza del alojamiento rural Tía María. Un vecino va a todo trapo por las empinadas calles de Acequias con su tractor. Son las escenas cotidianas de este pueblo con apenas 102 personas censadas.
Manuel y José María espantan la cifra con sus manos. «¿El censo dice eso?», se preguntan. Esperan a la familia para almorzar juntos y hacen tiempo bajo la sombra de un frondoso árbol. Ydicen que en Acequias, donde ambos nacieron, no viven ni cuarenta personas. «Espérate, dice José María, vamos a ver exactamente cuántas».
Yempiezan. «Es sencillo. Están los dos de Amador, los cuatro de la Fina, y con Amelia 7. Tu hermana -le dice a Manuel-, y Amador 9. Juan ya no está, el Loe 10, la madre 11, Valentín 12, la mujer 13, María 14, Arturo 15, el Marqués 16, Bigotes 17, el otro Bigotes 18, Pepe y la mujer y el resto hacen 24, y cuatro más de María Jose y Manuel, Carlos, Josefa, Magdalena y Cecilio, ya vamos 32. Estos son los que viven aquí. Luego están los esporádicos y los forasteros, ¡Ah!Hay otra pareja que vive por ahí, y mi tía. 35. Javier, 36. Alfonso, 37. La hija de Gonzalo y el marido. Total no llegan a cuarenta. 39 exactamente». Como demuestra José María con ayuda de Manuel, Acequias es un pueblo muy sencillo de contar.
No son muchos más, tres siglos después, que los que refleja el catastro del marqués de la Ensenada de 1752:«Hay en este lugar un escribano, de hechos a quien se le regulan por esta razón, cuarenta reales a el año; un arriero a quien se le regulan cien ducados al año; un maestro de molino a quien se te regulan cien ducados al año, también hay quince labradores los cuales según dichas respuestas generales, consta producirle su asistencia en la hacienda que disfrutan y cuidado que a ella tienen cuatro reales diarios a cada uno; hay dieciséis jornaleros a los cuales les consideran por su personalidad tres reales a cada uno de los días que trabajan en invierno y cinco en el verano; finalmente hay dos soldados milicianos y según el reconocimiento resulta haber tres pobres de solemnidad». Que si las cuentas no fallan, son exactamente 39, como la cuenta de José María y Manuel. Lo dicho, Acequias es un pueblo fácil de contar desde siempre.
En 1569, el duque de Sessa fue enviado para establecer en Acequiasun campamento militar para servir a Órgiva
Acequias tiene su historia y una fecha. Es 1569, el cuando don Juan de Austria envió al duque de Sessa, para establecer un campamento militar para servir a Órgiva durante la Rebelión de los moriscos.
Acequias fue municipio independiente hasta 1967, cuando se fusionaron con Chite, Mondújar, Murchas y Talará para formar el municipio de Lecrín. Seis años más tarde se sumó Béznar. «Fue una experiencia piloto de la Diputación. Fuimos los primeros en fusionarnos», comentan.
Tranquilidad y armonía
Esta localidad se encuentra a media hora en coche desde la ciudad de Granada y es un buen lugar para descansar. Eso sí, hay que llevárselo prácticamente todo, porque no tiene ningún servicio. No hay bares, ni ventas ni restaurantes. Tampoco hay farmacia o una tiendecilla. Eso sí, En un pispás te plantas en el Mercadona que está en el cruce de Nigüelas, a cuatro kilómetros. «Y en Talará hay varias tiendecillas, una carnicería y el Ayuntamiento», explican. Tampoco hay autobús de línea, y sí el del colegio, que recoge a los niños y los lleva a Talará o a Dúrcal, al cole y al 'insti'. «Lo único, cuando viene el médico al consultorio, y el cura, que viene todos los sábados. Menos este pasado, que por la tarde no tocaron las campanas y es que estaba enfermo y no vino».
Lo que sí tiene Acequias es un mirador desde el que se ve una de las mejores vistas del Valle de Lecrín. «Los fines de semana viene mucha gente, suben el cerro y sacan fotos. La vista es muy bonica. Ytambién vistan el molino del Sevillano. Se tata de un molino de harina reformado, que cuenta con una exposición permanente en la planta baja del edificio dedicada al proceso de extracción de harina de los cereales utilizando como medio energético el agua. La segunda planta se encuentra abierta a exposiciones itinerantes, destaca su patio empedrado y sus altos muros de piedra y barro, cuentan las guías turísticas del lugar.
Tres generacionesde acequieros en 4.000 fotografías
José María lleva ocho años recopilando fotos de Acequias y de sus vecinos. «Se me ha ido de las manos y ya son 4.000 fotografías», se ríe. «Son tres generaciones de acequieros, para que tenga sentido. Hacia el pasado, porque apenas hay fotos de los abuelos, y hacia el futuro, porque mucha gente se marchó del pueblo». Recuerda en este futuro libro, por ejemplo, que el insigne político Natalio Rivas quedó atascado en su coche. «La gente del pueblo le rescató y a le hicieron prometer que arreglara la carretera».
Acequias se encuentra ubicado en un enclave privilegiado por su tranquilidad y armonía. Ypuede disfrutarse en el alojamiento rural Tía María, que cuenta con una piscina al aire libre abierta durante los meses de la temporada de verano. También posee amplios y bellos jardines. Y, por supuesto, habitaciones con vistas para doce personas. Lógicamente, le da vidilla al pueblo, que ha visto que muchos extranjeros, fundamentalmente ingleses, han comprado y rehabilitado casas y cortijos de la zona.
Lo que sí tiene Acequias es un mirador desde el que se disfruta de unade las mejores vistas del Valle de Lecrín
Manuel y José María recuerdan, ahora que los foráneos les eligen para vivir, cuando las calles del pueblo eran de barro. Ocuando el maestro se llamaba don Miguel Sánchez Lázaro, en las escuelas donde ahora hay un consultorio médico y una canasta de baloncesto con la red rota. «Le decíamos 'el enchufao', porque don Francisco era el maestro anterior y cuando se jubiló le dejó el puesto a don Miguel, que era su cuñado».
También recuerdan las fiestas por San Antón el 18 y 19 de enero. «El 19 de enero se hacía el 'entierro de la zorra', pero ya no se celebra porque no hay gente». Cuentan que era parecido a un carnaval. «Días antes pillaban una zorra en el campo y la ponían en una jaula junto a otra con un gallo. La gente se disfrazaba y a bailar, beber y cantar. Se iba de romería, pero en vez de santo, con los animales. Algo extraño, sí. Pero divertido».
Un lugar para perderse y volvera encontrarse
Al pueblo de acequias se llega por la antigua carretera de la Costa, la mítica N-323. Hay que desviarse entonces a la izquierda y caracolear por el acceso. Aparecen olivos y se abre el pueblo en la plaza de la donde está la iglesia. Más adelante, la plaza principal con sus escaleras, su puente y su templete cubierto de sombra, donde en verano hay actuaciones musicales. El resto de esta pequeña localidad son cuestas y la sensación de estar en un lugar para perderse y volver a encontrarse.
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