Las cárnicas locales mitigan la alerta de la OMS y serenan a los consumidores
Reclaman al Ministerio de Sanidad que defienda a un sector que en la provincia engloba a dos centenares de industrias y establecimientos de carne y embutidos
Daniel Olivares
Miércoles, 28 de octubre 2015, 16:50
La industrias cárnicas granadinas se mueven entre la tranquilidad y la indignación ante la conclusión de un panel de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que comer carne procesada aumenta el riesgo de sufrir cáncer entre los consumidores. El dictamen considera que este tipo de alimentos es «carcinógeno para los humanos» y lo incluye en el grupo de sustancias más peligrosas para la salud junto con el humo del tabaco, el alcohol, el plutonio o el aire contaminado, entre otros más de 100 compuestos analizados anteriormente. El organismo también considera que la carne roja (vacuno, cerdo, caballo, cordero, cabra.) es «probablemente carcinógena (cancerígena)».
Con toda la prudencia ante una declaración de este tipo, entre las industrias cárnicas de la provincia de Granada no ha sentado nada bien el dictamen de la OMS y, aunque mitigan el efecto que puede tener la alerta entre los consumidores, no niegan que puede afectar negativamente al sector. No obstante, tampoco creen que pueda suponer una catástrofe para una industria que en Granada engloba a dos centenares de empresas productoras de carne fresca y procesada.
Eso sí, la mayoría de las empresas consultadas por IDEAL defienden que sus productos son naturales y de elaboración artesanal, y resaltan que la advertencia de la OMS está relacionada con el consumo abusivo. «No creo que nadie vaya a comerse diez salchichas diarias», matiza Julio Orantes-Zurita, director de Compra de Industrias Cárnicas Zurita, compañía ubicada en el Polígono Industrial de Juncaril, en Albolote, y una de las más grandes de la provincia en el sector, puesto que da empleo a más de 200 personas. Orantes-Zurita relativiza el impacto que una información de ese tipo pueda tener entre los consumidores. «Creo que la opinión pública ya va madurando y está mucho más documentada e informada. En cualquier caso, sería más fácil que la OMS aclarase mejor qué productos son los cancerígenos para que podamos saber si hay que dejar de utilizar algo o no. Lo que no puede ser es que nos enteremos todos así, de golpe, a las dos y pico de la tarde de lo que está pasando», criticó ayer Orantes-Zurita, socio de esta industria cárnica granadina fundada hace cerca de medio siglo.
En Monachil, Eduardo Fuentes, propietario de La Pequeña Fábrica de Embutidos y Jamones, considera que los consumidores pueden estar tranquilos, ya que entiende que la alerta de la OMS va más dirigida hacia productos de otro tipo «distinto al que trabajamos nosotros». A su juicio, «el problema viene por la elaboración». Fuentes asegura que siempre ha escuchado «de veterinarios» que comer carne «chamuscada en la barbacoa puede ser perjudicial para la salud, igual que puede serlo el humo de un brasero». Su opinión es que los productos que señala la OMS son más propios de multinacionales. «Hay salchichas que yo no me comería en mi vida, que llevan mucha porquería y aditivos. O cosas como la carne reconstruida. Nosotros no trabajamos ese tipo de productos. Aquí todo se hace sin conservantes ni aditivos ni féculas, de forma natural», apostilla.
El caso de las 'vacas locas'
Tanto Eduardo Fuentes como Julio Orantes-Zurita coinciden en recordar el caso de la 'vacas locas' para paliar el daño que la alerta de la OMS pueda generar en el sector. «Aquello creó una alarma y al final quienes lo pagaron y lo siguen pagando son los consumidores a través de un impuesto que se nos impuso a las industrias cárnicas. Ese caso lo que creó fue un problema medioambiental. Alguien de Europa dijo que venía producido por los animales que se nutrían de piensos de origen animal. Debía tener algo de razón, se le hizo caso y se creó un problema medioambiental. Se introdujo un impuesto nuevo, que repercutió en los consumidores. Los piensos volvieron a utilizarse y el impuesto sigue. Eso nos ha costado miles de millones de euros», explica el director de Compras de Zurita, que se pregunta «quién ha ganado con todo esto». Aquel asunto de las 'vacas locas' hace que se tome con cierta prudencia esta advertencia de la OMS y no se alarme antes los posibles efectos negativos que puedan derivarse.
Uno de los argumentos que utilizan en su defensa los productores de carne es que la industria está sometida a controles sanitarios, aunque desde Zurita entienden que «no hay todos los que debieran». Julio Orantes explica que la industria cárnica «está sujeta a muchos cambios y es muy difícil saber cómo puede influir en la dieta alimentaria», y los fórmulas inspectoras «van siempre por detrás». Aún así, advierte que la alerta de la OMS incide sobre «el consumo abusivo» y considera que, hoy día, la sociedad tiene asimilado el «consumo responsable» y «todo es más sano», mientras que «la pringue no deja de ser una 'delicatessen'».
Lo que sí piden desde el sector es un mayor amparo desde el Ministerio de Sanidad ante la alarma que pueda crear el dictamen de la OMS. «No veo correcto que salgan con esto ahora. Es indignante. El ministro debería salir a defender al sector, ya que ellos mismo saben que todo está muy controlado hoy día. No hay nada más que ver que toda la maquinaria que utilizamos es de acero inoxidable. Aparte, toda la vida se ha comido salchichón. ¿Cómo pueden divulgar esa noticia?», se queja Ana María Yáñez, propietaria de Cárnicas Sierra Nevada, junto a su marido, Francisco Díaz Valdivia. Este último clama por la defensa de un sector que «genera muchos empleos» y que «pasa muchos controles sanitarios».
Díaz Valdivia opina que es «mentira» que los productos elaborados con carne aumenten el riesgo de cáncer, pero es consciente de que «se queda la duda y la inquietud, y hace daño, sobre todo, a las industrias pequeñas y familiares como la nuestra». Eso sí, tiene claro que seguirán consumiendo los productos que ellos mismos fabrican en sus instalaciones situadas en Cájar. «Yo me como unas judías hechas con un chorizo como este -muestra la pieza al periodista- y de postre, me como el chorizo», defiende con una sonrisa.
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