Un abogado de Granada contra todos los morosos
José Enrique Rodríguez Zarza empezó a trabajar como pescadero, se convirtió en un abogado de éxito y, tras fundar el Registro de Impagados Judiciales, cuelga la toga para impulsar nuevos proyectos tecnológicos
Tener formación, buenas ideas y valentía emprendedora es sinónimo de triunfo, una palabra que a José Enrique Rodríguez Zarza (Granada, 1974) le queda como un traje. Kike Zarza -le da igual si se escribe con K o con Q- es un letrado que conoce bien a lo que sabe el éxito. Sus 'bombillas encendidas' y sus consiguientes inversiones para que vieran la luz le han precipitado a saborearlo y a poder, con 47 años, colgar la toga para dedicarse de lleno a la tecnología. Uno de sus mayores logros: el Registro de Impagados Judiciales de la Abogacía Española.
De familia de pescaderos, desde muy chico, Kike ya apuntaba maneras. Creció en la granadina plaza de la Pescadería y con solo once años se zambulló en el mundo laboral. Estudiaba, jugaba y ayudaba en el negocio familiar cargando cajas, montando puestos y preparando el pescado.
A los 18 años, Kike fue a comprar su primer puesto en el Mercado San Agustín (el número 11) y cuando comprobó lo que le cobraba el abogado solo por hacer el contrato de aquella transacción, decidió estudiar Derecho. Lo hacía por las tardes, cuando cerraba la venta.
La suerte ya le empezó a sonreír por aquella época; aunque no en sentido figurado. Le tocó la lotería con 20 años; le tocó el Gordo. ¿Cuánto? 40 millones de las antiguas pesetas, una fortuna que invirtió en estudiar por toda Europa (se formó en Italia, Francia, Inglaterra y Suiza), así como en comprar una casa para su madre y otra para él. Su primer despacho lo abrió en la propia plaza de la Pescadería, junto al Cunini. Tenía 25 o 26 años.
A los dos años se asoció con otro letrado, Marcos Galera, y montó Agaz Abogados. Y antes, en 1999-2000, ya había impulsado la Asociación de Jóvenes Empresarios de Granada, de la que fue presidente y hoy es presidente honorífico. Empezaron siendo seis en la asociación y la dejó con unos 300 socios para centrarse en su labor jurídica.
En su primer despacho contaba solo con tres sillas y una mesa. El último, tras siete u ocho mudanzas -siempre por crecimiento-, lo ha disfrutado en el palacete de Puente Verde, el que hay frente a la Avenida Cervantes. Este año ha vendido sus acciones del bufete y se ha despedido de los códigos, las demandas y las notificaciones para dejarse absorber del todo por la innovación.
Mercados calientes
Su despacho siempre fue muy disruptivo. Él y sus ya exsocios detectaban los mercados calientes. Por ejemplo, antes de empezar el boom de la industria fotovoltaica, ellos se especializaron en derecho de placas solares. También se metieron en el mundo del fútbol y en el de la gastronomía.... porque su filosofía era hacerle ganar dinero a los clientes con una visión y asesoramiento estratégicos a la hora de invertir sus recursos.
En 2013, consciente de que la tecnología era necesaria para poder crecer, a Zarza se le encendió la más brillante de las bombillas. Se había dado cuenta de que el trabajo tradicional estaba limitado por la 'hora/hombre' y empezó a desarrollar proyectos tecnológicos. Entonces nació ICIRED (Información Compartida sobre Impagos en Red), una plataforma de automatización de reclamaciones de impagos que gestionaba un fichero propio de morosidad.
Gracias a ese proyecto, los clientes podían automatizar sus reclamaciones de impago a través de los sistemas del despacho de este letrado y, al mismo tiempo, los reclamados que no pagaban se quedaban archivados en una base de datos de morosidad. De este modo el despacho cobraba por dos lados: al que quería que se saldase su deuda y al que quería consultar la morosidad de otros.
Ese fue, por así decirlo, el principio del 'imperio' que Zarza ha construido contra los deudores. Aquel proyecto logró el apoyo de la telefónica de Japón y de una importante empresa estatal (Informa, filial de Cesce) y empezó a dar dinero desde el minuto uno. Tenía unos costes altos de inversión en tecnología y pasó de generar solo unos pocos de miles de euros en los primeros años a alcanzar los 600.000 en 2022. En 2023 esperan superar, de largo, el millón.
El RIJ
A partir de ICIRED, Kike se percartó de que una gran parte de la deuda del país estaba en los juzgados judicializada y se buscó de aliado al Consejo General de la Abogacía Española para crear el Registro de Impagados Judiciales de la Abogacía Española (RIJ), que salió al mercado en 2019. Zarza tuvo que convencer a los 83 decanos de colegios de abogados de España y hubo que cambiar hasta un artículo del Código Deontológico de la Abogacía.
El Registro de Impagados Judiciales, un proyecto calificado de «único y sin precedentes», consistía en que todos los letrados del país pudieran aportar información judicial a un fichero sobre los pleitos abiertos con reclamaciones de cantidad y deudas pendientes. Y si se pregunta si el RIJ choca con la protección de datos, la respuesta es no. Sus fundadores aseguran que se respetan los derechos del deudor y por eso está considerado el fichero más garantista de España, pues todo lo que se comunica es deuda judicializada.
Lo que Zarza y su equipo hicieron exactamente fue crear la tecnología que permitía aflorar la información sobre el pago en el mercado privado de forma pionera, fuera de los ficheros tradicionales. En resumen, democratizaron los ficheros de morosos para que un particular pudiera reclamar a alguien y comunicar, por ejemplo, un impago del alquiler de un piso. Esa fue su primera revolución. Hoy en día, grandes compañías reportan semanalmente todos los impagos de su sector a este registro. Imagine: una gran industria cervecera puede ver qué bares impagan a otra y eludir riesgos.
Después de tres años, el Tribunal Supremo, en su jurisprudencia sobre los ficheros de morosidad, ha consolidado la operativa del RIJ y que los requerimientos de pago se realicen a través de los propios escritos de demanda. Más de 100.000 morosos ya han pasado por este registro, del que se sale, como es lógico, saldando lo adeudado o justificando que se ha alcanzado un acuerdo con el acreedor.
Pitorate
Kike extrajo sus ideas de su red personal de vivencias de pescadero. Cuando rememora su pasado en el puesto, le viene a la cabeza una palabra: 'Pitorate'. Era quien en Mercagranada se encargaba de la cobranza del pescado y, si un comerciante no pagaba la mercancía, se le apuntaba en la pizarra y no se le dejaba comprar al día siguiente. A Zarza le caló la idea y... ha multiplicado sus peces.
Después del RIJ, este pescadero convertido en hombre de leyes creó, en la época de la pandemia, la plataforma de contratación digital y pagos telemáticos de la Abogacía Española. Había tanta gente que quería saslir de los ficheros y llegar a acuerdos, que patentó un proyecto que unificaba las firmas electrónicas junto con los pagos telemáticos, una suerte de bizum de la Abogacía que se gestó hace dos años y que ahora está eclosionando.
Zarza trabaja actualmente en un fichero de morosos de las administraciones públicas para dar transparencia a los impagos de impuestos y tributos. Es, sin duda, todo un visionario que, por cierto, en enero de 2020 ya había hecho acopio de mascarillas cuando a la pandemia aún no se le esperaba. Muchos se rieron entonces. Él ha reído mejor.
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